No culpable
Hollywood, tan hipócrita como pragmático, trató a Kevin Spacey como a un apestado cuando fue acusado de delitos sexuales contra cinco hombres. El jurado acaba de absolver en Inglaterra al actor
Interpretaba con convicción a personajes sinuosos, cínicos, villanos perturbadores. Y podía provocar mucho miedo. Yo lo sentía cuando aparecía en la parte final de Seven, interpretando a un sonriente monstruo que asesina con diabólico sadismo a personas que encarnan los pecados capitales. También me dejó inquieto cuando en Sospechosos habituales descubre su auténtica naturaleza y dando vida, maldad y capacidad de manipulación a un político tan corrupto como inteligente en la serie House of Cards. Me hizo reír y también sentir piedad por aquel hombre infeliz que decide abandonar sus máscaras y transgredir lo que aparentaba en la tragicómica American Beauty.
Este señor se llama Kevin Spacey. Hablo en pasado, ya que desde hace muchos años ha desaparecido de las pantallas y dudo que vuelva a estar en ellos. Le borraron, le expulsaron del paraíso e incluso volvieron a rodar con otro actor una película terminada que él había coprotagonizado. Hollywood, tan hipócrita como pragmático, le trató como a un apestado cuando fue acusado de delitos sexuales contra cinco hombres, de haberlos violado abusando de su poder y de su influencia. Era un bocado muy sabroso, como lo fue Woody Allen para el Me Too en su cacería de depredadores sexuales. El gran público no conocía a delincuentes y acosadores reales como Weinstein y Epstein, pero sí le resultaba familiares sospechosos como Spacey y Allen. El morbo estaba asegurado con su presunta culpabilidad. Y por supuesto, la inquisición les declaró culpables antes de que fueran juzgados.
El jurado decretó inocente dos veces a Allen pero ya no pudo volver a rodar en Estados Unidos. Y el jurado acaba de absolver en Inglaterra a Spacey. Resultó, qué horror, que lo declaraban inocente. Imagino que los medios de comunicación pasarán de puntillas sobre su absolución. Y el Me Too clamará contra la justicia que no les da la razón. Qué miedo y qué grima me inspiran las que jamás dudan de que los dioses y la verdad están siempre de su parte. Spacey les ha jodido provisionalmente un empleo muy bien pagado destinado a convencer de que los malos siempre son tíos.
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