X-57 Maxwell: así es el primer avión eléctrico de la NASA
La propulsión eléctrica llega a la familia de aviones experimentales estadounidenses
Los aviones de la serie X, la mayoría de los cuales fueron diseñados por la NASA, han servido tradicionalmente para investigar los límites de la tecnología aeroespacial. Y el más reciente de ellos, el X-57 Maxwell, no va a ser una excepción, aunque en este caso servirá para avanzar en nuestro conocimiento acerca de los aviones eléctricos.
El X-57 parte de la base de un Tecnam P2006T, un avión ligero con dos motores de explosión, que irá siendo modificado paulatinamente para convertirlo en un avión eléctrico. La primera fase del proyecto ha consistido en, por un lado, evaluar el Tecnam P2006T que ha comprado la NASA para tener parámetros con los que compararlo cuando haya sido convertido en eléctrico, y por otro en hacer las pruebas pertinentes de los motores eléctricos que se usarán con una especie de ala montada sobre un camión.
Las alas originales serán sustituidas por otras más largas y estrechas en las que habrá ni más ni menos que 14 motores
La segunda fase consistirá en sustituir los motores de serie del P2006T por otros eléctricos que pesan aproximadamente la mitad que los originales y hacer las pruebas correspondientes para comprobar cómo vuela el avión con ellos y así luego recopilar datos para comparar las prestaciones de la versión estándar con la versión eléctrica de dos motores.
Pero la configuración final del Maxwell es mucho más ambiciosa, pues las alas originales del P2006T habrán sido sustituidas por otras más largas y estrechas en las que, en lugar de dos, habrá ni más ni menos que catorce motores. Doce de ellos, seis en cada ala, se usarán junto con los motores principales, que habrán sido movidos a los extremos de las alas, en las fases de despegue y aterrizaje, aunque se desactivarán una vez que el avión alcance la suficiente velocidad como para volar usando sólo los motores principales; sus hélices se plegarán cuando no estén en uso para reducir la resistencia que presentan al viento.
El objetivo final del X-57 Maxwell es comprobar si, como dicen los estudios, puede volar a la misma velocidad de crucero que el P2006T en el que está basado pero consumiendo la quinta parte de energía; un beneficio adicional sería demostrar unos costes operativos un 40 por ciento menores que los del avión original. El vuelo sin emisiones de C02 –aunque hay que ver de dónde viene la electricidad que almacenan las baterías del avión– y prácticamente silencioso tampoco son cuestiones baladíes.
Falta tiempo, de todos modos, hasta que se popularice la propulsión eléctrica en los aviones, ya que el peso de las baterías hará que el X-57 se convierta en un biplaza, perdiendo dos plazas respecto al P2006T original. Pero si ya no nos extraña del todo ver coches eléctricos, quizás en breve tampoco nos sorprenda ver aviones eléctricos. El nombre del Maxwell, por cierto, es un homenaje a James Clerk Maxwell, el físico escocés del siglo XIX que desarrolló la teoría electromagnética clásica
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