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La venganza de Acton y Koum

Uno de los fundadores de WhatsApp fue rechazado por Twitter y Facebook El otro firmó la venta de la compañía en la oficina donde recogía cupones de comida

Koum y Acton, en la sede de la empresa.
Koum y Acton, en la sede de la empresa.ROSA JIMÉNEZ CANO

Brian Acton y Jan Koum, los creadores de WhatsApp que se han convetido en dos megarricos, representan el valor de una amistad férrea. Ambos se conocieron cuando trabajaban en Yahoo!. Koum llegó a Mountain View (Silicon Valley, California) con su madre desde Ucrania cuando tenía 16 años. Terminó el instituto, comenzó a interesarse por la programación y, un buen día, mientras estaba en clase, recibió la llamada de David Filo, cofundador de Yahoo!, donde trabajaba como becario. Le pedía que fuera de inmediato. Dejó la clase a medias y ya no volvió a la Universidad del Estado de San José, donde cursaba matemáticas y programación.

Huérfano de padre desde 1997 y tras perder en el año 2000 a su madre, enferma de cáncer, el estadounidense Acton fue el amigo que le invitaba a casa en fechas señaladas, que le llevaba a esquiar o sencillamente a dar un paseo. 

La situación económica de Koum no era la mejor. Durante mucho tiempo, mientras estaba en el instituto, necesitó ayuda estatal para alimentarse él y su madre. De ahí el simbólico lugar escogido para la firma del contrato con Facebook: la oficina donde recogía los cupones para hacerse con los productos básicos con subvención

Su obsesión por la mensajería instántanea no provenía solo por el ahorro, por la intención de acabar con la tiranía de precios de los SMS de las operadoras telefónicas. En la época en que su padre y su madre vivían en Kiev hablaban en susurros dentro de la casa por temor a las delaciones. Tampoco llamaban por teléfono por miedo a ser espiados por el régimen comunista. En una conferencia reciente en Munich relataba que de su infancia ucrania tenía muy interiorizado cómo era la vida sin publicidad, donde las cosas se vendían por el boca en boca. Así es como pensó en una forma de comunicación que fuese directa entre personas, sin anuncios ni intermediarios.

Koum creció en Kiev entre susurros y sin llamadas telefónicas por temor al espionaje del régimen comunista

La complicidad entre Koum y Acton se nota desde el primer momento en que se les tiene delante. Oficialmente, Koum es el portavoz, el que de la idea hizo una aplicación, el que manda. Cortante, sarcástico y, por momentos, distante, mide sus palabras y se muestra mordaz. Durante el último encuentro con EL PAÍS, en el mes de mayo, ninguno de los dos usaba un iPhone, precisamente el teléfono que fue clave para su éxito y expansión (empezaron la aplicación solo para iOS). "Sí, estaba muy bien. A nosotros también nos gustaba antes", soltó Koum con sarcasmo. Acton se mantenía en un segundo plano, pero sí matizaba o se sonreía con alguna boutade de su gigantón amigo.

Hartos de explorar más y más en los datos de usuarios para afinar la publicidad en Yahoo!, la pareja dejó la compañía. Acton intentó trabajar en Facebook. El 3 de agosto de 2009 publicó un mensaje en su cuenta de Twitter contando que no le aceptaron: "Facebook no me ha cogido. Era una gran oportunidad para conectar con gente fantástica. Deseando que llegue la próxima aventura en la vida". Poco antes, el 23 de mayo, Twitter tampoco le aceptaba. "Me han rechazado en el cuartel general de Twitter. Bueno, está bien. Me habría pasado mucho tiempo yendo y volviendo", se resignaba. 

Mientras, la pareja desarrollaba el prototipo de WhatsApp, que vio la luz en 2009 y que ahora, con 430 millones de usuarios, han vendido a Facebook.

Tras la visita de Mark Zuckerberg a la oficina para dialogar con los trabajadores, los empleados tuvieron una charla con los abogados de la red social. Todo el correo de los últimos días iba a ser rastreado. Después todos se fueron a celebrarlo a Castro Street, la arteria central de Mountain View. 

Antes de caer en el imperio Facebook, Google intentó en abril del año pasado su compra. No lo logró (se dice que ofreció mil millones), habría sido la alternativa perfecta a la deficiente integración de Hangouts en el móvil, que gestiona los SMS por defecto en Android pero que no termina de sincronizar.

Uno de los movimientos más llamativos antes de la firma fue la compra de un edificio de tres plantas cerca de su actual ubicación. Allí estará la plantilla actual y los que se sumen a lo largo de este año, pues prevén llegar al centenar de empleados, casi el doble de los actuales.

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