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El menú nanotecnológico aún tendrá que esperar

El hilo conductor de estos proyectos de investigación y del desarrollo de productos de muchas otras empresas alimentarias es la nanotecnología, el nombre que recibe un creciente número de técnicas para manipular materia en dimensiones tan reducidas como moléculas individuales.

Las empresas alimentarias todavía recelan de la idea de llevar la tecnología —así denominada por el nanómetro, o una milmillonésima parte de un metro— demasiado lejos y demasiado rápido para los consumidores preocupados por la seguridad. Pero se sienten fascinadas por la capacidad de la nanotecnología para crear formas valiosas y novedosas de sustancias cotidianas, como ingredientes alimentarios y materiales de envasado, sencillamente reduciéndolos a dimensiones en su día inimaginables.

Buena parte del bombo y la promesa de la tecnología reside en otros sectores, incluidos los de la electrónica, energía y medicina. Pero la primera generación de productos del sector alimentario basados en la nanotecnología, entre ellos colorantes sintéticos, conservantes de aceite para freír y envases recubiertos con agentes antimicrobianos, ha entrado discretamente en el mercado.

Los usos comerciales de la tecnología actualmente ascienden a 327 millones de euros de un total de 2,3 billones de euros del mercado alimentario global, según Cientifica, una empresa británica de investigación de mercado especializada en cobertura sobre nanotecnología. Cientifica prevé que la participación de la nanotecnología crecerá hasta los 4.600 millones de euros en 2012, cuando se hayan desarrollado otros usos para ella.

Posibilidad y peligro

Consciente de las reacciones adversas de algunos consumidores ante la introducción de los cultivos transgénicos, el sector alimentario espera que los legisladores ideen directrices que también aplaquen los temores del consumidor. Eso centró la atención en la primera sesión pública de la Food and Drug Administration (FDA), el organismo estadounidense que controla los alimentos y medicamentos, sobre cómo debía regular la organización la nanotecnología. Este año no se esperan cambios en la política.

Pero lidiar con la nanotecnología puede suponer un desafío desalentador para el organismo, según un informe reciente de un ex funcionario de alto rango de la FDA. Michael R. Taylor, ex comisario adjunto de políticas del organismo, dice que la FDA carece de recursos y, en el caso de los cosméticos, los complementos dietéticos y la comida, de la plena autoridad legal necesaria para proteger a los consumidores y fomentar la innovación.

Hasta la fecha no existen informes confirmados de problemas de salud o medioambientales relacionados con la nanotecnología. Pero preocupantes ensayos de laboratorio indican que algunas partículas a nanoescala pueden plantear nuevos riesgos para la salud, por ejemplo, sorteando fácilmente barreras del cerebro que impiden la entrada de partículas más grandes. Por tanto, los mismos atributos que podrían hacer que la tecnología fuera valiosa para administrar medicamentos también pueden hacerla peligrosa.

El mero hecho de definir nanotecnología también puede ser un obstáculo. Normalmente se considera a BASF un pionero en productos como su licopeno sintético, un aditivo que sustituye al licopeno natural extraído de los tomates y otras frutas. El licopeno, que se utiliza como colorante para alimentos, cada vez es más valorado por sus supuestos beneficios para el corazón y contra el cáncer. Pero el promedio del diámetro de las partículas de BASF está entre 200 y 400 nanómetros, casi igual al del pigmento natural, y muy por encima del umbral de 100 nanómetros que muchos expertos consideran verdadera nanotecnología.

Y lo que es más importante: todo el mundo coincide en que se han realizado pocos estudios rigurosos sobre el comportamiento real en humanos y en el medio ambiente de los materiales a nanoescala. Los que se han completado están muy lejos de reproducir las condiciones con las que se toparían las nanopartículas en el comercio general.

Kraft, líder del sector

Y pocos estudios de laboratorio se han centrado en el destino que corren las partículas que son ingeridas, en lugar de inhaladas o inyectadas. El deseo de eludir la controversia ha hecho que incluso las mayores empresas alimentarias, como Kraft Foods, sean reacias a comentar su interés en la nanotecnología.

En 2000, Kraft, el segundo procesador de alimentos después de Nestlé, era considerado el líder del sector nanotecnológico. Fue entonces cuando Kraft anunció el patrocinio y creación de una alianza internacional de investigadores y académicos que en laboratorios gubernamentales realizarían investigaciones en nanotecnología.

El Nanotek Consortium, como bautizó Kraft al grupo, creó diversas patentes, pero Kraft retiró su altamente visible vínculo con la tecnología hace dos años. Kraft todavía manda a investigadores a congresos del sector para realizar lo que denomina presentaciones "genéricas" sobre los posibles usos de la nanotecnología en alimentación. La empresa rehúsa dar detalles sobre el uso que hace de la tecnología o los planes que tiene para ella.

Funcionarios de la FDA afirman que empresas como Kraft les proporcionan información de forma voluntaria pero privada sobre sus actividades. Pero muchos analistas independientes consideran que, hoy por hoy, el grado de revelación no alcanza los niveles necesarios para ganarse la confianza ciudadana.

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