Póngame un magacine de tarde, el que sea

Anteayer se estrenó La plaza, el nuevo magazine de tarde de La 1, presentado por Jordi González. ¿Y cómo estaba La plaza? Abarrotá. Perdón, no he podido evitar la autoridad que da citar a El dúo sacapuntas. Ahora viene la verdad: abarrotada no estuvo La plaza en su estreno. Poco más de medio millón de espectadores le dieron el tercer puesto entre sus rivales, y eso que se estrenó con la primera entrevista a Terelu, colaboradora del programa, después de la muerte de María Teresa Campos.

Y ahora Sonsoles sigue ganando la partida, aunque lo hace por debajo de la media de Antena 3 (13,6%); TardeAR ya ha caído por debajo de los dos dígitos (aunque sigue por encima de la media de Telecinco, la cadena perdida, que ahora está por debajo del 9%); y La plaza… pues bueno, habrá que esperar, pero no ha hecho datos muy diferentes a El comodín, el programa al que venía a sustituir, como si ese fuese el suelo de personas que no salen de La 1 en todo el día.

En esta pequeña trinchera que es la tarde televisiva, la particularidad de estos tres programas es precisamente que no son particulares. Muchos de sus colaboradores podrían ser intercambiables (y, de hecho, algunos lo han sido), sus temas también, su tono, más de lo mismo… Son programas comodín, el meme de los tres Spiderman señalándose unos a otros, con poco carisma más allá del que le imprimen sus presentadores.

Perdurará el que sepa marcar la diferencia y eso no lo consigue un plató de realidad aumentada, ni el fichaje de algún influencer. Si Sálvame se mantuvo en emisión durante 14 años fue porque le sobraba algo que ninguno de estos programas tiene: personalidad. Fiarlo todo a los presentadores y a los colaboradores no va a abarrotar ninguna plaza.

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