Jugones sin balón

Son deportistas profesionales. Juegan en ligas organizadas, disputan dos partidos por semana y entrenan prácticamente a diario. Cobran un sueldo, forman equipos y compiten por alcanzar un Mundial que premia al ganador con cerca de un millón de euros y que este año se ha celebrado en París, Londres, Bruselas y Berlín. Grandes marcas les patrocinan y tienen legiones de seguidores que compran entradas para verles jugar. Y no, no son futbolistas, sino la evolución del gamer: son maestros de League of Legends, uno de los juegos con más usuarios en todo el mundo.

Uno de ellos es Enrique Cedeño, xPeke. Este murciano, que comenzó jugando con amigos, recibe ahora en Bilbao el premio al jugador ‘eSport’ (deportista electrónico) más destacado del año en España. xPeke lleva ya cinco años como profesional. Dio el salto durante el verano de 2010: “Tenía mucho tiempo libre. Me despertaba y jugaba ocho o diez horas, hasta la tarde noche. No buscaba divertirme sino mejorar”, reconoce. Y ahora vive, entrena y juega en Berlín y ha creado su propio equipo, Origen, con el que llegó a semifinales en el último Campeonato del Mundo.

Jugadores como él son el último eslabón de esta industria que nace de la mente de diseñadores como Patrice Désilets, creador de la franquicia Assasins Creed, que ha vendido más de 80 millones de copias de sus videojuegos para todo tipo de plataformas: videoconsolas, ordenadores y smartphones. ¿Cuáles son las claves de la creatividad y la innovación? Para Désilets, a las clásicas concepto, entorno digital, tecnología, vocación internacional, diversión o trabajo se añaden otras ideas importantes: establecer un diálogo con el jugador, tener claro que crear un videojuego es una carrera de fondo, sentirse siempre un turista curioso y un pionero, miembro de un sector aún incipiente donde no cabe sino la experimentación y el riesgo.

En definitiva, ser

En definitiva, ser creativo es no tener miedo a fracasar. Como la creatividad, también la innovación es una constante en la industria del videojuego. Ya no se busca la diversión a secas. Ahora los títulos de mayor éxito incorporan un guion, son auténticas películas de amor o de acción de las que el usuario forma parte. Ese afán por contar historias es para Pepe Larraz, dibujante de Marvel, básico en la industria del entretenimiento: “Tiene que interesarte poder contar bien algo. Para dibujar no hace falta saber mucho de anatomía”. Pero, ¿qué futuro tiene una buena idea sin financiación? Afortunadamente, el crowdfunding ha arrebatado a los grandes nombres del sector el monopolio a la hora de decidir qué sale al mercado y qué se entierra en un cajón. A través de páginas web como Kickstarter, que ayuda a captar recursos económicos a creadores de moda, cine, cómics o música, es el potencial usuario final quien hace viables los proyectos.

El responsable de su división de videojuegos, Luke Crane, asegura que su clave es “que no hay garantías”, es decir, que los inversores solo pagan si el juego en cuestión alcanza en un período determinado la financiación necesaria. Y parece que funciona, pues Kickstarter ha conseguido lanzar con éxito más de 6.500 videojuegos y en 2015 acumula ya 130 millones de dólares comprometidos con múltiples proyectos. Para Crane, la clave está en que “se construye una comunidad. Para el creador es importante contar con gente que te da su dinero para tu proyecto. Así no te mantiene nadie y eso te otorga una gran independencia”. El Fun&Serious Game Festival de Bilbao se ha consolidado como plataforma y se ha convertido en una catarsis para creadores, diseñadores, mecenas y usuarios (muy avanzados) de la industria del videojuego.