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De París al cielo (en coche autónomo volador)

Francia quiere convertirse en el líder europeo de la movilidad autónoma, incluidos los prototipos de taxis voladores

El 'Pop Up Next' de Audi, Airbus e Italdsign, esta semana en el Viva Tech de París. CHARLES PLATIAU REUTERSVídeo: CHARLES PLATIAU
Silvia Ayuso

En el salón de nuevas tecnologías Viva Tech que se celebró esta semana en París, una maqueta a tamaño real atraía buena parte de la atención, la del Pop Up Next. El vehículo biplaza del consorcio europeo Airbus e Italdesign ha sido elaborado, en su última versión, junto con Audi y está concebido para desplazamientos tanto terrestres como aéreos. Lo más llamativo es el dispositivo de dron gigante que se puede acoplar por medio de un anclaje al techo del futurista coche, que se prevé pueda ser comercializado en siete o diez años.

Pero a Airbus y sus socios les ha salido una dura competencia, y en su propio territorio: Uber también aprovechó la cita tecnológica en la capital gala para anunciar la creación de un nuevo Centro de Tecnologías Avanzadas en París. Será el primero dedicado a desarrollar su plan de vehículos voladores del programa de vuelos urbanos Elevate fuera de territorio norteamericano, tras los creados en las ciudades estadounidenses de Pittsburgh y San Francisco y en la canadiense Toronto. Y en Toulouse, en el sur de Francia, está instalada otra start-up, EVA, que espera poder probar su primer prototipo de vehículo autónomo volador como tarde en 2019.

La elección de Francia para mostrar y hasta desarrollar estos proyectos y prototipos no es casual. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha hecho una apuesta firme por los vehículos autónomos, ya sean los futuristas voladores o los más inmediatos terrestres. Está convencido de que son la vía para que Francia, antaño potencia automovilística con marcas míticas como Renault, Citroën o Peugeot, recupere la ventaja perdida en los últimos años en que quizás no tomó las “decisiones tecnológicas más pertinentes”, como dijo en marzo, y logre incluso volver a competir en igualdad de condiciones con su eterno rival automovilístico, Alemania. “Hoy estamos en vías no solo de recuperar el retraso, sino de convertirnos en los líderes europeos de las nuevas tecnologías”, celebró Macron, quizás con algo de anticipación, cuando inauguró Viva Tech.

En cualquier caso, los planes para convertir a Francia en campo de pruebas privilegiado para este tipo de vehículos que muchos consideran el futuro ineludible del transporte urbano, avanzan firmes. El Gobierno ha prometido que la inminente Ley de orientación de la movilidad, contendrá “numerosas herramientas a favor de la innovación, de lo digital y nuevas soluciones para la movilidad”.

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha hecho una apuesta firme por los vehículos autónomos, ya sean los futuristas voladores o los más inmediatos terrestres

Ya a mediados de mayo, se presentó la “estrategia para el vehículo autónomo”, que prevé un calendario de acciones para que, antes de que acabe el mandato de Macron, en 2022, esté listo el marco regulatorio, así como el acondicionamiento de infraestructuras que permitan la circulación en Francia de vehículos particulares, de transporte público y de mercancías “altamente automatizados”, hasta de nivel 4 (sin intervención del conductor). De hecho, a partir del año que viene se permitirán las pruebas de vehículos autónomos en la red nacional de carreteras. “La ley Pacte (Plan de acción para el crecimiento y la transformación de empresas) prevé que la experimentación en carreteras abiertas sean posibles en todo el territorio francés hasta el nivel 5 de autonomía, es decir, con ausencia de todo conductor”, ha dicho el ministro de Economía, Bruno Le Maire.

A ello se unen condiciones fiscales atractivas para empresas que, aunque le han valido a Macron el sobrenombre de “presidente de ricos” que dice detestar, no han pasado desapercibidas por las compañías punteras del sector.

“Creemos que esto tiene que ser algo que se desarrolle entre las empresas más grandes y los reguladores más ambiciosos, y debe estar además apoyado por presidentes visionarios. Aquí estamos en este nivel, es muy positivo que Macron esté asumiendo un papel tan activo para crear estas condiciones”, señala el director general de movilidad aérea urbana de Airbus, Matthias Tomsen.

Francia, por supuesto, no es el único país en esta carrera. “Tenemos discusiones a niveles similares con China, Estados Unidos, con países de Oriente Medio y con Israel”, revela Tomsen. Además, en lo que respecta a los prototipos de vehículos autónomos voladores, por sus características y tamaño están en un principio pensados para megaurbes como Nueva York o Dubai, no para ciudades europeas como París con sus angostas calles que no permitirían un tráfico fluido de estos vehículos, señala Luca Buono, de Italdesign.

Aun así, Francia está dando pasos de gigante. La empresa gala Navya tiene en funcionamiento 70 shuttles autónomos de nivel 5 (sin volante ni pedales) y que alcanzan hasta 25 kilómetros por hora en varias partes del mundo, incluido su país de origen, Francia, explica Cédric Maisonnier, director de desarrollo empresarial de la compañía. En París se pueden usar desde abril para traslados por el aeropuerto Charles de Gaulle, en el barrio de la Défense o en el bosque de Vincennes, siempre efectuando un recorrido predeterminado. A finales de 2017, presentó su robotaxi, un vehículo de hasta 6 plazas, 100% autónomo, que alcanza hasta los 70 kilómetros por hora y que puede circular sin ruta predeterminada por zonas de hasta 10 kilómetros cuadrados. Navya empezará a probarlo en Francia, Australia y Estados Unidos este año con el objetivo de que acabe “reemplazando a los taxis”, señala Maisonnier. Y a la competencia de Uber, se ríe. Para los coches del futuro, ni el cielo parece el límite.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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