Martín Migoya, CEO de Globant: “La oficina del futuro se parecerá a un centro de ocio donde reunirse”
El cofundador de la primera tecnológica latinoamericana en cotizar en Nueva York sostiene que la inteligencia artificial aumentará nuestras capacidades, pero no nos sustituirá
Queremos reinventar la industria a través de la inteligencia artificial (IA)”. Así define el CEO de Globant, Martín Migoya (Buenos Aires, 1968), la compañía de software que fundó en 2003 junto a Guibert Englebienne, Martín Umarán y Néstor Nocetti. Globant hizo historia en 2014 al convertirse en la primera empresa latinoamericana de su sector en cotizar en la Bolsa de Nueva York. Hoy, con más de 12.000 empleados en 16 países, trabaja para clientes globales como Google, Facebook, Twitter, LinkedIn o Disney. También para empresas de origen español, como Banco Santander, Glovo o Acciona. Su caso de éxito se estudia en Harvard, el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y Stanford.
Hablamos con Migoya con motivo del reciente desembarco en España de la compañía.
Globant vale más que YPF. En su caso se hace buena la frase de que la tecnología es el nuevo petróleo.
Sí, porque la tecnología tiene un impacto distributivo único, ya que permite transformar regiones y conseguir oportunidades para que los jóvenes no tengan que emigrar a las grandes ciudades. Nosotros lo hicimos primero en Argentina, luego en Colombia, después en gran parte de Latinoamérica y ahora queremos hacerlo en todo el mundo, incluida España, que para nosotros es la madre patria, está en pleno proceso de digitalización y cuenta con talento tecnológico.
La pandemia ha acelerado ese crecimiento de la inversión en tecnología.
La pandemia ha acelerado de manera inesperada un proceso de 10 años en 10 meses. Vemos una aceleración en la demanda y en la transformación digital en todas las industrias.
¿Cree que la irrupción de la covid-19 deja sin opciones a las empresas que no sean digitales?
Ser digital es la única forma de sobrevivir y de ser relevante porque es lo que esperan los consumidores.
Y los empleados. El fundador de Microsoft, Bill Gates, afirma que tras la pandemia pasaremos un tercio menos de tiempo en la oficina. ¿Coincide con este pronóstico?
No sé si los números finales serán esos, pero sí que cuando volvamos a la oficina será distinto a antes de la pandemia. Por tanto, hay que pensar en cómo innovar en la oficina del futuro, que se parecerá más a un centro de entretenimiento donde reunirse, para que suceda lo que hoy no está sucediendo con el teletrabajo.
¿Qué estamos perdiendo con el teletrabajo?
Encontrarnos en un pasillo, tomarnos un café y que de ese encuentro salgan ideas nuevas. El cara a cara es irreemplazable.
A pesar de ello, su compañía intenta llevar ese tipo de interacción al terreno virtual.
Sí. Hemos desarrollado una tecnología social que recrea ese tipo de interacción de manera bastante sofisticada, que se llama Start me up. A través de ella, los profesionales solicitan interactuar con otros a partir de la elección de horarios e intereses y se le generan zooms con uncierto grado de aleatoriedad. La utilizamos nosotros y clientes nuestros, entre ellos, el Banco Santander.
Otro de sus clientes estrella es Google. ¿Qué significa este gigante tecnológico para Globant?
Significa muchísimo para nosotros. Fue nuestro primer cliente en Silicon Valley. Hemos estado involucrados con ellos en proyectos de todo calibre. Tiene muchísimo impacto en Globant, hemos aprendido y le hemos aportado muchísimo. Google es una máquina de innovar y colaboramos mucho con ellos en el ámbito de la IA.
¿Qué tipología de clientes tienen?
De todas las industrias. Trabajamos para varios grandes bancos del mundo, muchísimas aerolíneas, otras empresas tecnológicas... Tenemos el privilegio de colaborar con las mejores marcas, creando experiencias que hacen mejor el planeta a través de la transformación digital.
Sin embargo, la digitalización puede llevarnos a un mundo peor. ¿Cómo resuelven los dilemas éticos que conlleva el desarrollo tecnológico?
El primer lujo que nos damos es que, si detectamos que el mundo no será mejor con nuestra tecnología, no hacemos ese proyecto. Ante la llegada de la IA, por ejemplo, tenemos un código sobre qué cosas se pueden hacer y qué cosas no. Discutimos durante días sobre lo que vamos a hacer y lo que vamos a evitar.
¿Qué han decidido en esos debates internos sobre la IA?
Que estamos a favor de usarla para aumentar las capacidades humanas, pero en contra de matar el trabajo de la gente. Creemos que se puede hacer un mundo mejor aumentando las capacidades con IA, pero los humanos son irreemplazables. Siempre vamos a querer que haya personas escribiendo código, por ejemplo.
Han presentado, junto al cofundador de Apple Steve Wozniak, Augmented Coding. ¿Es una especie de Google de la programación?
Se podría definir así. La gran revolución es que la IA ahora puede entender pedazos de código. Gracias a ello, en esta plataforma puedes pedir fragmentos de código que te falten para un proyecto, tecleando lo que necesitas programar. Además, sirve para documentar y cuenta con una opción predictiva para autocompletar que presenta la próxima línea de código con mayor probabilidad, parecido a lo que ocurre con los textos. Permitirá que más personas puedan programar porque acelera la curva de aprendizaje.
¿El futuro del ser humano consistirá básicamente en programar máquinas?
No. No soy un pesimista acerca del futuro de la inteligencia artificial, para mí es una vía muy interesante a explorar y positiva. Creemos en la inteligencia aumentada como el próximo paso dela evolución de la humanidad. Estamos cerca de acelerar esas tareas, eliminando las partes más ásperas pero conservando la esencia central del humano.
¿Dejan en manos de un algoritmo el proceso de selección de personal?
No. Usamos inteligencia artificial para comparar a cada candidato con miles de perfiles. Mientras que un reclutador de personal podría comparar solo cientos de aspirantes al puesto, la tecnología le permite tener en cuenta a más gente. Pero el ser humano tiene siempre la última palabra.
¿Cree que, a más tecnología, menos privacidad?
Hay un gran conflicto con todo eso. Las redes sociales se están propasando en su afán de monetizar. La tecnología no se puede transformar en algo invasivo que te quite la privacidad. Lo peor es que se entrenen algoritmos sin ni siquiera saber cómo funcionan.
En Argentina, Globant ha despertado recelos entre quienes les vinculaban con el Gobierno de su país...
No hacemos proyectos para ningún gobierno, aunque sí hemos donado tecnología a la Administración. En concreto, la aplicación CuidAR [de rastreo de contagios de la covid], de lo cual estoy muy orgulloso. Me río de esas críticas.
Pero los usuarios, igual que sucede en otros países, están preocupados por el uso de sus datos en las apps para el control de la pandemia...
CuidAR pasó por todos los protocolos. No recolecta datos de geolocalización si el usuario no quiere. La acabamos y se la dimos al Gobierno sin cobrar un peso.
¿Sin ética no hay futuro?
A quienes no les preocupe han de entender que nadie querrá trabajar con ellos. Hay una doble palanca: los clientes del futuro y los trabajadores del futuro. Hay que hacerlo, tanto si estás convencido como si no. En nuestro caso, es por convicción. La iniciativa Be Kind de Globant nos hace mejor como compañía, porque nos compromete con el planeta, la diversidad, la equidad de género y las personas de sectores desfavorecidos. Trabajar con nuestros clientes para crear tecnología accesible para todas las personas que nos permita construir un futuro mejor.
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