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El “bufón del rey” que seduce a los franceses (y a los Macron)

‘Secrets d’Histoire’, programa divulgativo sobre grandes personajes del pasado, lleva 16 años en antena con un discurso que disgusta a algunos historiadores

Stéphane Bern, en marzo de 2022, en un acto del Festival Series Mania en Lille.
Stéphane Bern, en marzo de 2022, en un acto del Festival Series Mania en Lille.Andia (Andia/Universal Images Group via Getty Images)
Marc Bassets

Stéphane Bern, estrella televisiva en Francia, acababa de almorzar aquel día de mayo de 2015 con un senador y salía en su automóvil del Senado cuando, sin querer, estuvo a punto de atropellar a un peatón que corría a toda prisa. Era Emmanuel Macron, entonces ministro de Economía. El joven ministro le dijo:

—¡Ah, Stéphane Bern! Mi mujer le adora, siempre vemos Secrets d’Histoire.

Macron le pidió el teléfono. Quince días después Bern cenaba con Emmanuel y Brigitte Macron y ahí nació una amistad que todavía continúa. Pero hay otro aspecto significativo en aquel episodio. Y es que lo que estableció la conexión, la chispa de la amistad, fuera el popular programa de televisión que Stéphane Bern (Lyon, 59 años) presenta desde 2007 en la televisión pública francesa.

Secrets d’Histoire (Secretos de la Historia) es un programa mensual de cerca una hora y cuarenta minutos de duración sobre un personaje ilustre de la historia con predilección, aunque no solo, por los reyes y reinas del pasado de Francia. El programa mezcla la divulgación histórica, el documental sobre castillos y lugares del patrimonio francés y europeo y la teatralización de episodios históricos con actores.

Todo esto, bajo la batuta de Bern, el más famoso de los especialistas en Francia en el mundo de los royals y en lo alto de las personalidades televisivas más queridas en este país. Un tipo siempre sonriente, comunicador nato, sin aparentes aristas ideológicas —a menos que se tengan en cuenta sus simpatías monárquicas en la República que decapitó a un rey— y bien conectado con los poderosos, sean reyes o jefes de Estado. Para hacerse una idea del programa: en meses recientes se han podido ver Secrets d’Histoire dedicados a Nostradamus, el D’Artagnan real, Luis XVI o el amor entre los escultores Auguste Rodin y Camille Claudel. En el pasado han merecido el privilegio, por citar solo dos personajes relacionados con España, Isabel la Católica y Juan Carlos I.

¿El secreto de Secrets d’Histoire? Stéphane Bern al teléfono desde Mónaco: “Es didáctico en la forma, a veces incluso lúdico, y ligero en todo caso. Y muy riguroso en el fondo”.

En Francia, la mezcla de historia y espectáculo es una especialidad. El ejemplo más conocido es el Puy du Fou, el parque de ocio con sede en el oeste de Francia, en la vieja región contrarrevolucionaria de la Vendée, que desembarcó en España en 2019. Como el Puy du Fou, Secrets d’Histoire ofrece la Historia al alcance de todos los públicos. Como Puy du Fou, resalta la parte épica y dramática del pasado. Con el Puy du Fou, comparte un parentesco estético: los críticos lo llamarán kitsch; otros, experiencia inmersiva. Una voluntad, en todo caso, de encarnar la Historia en personajes y escenas vivas. Hay también diferencias evidentes, como la raíz ideológica del Puy du Fou, fundado por el político ultraconservador Philippe de Villiers; o algo en lo que insiste Stéphane Bern: “Yo no hago espectáculo y en lo que hago no hay ninguna ideología”.

El presentador Stéphane Bern llegando al Palacio del Elíseo para una cena privada con el presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, en septiembre de 2021.
El presentador Stéphane Bern llegando al Palacio del Elíseo para una cena privada con el presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, en septiembre de 2021.Chesnot (Getty Images)

¿Qué hace exactamente Stéphane Bern? En el trabajo de Bern y en Secrets d’Histoire se proyectan muchos debates que atormentan la Francia actual. Uno de estos debates es el del llamado “relato nacional”, término que designa el proyecto de escribir una historia más gloriosa de Francia que pueda inspirar y aglutinar a todo a un país dividido. Bern rechaza el término de “relato nacional”, porque dice que lo que él hace no es relato ni ficción ni nacional. Y es europeo también. Pero algunos historiadores le ha acusado de transmitir, bajo la pátina de una historia entretenida y sonriente de reyes y reinas —los amoríos, los dramas, las luchas de poder— una cierta idea de Francia y del pasado.

En un ensayo publicado en 2013 y titulado Los historiadores de guardia, un grupo de historiadores denunciaba “un retorno con fuerza de [un] tipo de relato retrógrado e identitario” que pretendía “fijar para siempre el relato histórico en un marco nacional y heroico”. El libro apuntaba sobre todo a divulgadores y autores de superventas como Lorànt Deutsch o Franck Ferrrand. Pero también incluía a Stéphane Bern, calificado irónicamente como el “oso mimosín” de esta corriente, pues, según los autores, sería su versión más amable y simpática.

“Lo que le reprochamos no es que sea divulgativo, sino que elija temas para hablar de la historia de Francia, y no solo de Francia, que giran en torno a grandes personajes, notablemente reyes y reinas, en detrimento de una visión más social y, digamos, más republicana de la Historia”, dice por teléfono Christophe Naudin, coautor de Los historiadores de guardia. Este historiador considera que el argumento de fondo de los programas de Bern es que la edad de oro de Francia es la monarquía, que son los grandes personajes, y no el pueblo, los que han hecho su Historia, y que la Revolución “es un momento de violencia y pérdida de referencias”. “Tiene derecho a pensarlo”, continúa, “pero lo que se le reprocha es el lugar que ocupa en los medios franceses”. Naudin, sin embargo, añade un matiz: “Desde que publicamos el libro, ha habido capítulos de Secrets d’Histoires interesantes y tengo la impresión de que ha tenido un poco en cuenta las críticas”.

“Yo parto del principio”, dice Bern, “de que la historia puede explicarse por medio de historias que nos resultan familiares, historias sobre la vida de personas que han compartido con nosotros las pasiones humanas, que son el amor, el poder y el dinero. Esto es así desde Julio César hasta Nicolas Sarkozy”. Su obsesión es que se interese por la historia el gran público y en particular los jóvenes. “¡Yo nunca he dicho que sea un historiador! ¡Soy un contador de historias!”.

¿Reaccionario? “Bajo el pretexto de que hablamos de reyes, reinas y personajes ilustres de nuestra historia se considera que esto es reaccionario, pero si usted mira el programa, en ningún momento hago política, ni digo lo que yo pienso. Nadie puede adivinar mis opiniones. Pongo la misma empatía para hablar de[l revolucionario] Danton que de Luis XIV”. Cuando se le pide que se defina ideológicamente, responde: “Ante todo soy demócrata. Me gusta la alternancia”. Explica sus simpatías monárquicas por sus orígenes luxemburgueses. “En el plano de la sociedad”, añade, “soy más bien de centroizquierda: he militado por el matrimonio homosexual y contra el racismo y el antisemitismo”. Hace unos años posó junto a su compañero en la portada de la revista Paris Match.

Otro reproche que se le ha hecho ha sido el de su cercanía al poder. Quién sabe, quizá en un Secrets d’Histoire dentro de cien años, o su equivalente, aparezca Stéphane Bern cuando se hable de la corte del rey Macron.

“Soy el bufón del rey”, declara. “El bufón es el que podía decir todo a condición de ser divertido, y era lo que garantizaba su impunidad. No soy un cortesano, y el presidente lo sabe”.

Macron, tras conquistar el poder en 2017, le encargó una misión no remunerada para preservar el patrimonio en Francia. Hoy las conversaciones entre ambos versan sobre esta misión oficial, pero también discuten sobre cuestiones como las éolicas (Macron a favor; Bern en contra). Y a veces habla, con Emmanuel pero sobre todo con Brigitte, de Secretos de la Historia.

“Él también me hace comentarios”, puntualiza Bern. “Siempre amables”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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