_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

‘Hollywood’, la serie sobre la fábrica de sueños

Son siete capítulos con una potente producción en los que se narra el cuento de la lechera de un grupo de jóvenes que aspiran a triunfar en una ciudad dominada por el racismo y la homofobia

Tráiler de 'Hollywood'.
Ángel S. Harguindey

“Babilonia de celuloide, gloriosa, fascinante, ciudad delirante, frívola, seria, audaz y ambiciosa”. Así comienza Kenneth Anger su libro Hollywood Babilonia, un texto que habrán tenido en cuenta Ryan Murphy e Ian Brennan, los creadores de la serie Hollywood (Netflix). Siete capítulos con una potente producción en los que se narra el cuento de la lechera de un grupo de jóvenes que aspiran a triunfar y que, naturalmente, tendrán que dedicarse a otros trabajos hasta que les llegue su oportunidad en una ciudad dominada por el racismo, la homofobia y los escándalos sexuales.

Y todo ello entremezclado con un talento que deslumbró al mundo.Por allí surgen agentes despóticos (el Sheldon Cooper de Big Bang Theory), Cukor, Tallulah Bankhead (Mira Sorvino), Rock Hudson o la Mammy y Vivien Leigh que se llevó el viento, entre otros. Grandes fiestas, grandes mansiones, grandes sueños en torno al deseo de adaptar al cine la desgraciada vida de Peg Entwistle, la actriz que se suicidó a los 24 años de edad, lanzándose desde la H del letrero de Hollywoodland.

Una serie entretenida e inmisericorde que generó fobias y filias y que podría resumirse en una frase de Billy Wilder: “Del mismo modo que todo el mundo odia a Estados Unidos, todo Estados Unidos odia a Hollywood. Existe el profundo prejuicio de que todos nosotros somos tipos superficiales que ganamos diez mil dólares a la semana y que no pagamos impuestos; que nos tiramos a todas las chicas; que tenemos profesores en casa que dan clases a nuestros hijos de cómo subirse a los árboles; que cada uno de nosotros tiene dieciséis criados y que todos conducimos un Maserati. Pues sí, todo esto es verdad. ¡Aunque os muráis de envidia!”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_