Un gigante menguante
AOL ambicionó que el internauta no tuviera que salir de sus portales para disfrutar de Internet
En los años ochenta, una modesta AOL, que había nacido como empresa de vídeojuegos para emigrar a la actividad de proveedor de acceso, apenas daba miedo a nadie. Pero AOL se planteó ofrecer a sus suscriptores una navegación interna por Internet, se trataba de no tener que salir de sus portales para tener correo, información, servicios... Todo estaría en su propio sitio. En 1993, su éxito llamó la atención de Microsoft que intentó inútilmente su compra. Ante el fracaso, la empresa de Gates lanzó la colección de servicios MSN.
Pero el momento más llamativo de la historia corporativa de la compañía, que tenía en sus manos desde Netscape al proveedor de acceso Compuserve, adquirida en 1997, fue en el 2000, cuando se anunció que compraba Time Warner. Las cifras eran mareantes. Antes de difundirse la noticia, ambas compañías valían en Bolsa 247.000 millones de dólares (más de 40 billones de pesetas) y se revalorizaron en algo más de un 10%, aproximadamente la mitad del PIB español. La fusión, señaló Steve Case, patrón de AOL, "reúne lo mejor de los dos mundos: la vanguardia de AOL en el ciberespacio y el peso de Time Warner en los medios tradicionales de comunicación". La noticia estaba en que el sujeto protagonista de la compra era AOL y no Time Warner. El proveedor de acceso dominaba al de contenidos. La compra fue investigada por las autoridades estadounidenses porque se sospechó que algunos ejecutivos de AOL se habían beneficiado de información privilegiada. Uno de los personajes de Time crítico con el movimiento fue Ted Turner, creador del canal informativo CNN, que en 2003 dejó la vicepresidencia de la compañía cuando ya presentaba pérdidas (44,900 millones de dólares en el cuarto trimestre del 2002 y 98,700 millones en todo el año). AOL no había conseguido retener al internauta en su red de ofertas. Hotmail lideraba el servicio de correo y Google, nacido en 1998, se haría con el mercado de las búsquedas en Internet. El internauta no necesitaba que alguien navegara por él. Lo hacía él mismo.
Tras el estallido de la burbuja punto.com, los negocios de AOL se torcieron. En 2002 abandonó el proyecto español de distribuir un ordenador tonto, conectado a Internet. Nacido en 200, sus dos principales accionistas eran el Banco de Santander y AOL. El objetivo de AOL Avant era colocar medio millón de terminales. Fracasó estrepitosamente.
La política de compras de servicios ha vivido otros fracasos. El año pasado vendió la red social Bebo. La había comprado por 10 millones de dólares y la vendió por 850. Más afortunada fue la compra de los sitios de información tecnológica Techcrunch (2010) y Engadget (2005) que mantiene en su cartera que, ahora, incorpora otro popular medio de información, The Huffington Post.
En 2009, el matrimonio Time-AOL se rompió. Time segregó las acciones de AOL cuyas acciones empezaron a negociarse en Bolsa separadamente en diciembre de aquel año. AOL había perdido en el tercer trimestre de aquel año 400.000 suscriptores y sus ingresos publicitarios habían descendido un 18%.
Pero AOL no ha perdido todo su crédito y demuestra que quiere seguir en el planeta de Internet. También el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, debe pensar que la gente de AOL sabe de qué habla. El mes pasado fichó a su fundador, Steve Case, como asesor de la política para ayudar a los emprendedores.
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