¿La pantalla táctil cambia sociedades?
Podría parecer que privar a los ciudadanos de los mapas personalizados se encuentra en los últimos puestos de la lista de escándalos internacionales. Aún así, esa fue la condición que se puso en la presentación del iPhone 3G de Apple en Egipto. El Gobierno pidió la supresión del sistema de posicionamiento global del teléfono, argumentando que el uso del GPS es un privilegio exclusivamente militar.
Al parecer, Apple accedió, aunque probablemente guiándose más por las empresas de telecomunicaciones que comercializan allí el teléfono. Ésa es la opinión de Ahmed Gabr, administrador de un blog en Egipto, gadgetsarabia. com, que escribe sobre el lanzamiento del iPhone en dicho país. "Lo que sucede es que por medio de una unidad GPS se pueden obtener las coordenadas precisas de cualquier lugar, incluidas las bases militares, y por lo tanto éstas pueden ser fácilmente identificadas", escribe en un mensaje de correo electrónico.
Conocí a Gabr el verano pasado en Alejandría, Egipto, en la conferencia mundial de Wikipedia. Era como todos los jóvenes del público: sediento de nuevas tecnologías, esperanzado sobre lo que éstas supondrían para su país.
Sin embargo, al igual que cualquier otro país, Egipto nos brinda un ejemplo de la naturaleza de la tecnología con un Gobierno opresivo. Los jóvenes utilizan masivamente Facebook de una forma que nunca habría imaginado. Para el mayor país árabe del mundo, es una manera que tiene la élite culta de ponerse en contacto unos con otros y con aquellos que han dejado el país para tener una educación incluso más elitista.
Andrew Bossone, un estadounidense que vive en El Cairo y que escribe sobre tecnología, sostiene que, a pesar de su precio, el iPhone en Egipto es "realmente popular, todo el mundo lo conoce". Además de dirigir una revista de tecnología, es catedrático de la American University. Bossone opina que el Gobierno acabará por transigir en temas como el GPS para ponerse del lado de los negocios aunque sea a expensas de las cuestiones militares.
"La economía es en sí una cuestión de seguridad", comenta. "Cuanto más lentamente crece , más gente hay descontenta, y eso es una cuestión de seguridad".
Pero hasta ahora, cada vez que la tecnología ha prometido ayudar a introducir la democracia en el país, las esperanzas de los jóvenes se han visto defraudadas. Un movimiento reformista que usaba Facebook para organizar protestas fue clausurado en primavera. Las autoridades detuvieron a varios de sus organizadores. Hace poco, el administrador de un blog afiliado al grupo radical Hermanos Musulmanes fue detenido por sus escritos, según la Red Arábica de Derechos Humanos.
Eso es suficiente para preguntarse si las nuevas tecnologías -el portátil, Internet, o el todopoderoso smartphone- nos ayudarán a ser libres o simplemente nos harán creer que lo somos.
Apple modificó su teléfono sin anunciarlo públicamente. A través de una serie de mensajes electrónicos y de algunas breves conversaciones telefónicas, una portavoz de Apple destacaba el éxito del lanzamiento del iPhone en todo el mundo: un total de 13 millones de teléfonos vendidos desde que salió al mercado en junio de 2007, y más de 200 millones de aplicaciones descargadas. Pero no dijo por qué el iPhone había sido modificado ni si Apple tenía la política de modificar sus productos para satisfacer las demandas de los gobiernos de todo el mundo.
Este tema sigue siendo de gran relevancia ahora que Apple está negociando la introducción del iPhone en China. Arvind Ganesan, director del programa de negocios y derechos humanos de Human Rights Watch, enmarca el hecho en un contexto mayor.
En primer lugar, define la libertad de información como parte de la más amplia y conocida libertad de expresión. Y en segundo lugar, sostiene que es importante para las empresas de tecnología establecer unos principios y seguirlos. "La gran pregunta para Apple es si se trata de un caso excepcional o si existe una política fundamental de mantener el equilibrio entre la libertad de expresión e información y las demandas de los gobiernos".
Es fácil verse arrastrado por la utopía de las nuevas tecnologías: que estaremos más comprometidos políticamente gracias a las herramientas de organización y de recaudación de fondos de las redes sociales; que nuestros odios tribales desaparecerán cuando el mundo se dé cuenta de que en realidad estamos todos conectados.
Incluso los que, como Ganesan, opinan que la tecnología está siendo ultrajada, albergan una prudente esperanza. "Las tecnologías no nos hacen responsables . Nos proporcionan herramientas para exigir responsabilidades". Pero añade: "Como grupo pro derechos humanos, creemos que Internet puede tener un efecto de apertura y transformación".
Cuando Human Rights Watch fue creada en 1978, dice, la gente "pasaba de contrabando cartas escritas a mano desde la URSS y así era como el mundo se enteraba de que existía un disidente". Hoy en día, hay una amplia gama de herramientas para difundir la palabra ".
"Puede que no sepamos cuál es el máximo impacto de la apertura", declara. "Pero sí sabemos que en los lugares más cerrados pasan las peores cosas".
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