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Play contra Xbox, una partida de millones

Lo mejor y lo peor de las nuevas consolas, fundamentales para Sony y Microsoft

Iván de Moneo
Presentación de XBOX One en Madrid.
Presentación de XBOX One en Madrid.Gonzalo Arroyo Moreno (Getty Images)

Nunca el videojugador tuvo una Navidad tan excitante. La crisis había estirado hasta los ocho años, cuando lo habitual son cinco, el ciclo de vida de las consolas; pero las nuevas ya están aquí y a la vez: Xbox One (Microsoft) y PlayStation 4 (Sony). El objetivo es superar los 160 millones de unidades que vendieron sus antecesoras, a lo que hay que sumar los cientos de millones de juegos que arrastran.

» Hombre rico, hombre pobre. Cien euros en tiempos de crisis pueden llegar a ser un abismo. Eso mismo debió pensar Sony cuando anunció que su consola saldría a 400 euros frente a los 500 de la Xbox One. El precio es determinante durante el primer año. Para muestra, un dato: PS4 ha vendido un millón de consolas en EE UU en 24 horas, algo que también consiguió Microsoft, pero en 12 países más EE UU.

» Alma de PC y cuerpo de consola. Tanto PS4 como Xbox One emulan la arquitectura de un PC para desplegar una potencia gráfica nunca antes experimentada. Esta circunstancia hará que a priori sea más sencillo programar. La PS4 es superior tecnológicamente al contar con una memoria más ágil, pero su ventaja en pantalla solo la notará el ojo experto. Eso no impedirá que se sigan sucediendo debates entre aficionados sobre el rendimiento de una y otra consola, aunque no se sabrá el potencial de cada una hasta que los desarrolladores expriman su hardware.

» Que no me quiten mi mando. El mando de Xbox One aporta pocos cambios respecto a su antecesor, que logró mejorar al mítico Dual Shock de PlayStation. El mando de One sigue siendo infalible en títulos que exigen precisión; ahora incorpora una tecnología para que la vibración sea de distinta intensidad en función de lo que ocurra en pantalla. Sony, por contra, tenía más trabajo que hacer tras las críticas al de PS3. La cuarta versión del Dual Shock recupera las señas de identidad de un mando que fue insustituible hace una década y que ahora se adapta como un guante, gracias a su mayor peso y a botones más fiables. Añade una pantalla táctil para desplegar menús y opciones y un botón para compartir hazañas en las redes sociales.

» Ahora me ves, ahora no me ves. Respecto a la cámara, Microsoft parte con ventaja porque ya tenía la Kinect. La diferencia es que antes era un periférico que nunca llegó a calar entre los jugadores y ahora, en cambio, es parte integral. Gracias a ella, se podrá apagar o encender la máquina con la voz o movernos por los menús con los gestos de las manos. En el FIFA, por ejemplo, se podrá cambiar la táctica y la formación de nuestro equipo sin parar el balón. Sony, en cambio, ha preferido centrarse en el juego tradicional y desplazar la cámara, que también la tiene, a un segundo plano. PS Eye es un dispositivo mucho más modesto que Kinect y del que se sabe poco, pero no llegará al nivel de su contrincante.

» Un circuito sin rivales para Forza. Xbox One sale con un primer catálogo de juegos más atractivo que el de PS4. El simulador de conducción Forza Motorsport 5 se erige como la mejor demostración del potencial de One. Sony no ha podido ofrecer una alternativa a la altura de su rival debido al retraso de Driveclub. Resulta chocante que Gran Turismo 6 corra estas Navidades en la PS3 y no lo haga en la nueva. Para ver de lo que es capaz la PS4 basta con probar Killzone, con los mejores gráficos, aunque el título más atractivo sea Resogun, un adictivo y sencillo juego de marcianos de aire retro.

» El triunfo de lo contemplativo. Alejadas del estruendo de Call of Duty y Battlelfield, hay dos pequeñas joyas, Zoo Tycoon y Flower. El primero es el título más rompedor de Xbox. Nos coloca al frente de un zoo donde nos relacionaremos con los animales de una forma nunca antes vista. La cámara permitirá una comunicación real con las bestias, que reaccionan a nuestros gestos y sonidos. Flower, exclusivo de PS4, eleva a la categoría de arte algo tan etéreo como arrastrar pétalos de flores con la ayuda del viento que manipulamos a nuestro antojo.

» El poder de la nube. Para sacar todo el provecho a la One y a la PS4 será necesario pagar los 60 y 50 euros, respectivamente, que cuesta la suscripción anual a Gold y Plus para jugar en red, una parcela en la que Microsoft siempre ha sido superior. One tendrá 300.000 servidores para los millones de partidas en Red. Sony también se sube a la nube con la plataforma Gaikai, donde ofrecerá por streaming juegos de PS3, sorteando así la incompatibilidad entre sus consolas. La nube supone un desahogo, ya que los 500 gigas de almacenamiento de las máquinas se quedan cortos en cuanto se instala una docena de títulos.

» ¿Consola o centro multimedia? Xbox One aspira a ser mucho más que una simple consola. Una ristra de aplicaciones para navegar, ver televisión, reproducir música, conversar por Skype o hacer ejercicio ocupa casi más espacio que el destinado a los juegos. La consola llega preparada para integrar la televisión en juegos y aplicaciones abiertos en la consola. PS4 solo permite compartir nuestros progresos en Facebook o Twitter. Ambas consolas dejan grabar los últimos minutos de juego para distribuir por las redes.

» Vita, la segunda pantalla. La gran ventaja de PS4 es que permite jugar a todos sus títulos remotamente, sin ocupar la tele, en la PS Vita, la portátil de Sony que ha pasado desapercibida en los dos años que lleva en el mercado. Con Xbox One lo único que podremos hacer es consultar en el móvil o tableta información del juego o de nuestros contactos con la aplicación Smartglass.

» A la espera de Titanfall y Uncharted. Muy a su pesar, PS4 y Xbox One se parecen en más cosas de las que se distancian. Al final serán los juegos exclusivos los que marquen la diferencia. Sony pone sus esperanzas en la nueva entrega de Uncharted, y Xbox en Titanfall, el juego llamado a destronar a Call of Duty.

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Sobre la firma

Iván de Moneo
Es redactor en El Viajero desde 2019. Antes fue reportero de El País Semanal. Periodista de EL PAÍS desde el año 2000, ha ocupado distintos puestos de responsabilidad al frente de la Mesa Digital y ha colaborado con la sección de Tecnología, con reportajes sobre videojuegos.

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