Ellas mandan en ‘La Unidad’: “Cuanto más maduras somos, más interesantes podemos ser en los personajes”

Varios grupos de policías se acercan lentamente a la entrada de un centro educativo. Por un flanco, por el otro, por una escalera. Una cámara recoge los movimientos desde las alturas y, poco después, otro operador, cámara al hombro, acompaña el recorrido de los policías. Más lejos, refugiados del sol y el viento de este extraño y fresco día de julio, decenas de niños (muchos de ellos disfrazados), jóvenes y adultos asisten en silencio a la escena. La semana pasada, el instituto del pequeño pueblo guadalajareño de Chiloeches fue escenario de un enorme despliegue de cuerpos de seguridad para rodar una de las escenas de La Unidad, la ficción creada por Dani de la Torre y Alberto Marini para Movistar+ y que esta semana remata el rodaje de su segunda temporada.

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Si por algo destacó la primera tanda de capítulos de esta producción centrada en la unidad especial contra el terrorismo yihadista de la Policía española fue por la espectacularidad de la propuesta, que llevó a la pantalla varios atentados y acometió escenas de gran complejidad técnica. Para los seis nuevos episodios, la ficción cambia de concepto para acercarse más a los personajes y girar hacia una apuesta más personal, en palabras de su director, Dani de la Torre. La trama tocará de cerca a la familia de Carla, la comisaria que interpreta Nathalie Poza, a través de su hija. También Miriam, la inspectora a la que da vida Marian Álvarez, afrontará cuestiones personales como la maternidad. “Hay más tratamiento de los personajes, nos vamos a meter más en los universos de cada uno”, resume Poza, que cita al director de la serie en lo que podría ser el subtítulo de esta temporada: “El terror entra en casa. Y nadie está preparado para eso”.

“Una cosa que me ha gustado mucho esta temporada son los cambios de localizaciones. Bajar al coche a las seis de la mañana y no saber dónde vamos a rodar me molaba mucho. De hecho, la parte que llevo peor es la de las oficinas de Canillas, porque estamos encerrados ahí muchos días, hacía mucho calor…”, cuenta Poza. “Yo, que he hecho bastante tele, como Marian [Álvarez], me he lanzado a jugar y disfrutarlo, no tenerlo todo controlado y ver qué pasa”, añade sentada junto a su compañera de reparto en un aula del instituto en una charla con EL PAÍS antes de volver al rodaje.

“A mí La Unidad me parece una serie muy divertida de rodar, y Miriam es un personaje que me cae muy bien. Hay personajes que te caen bien y otros que no tanto, algunos estás deseando soltarlos, y Miriam me da mucha pena”, tercia Álvarez. Ella acaba de regresar de Jordania, a donde se desplazó parte del equipo para rodar algunas escenas en el campo de refugiados de Zaatari, el segundo mayor del mundo, una experiencia que golpeó fuerte a la actriz y cuyo eco todavía permanece en ella. “Todavía estoy con un pelotazo, que aún creo que estoy ahí”.

Los personajes, en sus relaciones personales, son muy torpes, no están acostumbrados a expresar

Marian Álvarez

Aunque las dos tenían a su disposición a las mujeres policías en las que los guionistas se inspiraron para crear sus personajes, con responsabilidades parecidas en la realidad, Nathalie Poza asegura que ha preferido contactar con su homóloga real solo de forma puntual. “Hay una parte que es ficción y lo que importa es lo que les pasa a los personajes que están escritos en esa historia. No deja de ser alguien que está escrito para que lo hagas tú. Tengo claro que no soy esta señora y cada vez lo tengo más claro, pero puedo entrar en ella, y me mola jugar a ello sin que nadie me influya”, explica.

Y pone un ejemplo. “En esta temporada, se sienta a hablar con una terapeuta, y yo elijo que Carla jamás en su vida se ha sentado delante de una terapeuta. No sé si la comisaria real va a terapia, pero a mí y a la serie le conviene que sea como si estuviera delante de un marciano. Carla es profesionalmente una crack, pero personalmente es torpe”. “En general, todos los personajes en sus relaciones personales son muy torpes, y me encanta eso porque es cierto, no están acostumbrados a expresar y, cuando uno se hunde, no quiere hablarlo”, añade Álvarez. “Es divertido jugar a eso porque nosotras somos todo lo contrario, como actrices somos exageradas, emocionales, nos contamos todo, y ellos son todo lo contrario”, completa Poza.

Papeles femeninos a partir de los 40

Las dos intérpretes ya han superado los 40 años, una especie de barrera psicológica a partir de la que las actrices suelen lamentar las dificultades para encontrar papeles interesantes. En este punto, la experiencia de las dos es diferente. “A mí me ha pasado lo contrario, a medida que me voy haciendo mayor, todo me parece más interesante”, describe Poza, de 49 años y poseedora de dos premios Goya por No sé decir adiós (2017) y La boda de Rosa (2020). “Igual es que cuanto más maduras somos, más interesantes podemos ser también en los personajes. A mí me parece más interesante lo que hago en los últimos años que lo que hacía con 20 o 30. Pero sí que faltan más personajes y que se escriba para mujeres, por supuesto, igual que faltan mujeres en otros estamentos del gremio y de la sociedad”.

Cuanto más maduras somos, más interesantes podemos ser también en los personajes

Nathalie Poza

“A mí me está costando. Lo que me llega, no me gusta”, reconoce Álvarez, de 43 años y que recogió un Goya por La herida (2013). “Estoy en un momento vital que es, sin duda, el mejor de mi vida, con una carrera detrás que te permite abordar ya ciertas cosas porque llevas un bagaje y sabes hacerlo, y no, no llegan, me está costando. Y me ha pasado últimamente que personajes que pone claramente en el guion ‘mujer de 40 años’ los acaban haciendo actrices con 10 años menos, y jode mucho”. “A mí me pasaba cuando tenía tu edad, con 40 se los daban a las de 30. Empiezas a jugar a partir de 45”, dice Poza. “Y tampoco hay tantos. Comparado con la cantidad de personajes que hay para tíos de 40 o 50, es una mierda”, continúa reivindicando Álvarez.

Me ha pasado que personajes que pone en el guion ‘mujer de 40 años’ los acaban haciendo actrices con 10 años menos

Marian Álvarez

¿Cuál puede ser la explicación de que esta diferencia persista? ¿Que hay más hombres escribiendo? “Que hay más hombres produciendo”, responde decidida Álvarez. “Eso de que la tía tenga 30 y él 48, ¿de quién es idea? Porque el productor piensa que tiene que ser así porque si no, no vende”. “Me estaba acordando de la temporada pasada”, continúa Poza, “cuando muchas periodistas mujeres me preguntaban por mi personaje: ‘¿cómo puedes dejar a un hombre así?’. Y es curioso porque no habríamos hecho esa pregunta al revés. Me molestaba un poco oír eso, porque una mujer puede separarse de un hombre aunque sea joven y guapo porque decide lo que sea, tendrá otros problemas. Qué difícil es romper los patrones…”.

“Mi teoría personal es que el nicho original de las directoras es cosas más personales, más de autor. Escriben personajes más ricos, más profundos, sobre todo en mujeres. Y nos estamos cargando el cine de autor en este país. No hay más que ver, está Clara Roquet ahora, Pilar Palomero el año pasado… Es el nicho natural de las directoras y guionistas, historias más personales donde están los personajes femeninos de verdad, los que me gusta interpretar y ver. Y ahora es muy difícil levantar ese tipo de películas, nos estamos quedando en una esquinita. Porque esta serie, una serie de acción, con policías, que la protagonice una mujer, es una rara avis”, remata Álvarez.

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