Luis Zahera: “Feijóo es un gran intérprete, un divo”
El veterano actor gallego estrena la segunda temporada de ‘La Unidad’ y sigue esperando un papel que se le resiste
Luis Zahera (Santiago de Compostela, 55 años) está en todas partes. Hoy estrena La Unidad 2 (Movistar Plus+); hace unos días, Entrevías (Telecinco) y Operación Marea Negra (Amazon Prime Video), y va de gira con monólogos de humor. Tiene remordimientos por trabajar mucho en una profesión donde tantos esperan que suene el teléfono. “Siempre somos los mismos. Habría que renovar”. Secundario de lujo, en 30 años de oficio ganó un Goya, pero aún se le resiste un papel.
Pregunta. ¡Por fin hace de bueno!
Respuesta. Sí, en La Unidad. Creo que ha sido de tanto pedírselo al apóstol Santiago. Y también que con la edad me voy dulcificando...
P. Ya tiene más cerca el papel de galán. ¿Quién cree que es el mejor de la historia del cine? ¿A cuál le habría gustado interpretar?
R. A mí las pelis que más me gustan son las de amor. Para ser un buen galán tiene que haber una buena historia, hasta Dustin Hoffman en Tootsie es un buen galán. Me identifico con él (ríe). Y me gusta mucho Cary Grant en Encadenados.
P. Así rapado va a costar un poco más. ¿Fue una promesa o exigencias del guion?
R. Es por exigencias del guion para un proyecto en el que nos han pedido confidencialidad. Es un homenaje a Lex Luthor, el malo de Superman. En este proyecto trabajo con unos chavales tan jóvenes que no sabían quién era. Uno me dijo que si Lex Luthor era un alemán. Otra vez, un actor canario de 17 años no sabía quién era Charlot. No había visto nada suyo. Claro, están todo el día con el móvil...
P. Al hacer casi siempre de malo se ha ahorrado las incómodas escenas de sexo.
R. Mis sobrinos me preguntaban siempre por el dinero y por las escenas de sexo. Tuve solo una, con Candela Peña. Pero donde esté la intimidad real, que se quite la ficción.
P. ¿Y la tía Cefe qué dice de todo esto?
R. Siempre lo mismo: “Hiciste el tonto muy bien en esa película, pero ¿no podías abrir menos los ojos?”. Es un sol de 92 años. Lo último que me dijo es que cree que alguna conocida fue a visitarla solo para un selfi con mi Goya [mejor actor de reparto por El Reino, de Rodrigo Sorogoyen]. Lo tiene en la estantería.
P. Ha vuelto a rodar con Sorogoyen, en este caso As Bestas, basada en un hecho real. ¿Galicia es un filón o depende?
R. No quiero sonar pretencioso, pero me duele un poco que Galicia parece que es narcotráfico o tercer mundo. Es un filón, pero hay que abrirlo. No obstante, estoy encantado de trabajar con Sorogoyen. Se obsesionó con esa historia real, dos bestias que topan con un matrimonio que es la modernidad, es la lucha por el territorio, las fronteras...
P. ¿Es cierto que perdió papeles por su acento?
R. Sí. Antes iba a un casting y me decían: “Me gustas mucho, pero tienes mucho acento. No va a poder ser”. Ahora no hay mayor problema y menos mal porque soy bastante duro de oído y me cuesta eso de “ir al neutro”.
P. ¿Qué tópico de los gallegos diría que es verdad y cuál es eso, un tópico?
R. El tópico malo es el narcotráfico. Mi padre decía siempre que ser gallego era una carrera. Su padre había estado 9 años en Buenos Aires y 11 en Cuba, y el mío decía eso en el sentido de que un gallego siempre se abre camino. Cuando me fui dos años a Nueva York, me decía: “No te preocupes, eres gallego”. Y mira que conocí a gente de Muros y de Esteiro en Nueva York.
P. Ahí fregaba platos...
R. Fregué platos y llegué a trabajar en demoliciones en las Torres Gemelas. Cuando cayeron, mi padre me llamó por teléfono y para tomarme el pelo dijo: “Hijo mío, tú no tendrás nada que ver, ¿verdad?”. Emigrar me sirvió para espabilar porque era muy acojonado.
P. El que está a punto de emigrar es su hermano mayor, Alberto Núñez Feijóo. ¿Costó mucho convencerle para que hiciera con él aquel anuncio de Galicia?
R. Sí, también va a emigrar al final. No les costó mucho convencerme. Yo soy votante del BNG. En esa época empezaba esta megacrispación de la muerte. Mucha gente me dijo: “No hagas esto”, pero me gustaba la idea de que aunque votemos y seamos distintos, podemos entendernos.
P. ¿Le vio madera de actor? Hace no tanto Feijóo lloraba diciendo que se quedaba en Galicia.
R. Sí, me pareció impresionante. En la distancia corta es supersimpático, como decimos en Galicia, muy pavero. Y luego lo veías con ese rictus grave de actor político. Es un gran intérprete, un divo, una leyenda, como Gayoso.
P. Se ha llevado la fama Jordi Hurtado, pero Xosé Ramón Gayoso debe estar ahí-ahí en longevidad televisiva con Luar, el programa donde usted empezó.
R. Con Luar ya ha hecho los 30 años. En A Coruña me pararon un día por la calle y me dijeron: “Petróleo, [personaje que interpretaba en la serie Mareas Vivas, también de TVG], ¿qué mundo le vamos a dejar a Gayoso?”. Es eterno. Le están muriendo todos.
P. Si la política actual fuera película, ¿sería thriller, terror, comedia...?
R. Sería una de extraterrestres, una invasión. Estoy políticamente acojonado. Me asusta lo de “o eres de estos o del enemigo”.
P. Acaban de cumplirse dos años de pandemia. ¿Salimos mejores o ya tal?
R. Decían que después de la pandemia volveríamos a una especie de felices años veinte y yo me lo creí. Pero llevamos más de 20 días de invasión en Ucrania y estamos en shock. Es un horror y encima te das cuenta de que te preocupa porque pasa en Europa, porque de la guerra de Siria nos acordamos los primeros 20 minutos y eso es un bofetón como ciudadano. Como gallego soy extremadamente pesimista.
P. Un productor le dijo: “Los hombres maduráis, las mujeres envejecen”. ¿Qué pensó cuando lo oyó?
R. Yo vengo de una familia de mujeres, tengo cuatro hermanas mayores. El que me dijo eso era un tío poderoso. Es un mundo de hombres, aunque se empieza a notar cierto cambio después del Me too. Antes no hubiera sido posible que Nathalie Poza protagonizara, por ejemplo, La Unidad. En las pelis ves a uno de 55 que tiene una novia de 26 y a una actriz de 35 que tiene una hija de 27. Habría que mirar eso.
P. Gracias a La Unidad conoció a Manuel, uno de los policías de la lucha antiterrorista. Estuvo en el estreno. ¿Le gustó?
R. Es un tipo excepcional. Le hace ilusión que lo interprete. Me dijo que le había llamado toda su familia y que no sabía si le llamaban por él o por mí. Se dedica a localizar y neutralizar a terroristas. Le han ascendido a comisario y estamos muy orgullosos de él. Ya estamos preparando la siguiente comida. Nos lleva siempre a unos sitios maravillosos y rarísimos que conoce él de sus reuniones con espías y superpolicías secretos de otros países.
P. Normalmente no interpreta a personas de la vida real, pero en Celda 211 propuso cambiar el perfil de su personaje.
R. Sí. En los ochenta en Galicia tuve a bastantes amigos en la cárcel. Iba a verlos, y empecé a tener contactos con funcionarios. Ahí vi que había un tipo de internos enfermos, toxicómanos completamente idos, medicados, tirados en el patio... Mi personaje en Celda 211 iba a ser un preso hiperviolento, pero hablamos con el director de la posibilidad de convertir a Releches en eso, una mascotita que hace lo que sea por una papela.
P. ¿Para qué cosas de la vida cotidiana le gustaría tener un doble?
R. Para lo tecnológico porque soy un total analfabeto digital. No sé ni mirar los horarios de Renfe. Soy totalmente dependiente, si hablo con Siri empiezo a sudar...
P. ¿Y qué toma de su vida le gustaría repetir si pudiera?
R. Uf, elucubro mucho con eso. Relaciones, momentos en los que me porté mal. Pero “aunque ya nada pueda devolvernos la hora del esplendor en la hierba, no debemos afligirnos porque la belleza subsiste en el recuerdo”. [Poema de William Wordsworth que Natalie Wood recita en Esplendor en la hierba (1961)].
Puedes seguir EL PAÍS TELEVISIÓN en Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.