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Comunidades de energía: una fórmula barata, limpia y segura

El modelo consiste en grupos de personas que, de forma voluntaria, ponen en común sus respectivos recursos para producir de forma conjunta

Francisco Aliaga, posa, el pasado mayo, como presidente de una comunidad de vecinos de Estepona (Málaga) que ha logrado compensar el gasto eléctrico con la energía excedente. Foto: GARCÍA-SANTOS (EL PAIS) | Vídeo: EPV

El sistema europeo de energía está atravesando una crisis sin precedentes, presionado por la guerra en Ucrania, la pandemia y el cambio climático. Los precios de la energía están experimentando fuertes subidas, que no presentan indicios de remitir. En la segunda mitad de 2021, el precio medio de la electricidad (y el gas) creció más de un 11 % en la UE comparado con el mismo periodo de 2020, según las estadísticas de los precios de la electricidad de Eurostat. Más tarde, la crisis geopolítica ocasionada por la invasión rusa de Ucrania el pasado febrero ha conllevado la imposición de sanciones que ponen el suministro energético bajo aún más presión. Pero las nuevas estructuras de propiedad comunitaria están impulsando sistemas para crear energía barata, limpia y segura al acercar la generación de energía a quienes la consumen.

La estrategia del Pacto Verde Europeo con la que se pretende descarbonizar la producción de energía de la Unión Europea se ha visto fortalecida por el plan REPowerEU dirigido a disminuir la dependencia de combustibles fósiles de Rusia. Esta combinación acelerará la transición ecológica. “A este respecto, la crisis de Ucrania puede considerarse como un catalizador de la transición a las energías renovables”, apunta Nicolien van der Grijp, del proyecto NEWCOMERS.

Las comunidades de energía limpia están dando una respuesta al reto energético global desde una perspectiva local y regional. Estas comunidades son grupos de personas que voluntariamente ponen en común sus respectivos recursos para producir energía de forma conjunta. El propósito del proyecto NEWCOMERS es identificar modelos de negocio prósperos y sostenibles en las comunidades de energía limpia emergentes. Van der Grijp, investigador experimentado del Departamento de Análisis de Política Medioambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de la VU Amsterdam, señala que las comunidades de energía “contribuyen a sensibilizar a la ciudadanía de los problemas energéticos, favoreciendo que las personas se impliquen personalmente”.

Importación de energía

Los sistemas de calefacción y aire acondicionado representan el 30 % del uso de la energía en Europa. Para satisfacer esta demanda, alrededor del 60 % de las necesidades energéticas de la UE se cubren importando energía y más del 66 % de las importaciones de energía realizadas por la UE en 2020 fueron de productos del petróleo, seguidos de gas y carbón. En lugar de importar combustibles fósiles desde tan lejos, el crecimiento de las energías renovables permite acercar la producción de energía al lugar en el que la energía se consume.

No sólo energía

Las principales energías renovables producidas en las comunidades de energía son la solar, la eólica y la hidráulica, aunque cada vez se prueban y aplican más otras fuentes y estrategias de conservación de la energía como el hidrógeno, la energía geotérmica o la calefacción urbana. Los miembros de la comunidad de energía suelen consumir la electricidad producida y, en función de las condiciones locales, también participan en otras actividades, como el uso compartido de vehículos, los jardines comunitarios y los tejados verdes.

El proyecto NEWCOMERS pone énfasis en los tipos de entornos políticos que hacen que las comunidades de energía prosperen: cómo se organizan los actores, cómo se usa la tecnología y cómo funcionan los modelos de negocio. Asimismo, analiza el valor que la comunidad de energía crea para sus miembros y la sociedad en general, así como los efectos que ser miembro de una comunidad produce en la conducta relacionada con la energía.

“Además de ayudar a resolver la crisis climática, las comunidades de energía también crean valor desde un punto de vista económico y social”, apunta Van der Grijp. “Pueden crear puestos de trabajo en el tejido local y mejorar la cohesión social”. Más allá de la independencia de las fuentes de energía contaminantes, el beneficio de este enfoque es una transformación social tangible.

Los resultados de la investigación de NEWCOMERS revelan la existencia de grandes diferencias en el nivel de concienciación de la población en los distintos países europeos. De acuerdo con Van der Grijp, esto supone un desafío para el diseño de políticas y leyes favorables a estas comunidades en los Estados miembros de la UE. Además, complica los sistemas de subvenciones que apoyan a buenos modelos de negocio y los servicios que brindan ayuda a la población para el establecimiento y funcionamiento de comunidades de energía.

“Esperamos que los hallazgos propicien la introducción de algunos cambios en la política que se necesitan con urgencia”, manifiesta Van der Grijp, quien ha participado, junto con otros proyectos similares, en la formulación de una serie de recomendaciones políticas y la elaboración de un informe para los responsables políticos a escala Europea.

Fuentes de energía distribuidas

Maria Rosaria Di Nucci coordina el proyecto COME RES, cuyo objetivo es facilitar el desarrollo de comunidades de energía renovable (CER) en nueve países de la UE y apoyar la implementación de un marco de regulación de estas comunidades. Para conseguirlo, el proyecto comenzará procesos de aprendizaje e intercambio entre las regiones con un desarrollo avanzado de las CER y las regiones con potencial de expansión de estas comunidades. Cada país tiene una región objetivo y una región modelo.

“Las comunidades de energía renovable son un medio importante para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y para generar un impacto positivo en términos sociales, medioambientales y económicos”, declara Di Nucci. “Además, favorecen el desarrollo regional y rural”.

“La idea es pasar de un sistema de energía basado en centrales eléctricas centralizadas y de gran tamaño a un modelo de producción distribuida de la energía, gestionado por la ciudadanía y basado en fuentes de energía renovable, el cual todavía plantea un desafío sociopolítico y regulatorio en la mayoría de los países europeos”, sostiene, Di Nucci.

La singularidad del proyecto COME RES, que es a la vez su brazo operativo, son las nueve denominadas “mesas de stakeholders” (country desks). Estas mesas son foros de diálogo informal entre los socios nacionales del proyecto, las organizaciones de energía comunitaria, otros actores clave y operadores del mercado localizados en las regiones objetivo y otras regiones. Estas partes interesadas organizan sesiones temáticas y mesas redondas sobre políticas con el propósito de crear soluciones a las barreras que impiden el crecimiento de la energía comunitaria.

COME RES también contribuye a la formulación de políticas mediante laboratorios de políticas, propuestas de planes de acción, recomendaciones políticas y el diálogo con las partes interesadas. “Si se pretende que la transición energética siga siendo local y democrática, se requieren cambios importantes”, asegura Di Nucci para hacer referencia a la simplificación de la financiación, a la reducción de las barreras burocráticas y a la reforma del modelo de adjudicación de los proyectos de energías renovables.

La mayoría de las comunidades de energía se constituyen como cooperativas, pero también pueden adoptar la forma de asociaciones o fundaciones. Algunas han desarrollado enfoques específicos para la inclusión de personas y grupos marginalizados afectados por la pobreza energética.

Para que las comunidades de energía tengan éxito, la participación ciudadana es fundamental. El proyecto W4RES tiene el propósito de aumentar la implicación de las mujeres en actividades que apoyen y aceleren la penetración en el mercado de las fuentes de energías renovables. Cuando finalice, se espera haber apoyado a un total de 50 o 60 proyectos e iniciativas de calefacción y aire acondicionado renovables en ocho países.

Agentes de cambio

“La idea de partida del proyecto W4RES es que las mujeres, como agentes de cambio, pueden contribuir de forma decisiva a la transición energética”, expone Loannis Konstas, coordinador del proyecto. Las comunidades de energía deben incluir a más mujeres en la estructura de su organización y ser un ejemplo.

“Para que sean verdaderamente transformadores, el acceso a la energía y el sector energético deben estar vinculados a una agenda que cuestione los estereotipos que pesan sobre las mujeres y que fomente sus derechos, su dignidad y su visibilidad como consumidoras, productoras, inversoras, expertas y agentes de cambio”, expresa Konstas.

Aunque las comunidades de energía renovable son una innovación relativamente reciente, albergan un enorme potencial. Su desarrollo tendrá profundas repercusiones en la transición energética y en la vida diaria de la ciudadanía europea.

La investigación descrita en este artículo ha sido financiada con fondos de la UE. Artículo publicado originalmente en Horizon, la Revista de Investigación e Innovación de la Unión Europea.

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