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El Gobierno prepara mecanismos para medir el impacto social de los algoritmos

España se ofrece a Bruselas para hacer una prueba piloto del Reglamento Europeo de la Inteligencia Artificial y ya trabaja en medidas de control y de auditoría para este tipo de sistemas

La secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia, Carme Artigas, durante su intervención en el Mobile World Congress, el 21 de junio.
La secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia, Carme Artigas, durante su intervención en el Mobile World Congress, el 21 de junio.Efe
M. G. Pascual

Los algoritmos cada vez afectan a más esferas de nuestras vidas. Y, en ocasiones, perjudican a la ciudadanía. El Gobierno ha decidido pasar a la acción: ha puesto en marcha una batería de medidas que tienen como meta analizar el impacto social de los sistemas de inteligencia artificial (IA) antes de que entren en funcionamiento. Con ese objetivo en mente, y para precipitar los cambios con más empuje, España se ha propuesto para ser el conejillo de indias del proyecto de Reglamento de la IA presentado por la Comisión Europea, que previsiblemente entrará en vigor en 2023.

La prueba piloto implicaría adelantar la implantación de la normativa un año, a 2022. Y ello conllevaría evaluar el riesgo que plantea la aplicación de cada algoritmo (el reconocimiento facial o los sistemas de puntaje, por ejemplo, son considerados de alto riesgo y por tanto están proscritos con algunas excepciones) y preparar mecanismos de auditoría para asegurarse de que no discriminan por raza, género o renta (los llamados sesgos algorítmicos).

España sería el único país que se adelante en la aplicación de este reglamento europeo. Con este movimiento, el Gobierno pretende colocar al país en la vanguardia de esta importante normativa y acelerar “los cambios que tarde o temprano tendrán que darse”, señalan fuentes de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial (Sedia): preparar equipos de análisis, definir estándares, desarrollar procedimientos de actuación, etcétera. Esas mismas fuentes confirman que el acuerdo entre el Gobierno y la Comisión Europea está muy avanzado. Si no hay contratiempos, se anunciará a la vuelta de vacaciones.

La aplicación temprana del borrador de reglamento europeo no implicaría obligaciones legales adicionales para las empresas que operen los algoritmos que se supervisarán. El sector, de hecho, ha recibido de buen grado la iniciativa y se ha ofrecido para colaborar en lo que sea necesario con Sedia, dependiente del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital que dirige la vicepresidenta primera Nadia Calviño. La idea del Gobierno es crear un sandbox o banco de pruebas en un entorno seguro similar al que ya se desarrolló para las fintech.

Evaluación de riesgos

Tanto la Estrategia Nacional de la Inteligencia Artificial, presentada a finales del año pasado, como el reglamento europeo de la IA contemplan la figura de la auditoría algorítmica como uno de los pilares del sistema de evaluación de riesgos.

El Gobierno todavía no tiene claro qué organismo se encargará de realizar en España esas auditorías. “No hemos llegado a esa discusión”, señalan desde la Secretaría de Estado que dirige Carme Artigas. Una opción sería crear una oficina independiente, como ya sucede en el ámbito de la privacidad con la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD).

Antes de llegar a ese punto, y para preparar el terreno, se acaba de poner en marcha el Observatorio sobre el Impacto Social de los Algoritmos (Obisal). Dependiente a su vez del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (Ontsi), esta entidad será la encargada de desarrollar los indicadores de referencia que se usarán en las auditorías. El Obisal está ahora mismo en proceso de captación de expertos y de constitución de grupos de trabajo sectoriales para analizar los sistemas de IA. “Los algoritmos no son sectoriales, pero su impacto sí”, subrayan desde Sedia.

Este observatorio producirá informes que contribuirán a que el año que viene vea la luz una metodología concreta para realizar las auditorías algorítmicas. A ello contribuirá también un registro de algoritmos del sector público que está impulsando la propia Secretaría de Estado. El objetivo, según fuentes del Gobierno, es que este proceso de evaluación del impacto social de los sistemas pueda materializarse en una especie de sello de calidad de los algoritmos. “Todo este trabajo está preparando el terreno para dentro de 10 o 15 años”, aseguran desde Sedia.

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Sobre la firma

M. G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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