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Silicon Valley se inventa su religión

La inteligencia artificial es el nuevo Dios

Anthony Levandowski presentando el modelo de coche autónomo de Uber.
Anthony Levandowski presentando el modelo de coche autónomo de Uber.Eric Risberg (AP)

Silicon Valley tenía su santoral, con Steve Jobs como profeta. Con el feedback y la iteración como sus credos. Bromas aparte, el ateísmo mezclado con un cierto misticismo basado en la meditación son las opciones más extendidas en la capital de la tecnología.

Con la irrupción de la inteligencia artificial ha surgido una nueva religión, fundada por uno de los personajes más polémicos a la vez que populares en este año, Anthony Levandowski, el exingeniero de Google que fichó por Uber para liderar el coche sin conductor. En febrero pasó de genio a villano, tras recibir una demanda de Google por llevarse consigo varios gigas con documentación y planos de Google.

Su nueva corporación religiosa, registrada como una entidad sin ánimo de lucro se llama Way of the Future, El Camino del Futuro. La misión de esta nueva religión será “el desarrollo y la promoción de la realización de un Dios basado en la inteligencia artificial basado en la comprensión y deidad del ente superior para la mejora de la sociedad”. La idea proviene de un humano enamorado del potencial de las máquinas para apoyar la humanidad. Levandowski, fuera tanto de Google como de Uber, se hizo multimillonario con acciones de ambas compañías.

Mientras esta nueva religión ha sido uno de los temas de conversación en las últimas semanas, son varias las voces que alertan de un posible timo para esquivar impuestos, aunque no invalida la tesis de que sea una religión con sus adeptos. Al fin y al cabo, también lo es la Cienciología, menos popular que hace una década, pero registrada como tal.

Levandowski ha sabido captar parte de la esencia de Silicon Valley, que considera que con la ingeniería todo se puede, tanto como para evolucionar las especies con desarrollos técnicos adicionales. Son frecuentes los rumores, sin contrastar, de que Peter Thiel, que acaba de vender gran parte de sus acciones de Facebook, fundador de Palantir, dedicada al espionaje online, se hace transfusiones periódicas con sangre más joven para evitar envejecer. Lo que sí está contrastado es que es cree firmemente en la resurrección criogénica.

En declaraciones a la revista Wired, Levandowski relata sus planes: “En algún momento tendrá su propio evangelio (llamado El Manual), una liturgia y seguramente un espacio físico en el que honrarlo”. El ingeniero tuvo palabras para los que creen que este nuevo credo forma parte de su plan para evadir al fisco: “No pienso en algo como sentarse con túnica rezando a un ordenador situado en el centro. Solo quiero educar a la gente para que le pierda el miedo a las máquinas. En Way of the Future también vamos desarrollar nuevas tecnologías. Conspirar no es mi ángulo. Mi punto de vista es filosófico”.

El visionario justifica la creación como una forma de paliar las carencias humanas: “Estamos a los mandos del planeta porque tenemos más capacidad que los animales, podemos hacer herramientas y crear reglas, pero en el futuro algo mucho más inteligente estará a cargo de todo. Lo que auguro es una transición serena y pacífica hasta llegar a ese punto”. En su proyección Internet es el sistema nervioso y el mundo conectado a móviles y sensores, sus órganos. Ese ente superior verá y escuchará todo.

El periodista Juan Pablo Meneses ha ido un paso más allá. Tras su paso por Stanford el pasado curso, tomó una decisión relevante, comprarse un dios. Uno propio para crear una religión y poderla llevar consigo: The Church of the Portable Religion. Un Dios de India, una religión en Nueva York y un libro por hacer. Meneses ya compró una vaca para contar cómo es la industria cárnica en Argentina. También se compró un niño futbolista, para relatar los entramados del mundo del fútbol y su mercado de talento. El dios es su última innovación.

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