La agencia de EE UU que inició Internet creará el superordenador distribuido más potente del mundo
La National Science Foundation tendrá lista para 2002 una red de computación distribuida mil veces más potente de Deep Blue
Con el nombre oficial de Distributed Terascale Facility, el complejo informático estará integrado por una red de computación distribuida que agrupe ordenadores (desde PCs hasta supercomputadoras), software, bases de datos e incluso instrumentos más complejos de carácter científico. Todos estos elementos estarán unidos a través de Internet, y funcionarán como un solo superordenador con múltiples capacidades.
Al contrario que los superordenadores tradicionales, que se encuentran físicamente en un solo lugar, las redes de computación distribuida están compuestas por varias supercomputadoras conectadas a través de Internet mediante un protocolo abierto. Gracias precisamente al estándar de código abierto que emplean, se pueden conectar a la red multitud de recursos de todo tipo, desde ordenadores con sistemas operativos poco habituales hasta electrodomésticos.
El DTF será usado por cuatro centros de investigación estadounidenses para adelantar en años e incluso décadas sus estudios en áreas como la medicina a nivel molecular, la búsqueda de nuevos recursos energéticos y las simulaciones climáticas y atmosféricas, entre otras.
Un hombre con calculadora
Cuando entre en funcionamiento, a finales de 2002, esta red computacional será capaz de realizar 11,6 billones de operaciones por segundo, manejando 600 terabytes de datos (el equivalente a 146 millones de novelas extensas). Un terabyte equivale a un billón de bytes, frente al millón que corresponde a un megabyte. Para dar idea de lo que esto significa, basta con decir que una persona armada con tan solo una calculadora tardaría 10 millones de años en realizar el mismo trabajo que el DTF hace en un segundo.
El DTF, que empleará una red conexión con una capacidad de transmisión de 40 GB por segundo, será construida precisamente por IBM, líder mundial en informática distribuida; para ello empleará más de 3.300 procesadores Intel y un sistema operativo basado en Linux.
Las redes de computación distribuida están en boga en los últimos años, impulsadas por la popularidad de la utilizada por el SETI para escuadriñar el espacio en busca de vida extraterrestre. Este instituto independiente permite a los internautas bajarse de su sitio web un pequeño programa que, en los momentos en los que el ordenador del usuario activa el salvapantallas por falta de actividad, comienza a procesar datos científicos que recibe a través de la red.
Los institutos de investigación que se beneficiarán de sus servicios son el National Center for Supercomputing Applications (de la Universidad de Illinois), el San Diego Supercomputer Center (de la Universidad de San Diego), el Argonne National Laboratory y el California Institute of Technology.
El germen de Internet
Internet nació hace más de 20 años a partir de la red ARPAnet del Departamento de Defensa estadounidense. Varias universidades y centros de investigación aplicaron este modelo más adelante, de forma que en pocos años se desarrollaron en todo el mundo multitud de redes privadas que interconectaban cientos de ordenadores.
De ellas, la más importante fue la creada por la National Science Foundation a finales de los 80, que unía cinco centros de supercomputación de universidades estadounidenses. Esta red fue creciendo y extendiéndose por los centros educativos y científicos del país, constituyéndose así en el germen inicial de la Internet moderna.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.