Esta casa es una ruina
La comedia con Tom Hanks y Shelley Long, programada en el canal BeMad, es en realidad una película de terror sobre esas cosas que se te pegan al cuerpo y no se van jamás
El canal BeMad ha programado este mes el clásico de la comedia Esta casa es una ruina (en inglés The Money Pit). Cuando era niña, un profesor del colegio lanzó una pequeña profecía sobre la película: “Os hace gracia porque sois pequeños, pero en realidad es una película de terror”. Ahora soy adulta y entiendo por qué es una película de terror: narra algo tan real, cotidiano y tedioso como la reforma de una casa. La reforma, por supuesto, es de auténtica pesadilla. Nada está bien en la casa. Absolutamente nada. Los fallos estructurales de la casa son tan graves que la vivienda se convierte, como dice el título original, en un pozo sin fondos de gastos y facturas.
Las formas que la vivienda tiene de caerse a cachos son espectaculares y rocambolescas. Y mientras esa presunta casa de ensueño explota en decrepitud y decadencia, la joven pareja que ha hecho la inversión (Tom Hanks y Shelley Long) vive un amor que se resquebraja entre dificultades, esta vez sí, “bigger than life”. La trama es sencilla y universal (adaptación, por cierto, de la película Los Blandings ya tienen casa, que está a su vez basada en un libro homónimo). Si se hiciera un remake, sólo habría que cambiar los chistes que a día de hoy ofenden a algún colectivo (apenas un 80% del diálogo, poca cosa). La profecía de mi profesor era cierta; hoy sé que es una película de terror sobre esas cosas que se te pegan al cuerpo y no se van jamás (Hacienda, las reformas, los problemas con el vecino, el parking, la familia). Es una película de terror con alivio cómico. Cuando te haces mayor te vuelves consciente de que los golpes, por más cómicos que sean, siempre duelen. Quién pudiera volver a ser niño para ver aquella reforma como una gran aventura.
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