Cómo descifrar el enigma Hans Zimmer, el hombre que humaniza la matemática de la partitura

“Me considero un estudiante permanente”, contaba hace unos años el compositor alemán Hans Zimmer a quien firma este texto. “¿Un artista? En todo caso, sería uno con a minúscula. En Francia, por ejemplo, hacer música para películas se considera entretenimiento, lo que me sitúa muy cerca de los clubes de striptease. Prefiero considerarme a mí mismo como alguien que conecta con la gente, en vez de estar sobre una torre de marfil”, decía. Buena parte de Hans Zimmer. La BSO de Hollywood, documental de la BBC que ya puede verse en Movistar Plus+, ahonda en esa idea.

El músico se ha construido una leyenda de genio terrenal y minimalista que enamora a muchos espectadores con melodías hechas a veces de tan solo dos notas; es el hombre capaz de aplicar varias capas de psicología a la matemática de una partitura. En esta película, que se coloca a pocos pasos de la autobiografía audiovisual, Zimmer se define como alemán a quien nunca le gustó la disciplina. Desvela el que considera uno de los secretos de su éxito. Mudarse en su juventud a un Reino Unido en franca depresión, ahogado entre las férreas manos de Margaret Thatcher, fue paradójicamente liberador para él. Ahí es donde comenzó a componer pensando en Doris. Su musa no es alguien real. Esta mujer ficticia, a la que imagina con un trabajo esclavizante que a duras penas le permite sacar adelante a dos hijos problemáticos, encuentra el confort en sus composiciones; entre otras cosas, porque las entiende. Como el cine comercial logra que no le resulten ajenas las encrucijadas de Batman o El rey león. Y ahí está para ilustrarlo el canon sonoro de Zimmer, entre la música sinfónica de sus antepasados y la modernidad del electro y el pop de sus años de juventud.

Si de algo puede presumir el documental es del acceso exclusivo a las distintas edades de Zimmer. Él mismo abre las puertas del viejo garaje del oeste de Londres en el que comenzó a trastear con sus primeros sintetizadores. También las del amplio complejo de estudios de grabación que posee en la actualidad en California. El retrato de su vida y obra también se construye con pinceladas de otros. Pero son trazos sin grandes sorpresas. Poderosos nombres de la industria (Christopher Nolan, Steve McQueen, Denis Villeneuve) desfilan ante la cámara de la cadena británica para ensalzar a su colaborador habitual. A pesar de lo canónica que resulta su aproximación, la película gana en interés cuando explora el proceso de trabajo de su protagonista. BBC accede a dos de los rincones más íntimos de la vida de Zimmer: su estudio de grabación y su mente creativa.

Sus confesiones más interesantes son las que explican lo que piensa (y lo que siente) mientras construye las melodías, que antes que nada, tienen que seducir a las poco artísticas almas que financian Hollywood. Es en ese momento, cuando se deconstruye como creador, y no en su cúmulo de recuerdos de infancia y juventud, cuando el documental desvela el enigma en torno a Zimmer.

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