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¿De verdad se ceban los meteorólogos con Cantabria?

Miguel Ángel Revilla afirma que las predicciones son injustas con su comunidad. Los expertos responden: el pronóstico no discrimina

Cristina Galindo
Vista de la playa en Santander.
Vista de la playa en Santander.Ruhey (Getty)

Bajo un sol brillante, con la bahía de Santander al fondo y sin apenas nubes en el cielo, el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, arremetió esta Semana Santa contra los “hombres del tiempo” por sus agoreras previsiones para esta comunidad. Los partes meteorológicos, dijo el 29 de marzo en una conexión televisiva, son injustos con Cantabria y ahuyentan a los visitantes. Según él, no contemplan el efecto Foehn, un fenómeno asociado al viento que se da en zonas montañosas: “Aquí, cuando sopla viento del sur se sabe que no llueve”. El político, conocido por la pasión con que promociona el turismo en su tierra, pidió que, en meteorología, se haga “una distinción” con Cantabria.

Era la manera de Revilla de justificar que la ocupación hotelera haya sido del 80% en el puente de la Semana Santa, por debajo de lo previsto por el sector. Después de sus declaraciones, empezó a llover a última hora de la tarde en casi toda la comunidad, según relataba el Diario Montañés, y al día siguiente hubo restricciones en la A-67 por nieve. La Agencia Española de Meteorología salió en defensa de la predicción oficial, que había indicado un tiempo inestable, es decir, sol, lluvia y viento (y no necesariamente en ese orden). “Se ha cumplido en un grado bastante alto”, dijo José Luis Arteche, su delegado en Cantabria, en declaraciones recogidas por el mencionado periódico.

Los pronósticos suelen ser fiables a dos o tres días vista, pero con tiempo inestable la tarea se complica

¿Son injustas las previsiones? Los expertos recuerdan que el efecto Foehn no es algo exclusivo de Cantabria y que los pronósticos recogen su impacto. “Se pueden criticar las predicciones, pero por supuesto que los meteorólogos tienen en cuenta el efecto Foehn”, afirma Fernando Aguado, presidente de la Asociación Meteorológica Española. Este fenómeno se produce cuando el aire se ve forzado a subir por una montaña (en este caso, desde el sur por la cordillera Cantábrica) y en su camino va dejando agua, por lo que cuando llega al otro lado está más cálido. “Es como una secadora”, resume José Luis Sánchez Gómez, catedrático de Física de la Universidad de León, cuyo equipo realiza sus propias previsiones meteorológicas. “En los Andes, este efecto provoca que en invierno en la parte argentina tengan días en los que se alcancen los 20 grados. Algo similar, aunque no tan fuerte, pasa en Guadarrama y los Pirineos”, explica. También en Asturias.

Hay otro factor: la primavera. “Es una estación muy variable y conviene consultar con más frecuencia las previsiones. No es lo mismo prever el tiempo que hará en abril que en agosto, porque el verano suele ser más estable”, afirma Daniel Santos Muñoz, doctor en Ciencias Físicas y meteorólogo. Los pronósticos suelen ser fiables a dos o tres días vista, pero con tiempo inestable la tarea se complica. “Es difícil determinar la hora en la que llegará un frente, sobre todo cuando encadenamos borrascas”, según Sánchez Gómez. “Esto puede generar confusión, porque nos han dicho que va a llover, pero salimos de casa y hace sol y no llueve hasta la tarde”, puntualiza.

Ningún aeropuerto confía en una aplicación para móvil para saber las condiciones para un aterrizaje

Acertar con la predicción es mucho más fácil cuando llega un anticiclón, porque entonces los meteorólogos pueden confiar en que tienen por delante unos 15 días de calma. Pero cuando llega el mal tiempo, con las borrascas, la cosa se complica. “La fiabilidad actual de las predicciones del tiempo está marcada por la verificación objetiva del modelo de predicción a plazo medio del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas”, explica Fernando Aguado. Se trata de un organismo científico creado y financiado por todos los Estados miembros de la UE. “Este modelo es reconocido en la actualidad como el más fiable del mundo. Su fiabilidad promedio está fijada actualmente en siete días, con mayor o menor variabilidad según la época del año", afirma.

Los expertos aconsejan elegir fuentes fiables para informarse e interpretar las previsiones como escenarios posibles más que como adivinaciones infalibles. Es decir, que a veces pueden fallar, porque la meteorología es cambiante. También recomiendan desconfiar de las aplicaciones para móviles. “Organismos como AEMET cuentan con medios capaces de adaptar el pronóstico a los cambios; en una aplicación esto no pasa, es todo automático”, explica Daniel Santos Muñoz. Estos servicios, añade, dan una sensación de falsa seguridad, porque ofrecen información muy detallada: “Pero ningún aeropuerto confiará en una app para conocer el parte meteorológico”.

Cuando vea en su teléfono que hay un 51% de posibilidad de que llueva, no olvide que hay un 49% de que no.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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