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El comercio de dominios empieza a ser respetado

El año pasado, 106 dominios ganaron más de 68.000 euros cada uno con la especulación. porn.com, se vendió por 6,5 millones de euros

Xavier Buck tenía pensado gastarse 68.000 euros en pujas por nombres de dominios, esas parcelas del mundo inmobiliario virtual de Internet, en una subasta en directo celebrada en Hollywood a finales de enero. Buck superó su límite en menos de una hora. Cuando finalizó la subasta de tres horas, Buck, consejero delegado de la empresa EuroDNS, con sede en Luxemburgo, había gastado 100.000 euros en 15 nombres seductoramente genéricos, entre ellos 7th.com, chaptereleven.com, microfinancing.com y computersystems. com.

"Estos nombres se pagarán solos dentro de dos años", señalaba Buck, sentado en el salón de baile del Renaissance Hotel con un socio que lucía un traje gris y una camisa idénticos con el logo de la empresa. "Hasta ahora, el mundo no ha empezado a descubrir lo importante que es poseer estos activos".

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Por primera vez, la gente ajena al ambiente tradicionalmente insular y en ocasiones sumergido de los dominadores, como se denominan a sí mismos, podrían coincidir con él. La aseveración fundamental de los practicantes —que los nombres de las páginas web pueden ser activos valiosos que generen ingresos, igual que las acciones, los bonos o las propiedades—, parece estar ganando una aceptación más amplia a la que los dominadores veteranos no están acostumbrados y con la que quizá no se sientan del todo cómodos.

Buck y otros dominadores obtienen beneficios cuando los usuarios de Internet no experimentados teclean esos nombres en sus navegadores y, una vez en la página, pinchan sobre anuncios relacionados. A largo plazo, esperan revender sus dominios, y cosechar así grandes beneficios, a empresas que quieren crear negocios con esas direcciones de Internet.

Los dominadores suelen tener mala reputación. El comercio de dominios conlleva un porcentaje mínimo del esfuerzo necesario para crear una empresa en la Red, y recurre a clics de personas que sencillamente intentan comprobar si el dominio está cogido. En sus primeros años, el campo estuvo dominado por actores de paraísos fiscales y tácticas secretistas, cuando no ilegales.

Pero, cada vez más, hay cantidades ingentes de dinero en juego. El año pasado, 106 dominios supusieron más de 68.000 euros cada uno, y uno de ellos, porn.com, se vendió por 6,5 millones de euros. En 2006, sólo 70 dominios alcanzaron lasseis cifras. Millones de nombres genéricos, que conducen a páginas con poco más que anuncios de texto automatizados de Google o Yahoo, recaudaron sumas no especificadas de varios millones de euros.

A consecuencia de ello, empresas de capital privado y de riesgo han invertido dinero en las compañías más importantes del sector. El año pasado, Demand Media and Oversee.net, dos compañías de Los Ángeles que poseen cientos de miles de dominios y ofrecen servicios de alojamiento y publicidad a otros dominadores, recaudaron casi 275 millones de euros entre los inversores. "Creemos que sin duda son un sector y un negocio legítimos", señala Robert L. Morse, hijo, un socio de Oak Hill Capital Partners, que invirtió en ambas empresas y cuenta con el respaldo de la familia petrolera Bass, de Texas. "Como muchos mercados que se encuentran en sus primeros estadios, está pasando por una transformación hacia la profesionalidad".

Pero la transición del sector al respeto y la profesionalidad quizáno haya acabado del todo. Una estrategia que ha estigmatizado al sector se conoce como typo-squatting, literalmente "ocupación ilegal con errores tipográficos", que consiste en registrar dominios con variaciones y faltas de ortografía con la esperanza de que los usuarios se topen sin querer con las páginas. Es una práctica que no ha desaparecido.

El secuestro de dominios es otra estrategia que se emplea de vez en cuando. Susan Kawaguchi, directora de dominios globales de eBay, decía que su compañía ha invertido mucho tiempo en asegurarse "de que nadie robe ebay.com".

A medida que el negocio madura, a algunos de los actores más modestos les preocupa la posibilidad de verse pisoteados.

Don Bowman, de Columbus, Ohio, dirige una empresa de compra de dominios con su hermana, y eligen nombres que podrían ser relevantes cultural o políticamente, como obamahillary.com.

Según Bowman, las empresas más grandes están desarrollando programas sofisticados para comprar dominios atractivos en cuanto quedan disponibles.

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