Don Vito… son sólo negocios

Con un gran retraso, más de 15 millones de euros invertidos en su producción y la mayor campaña de publicidad que se recuerda en la industria del videojuego, llegó la semana pasada a las estanterías de Europa y Norteamérica El Padrino. Esta producción de Electronic Arts para PC, PS2 y XBOX recrea fielmente el ambiente de la mafia de Nueva York justo después del final de la segunda guerra mundial que Puzzo noveló y Coppola convirtió en filme. Más allá de los personajes y escenarios cinematográficos, y tras la pasión de meterse en la trama de la familia Corleone, hay un juego con grandes virtudes y grandes carencias.

Desde luego, El Padrino tiene su baza más importante en el aprovechamiento de la licencia de la película. Compartir ajustes de cuentas, tiroteos o recaudaciones con Luca Brasi, Clemenza o Sonny, reunirse con el consiguiere Tom Hagen y escuchar las sabias y profundas palabras del padrino, Don Vito Corleone es para muchos fans un sueño hecho realidad.

Aprovechando el tirón de la película

Pero no todo son alegrías: echarán en falta a Al Pacino, figura central de la trilogía (prohibió la utilización de su imagen y voz), notarán que el personaje de Michael Corleone es el descrito por Puzzo (Coppola arremetió contra el videojuego, al que calificó de "uso incorrecto de la película"), y si son muy avispados verán que para nutrir el guión se contrató a un experto en la materia, Mark Winegardner (autor de El Padrino, El regreso, un libro que narra acontecimientos posteriores a los de la trilogía "oficial").

Sí tendrán, a cambio, la imagen y la voz de Vito Corleone (Marlon Brando en su último trabajo), Santino 'Sonny' Corleone (James Caan), y la de Tom Hagen (Robert Duvall). Eso sí: sólo en su versión original: en la edición española no se han usado las voces de los dobladores originales al castellano.

El protagonista del juego es un joven huérfano cuyo padre fue asesinado por la familia Barzini en un ajuste de cuentas. Al cumplir los 18, los Corleone le darán la bienvenida en su familia, una de las cinco más poderosas de Nueva York. El objetivo del juego será entonces el de convertirse en el capo di capi. Jefe de todos los jefes. Para ello deberá realizar una serie de misiones con un sistema de juego que parece intentar unir las virtudes de dos pesos pesados del género: Grand Theft Auto y Mafia.

El protagonista irá desarrollando sus habilidades conforme avance el juego y gane respeto entre el resto de mafiosos. Así, irá ganando puntos de experiencia que el jugador podrá distribuir como desee, mejorando su capacidad de pelear, disparar, velocidad o habilidad callejera. Irá aumentando además el dinero en su cartera, y con él el fondo de armario.

Gráficos discretos

Aquí es donde surgen las primeras pegas: el juego se convierte en mecánico, sin retos que sorprendan, ni que resulten frescos. La sensación de estar ante algo que ya se ha visto antes permanece durante la mayor parte de la experiencia de juego. Entre la aportación de El Padrino al género encontraremos la extorsión: los comerciantes de nuestro barrio pagarán una cantidad en concepto de "protección", pero eso sí, antes tendremos que negociar, llegando a intimidarles si es necesario.

En cuanto al aspecto gráfico, la caracterización de los protagonistas es bastante discreta. La expresión facial es rígida, y los modelados toscos. Un detalle interesante es la posibilidad de personalizar al personaje antes de comenzar el juego, modificando para ello hasta 40 parámetros distintos. La ambientación, por su parte, es un tanto sobria y vacía.

A modo de conclusión, podemos decir que este es un título que peca de breve, muy breve en comparación con el resto de los del género. Es un trabajo correcto, gráficamente discreto, pero que da la sensación de estar hecho para explotar el enorme tirón comercial de la película, y que aporta más bien poco al género, imitando a otros títulos. Un lanzamiento que podría resumirse fácilmente con esa fatídica frase: "no es personal, son sólo negocios".