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La Iglesia busca una salida inminente para el obispo de Cádiz tras abrirse una investigación contra él por pederastia

La decisión se ultima cuatro días después de que EL PAÍS revelase que el Vaticano emprendió en verano un proceso a Rafael Zornoza por abusos en los años noventa, cuando era cura en Getafe

EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.

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La Iglesia prepara una salida inminente para el obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, y ultima su cese para encajar el impacto del escándalo, tras conocerse este lunes que el Vaticano abrió en verano una investigación contra él por abusos a un niño en los años noventa, cuando era cura en Getafe. Fuentes eclesiásticas españolas informan a este periódico que esperan que la decisión se produzca en breve y Zornoza deje su cargo.

La posible destitución llega cuatro días después de que EL PAÍS desvelara el caso en exclusiva. La Santa Sede tuvo conocimiento de los hechos este verano, después de que una víctima enviara una denuncia por correo al Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Han pasado cuatro meses sin que el Vaticano ni la Iglesia española actuaran para apartar a Zornoza de su cargo como medida cautelar, y la reacción solo ha llegado una vez que el caso ha salido a la luz.

Han fallado todos los filtros y el escándalo ha salpicado a toda la jerarquía y la cadena de mando, colocando a León XIV ante una crisis en la que tal vez él mismo decida intervenir en persona. Es una situación inédita hasta ahora, pues desde que en 2018 comenzó a estallar el escándalo de la pederastia del clero con la investigación de EL PAÍS, Francisco optó por no afrontarlo y confiar en la Iglesia española para gestionarlo, con resultados lentos y muy cuestionables hasta ahora.

Para la salida de Rafael Zornoza se pueden emplear dos fórmulas. Una es que el Papa acepte su renuncia, y la otra es que sea apartado de su cargo como aplicación de medidas cautelares en el proceso canónico abierto contra él. Son dos medidas que ya se podían haber tomado cuando se conoció la denuncia y, sobre todo, la aceptación de la dimisión hubiera permitido una salida discreta, pero tanto el Vaticano como la Iglesia española subestimaron o desdeñaron la gravedad del caso.

En realidad, la renuncia de Zornoza ya fue presentada automáticamente en 2024, cuando cumplió 75 años, tal como marcan las normas canónicas para los obispos al llegar a esa edad. Normalmente el pontífice suele dejar unos años más de prórroga a cada prelado en su puesto, salvo que se encuentre enfermo o en malas condiciones de salud. Cuando el Papa la acepta rápidamente suele ser una señal sutil de que hay algo que no iba bien. Se interpreta como un mensaje de cierta desaprobación del Vaticano por su labor, o porque hay algún asunto problemático.

En este caso la renuncia requeriría un trámite a toda prisa, a raíz de la noticia de EL PAÍS, y supone que el Dicasterio de los Obispos, responsable de los episcopados de todo el mundo, lleve la orden al Papa en persona para que la firme. O que el propio León XIV la reclame para zanjar el asunto cuanto antes y enviar una señal clara. Daría la imagen de que la Santa Sede interviene in extremis para sofocar una crisis en otro país, desautorizando en parte a la Iglesia española. Todo dependerá de qué mensaje se quiere transmitir ante un escándalo que ya ha causado un daño a la institución.

En cambio, si Zornoza es apartado como medida cautelar sería una señal más clara de voluntad de abordar el escándalo desde la propia Iglesia española. Porque la orden, según el artículo 58 del Vademécum vaticano sobre los procesos de abusos, depende del ordinario del lugar. En este caso, el arzobispo de Sevilla, que es a quien el Dicasterio de Doctrina de la Fe encargó la instrucción del caso. La sede hispalense la delegó luego en el Tribunal de la Rota, dependiente de la nunciatura (la embajada vaticana en España) y al que a veces se desvían procesos complejos, pero sigue siendo el arzobispo de la capital andaluza quien puede decidir medidas cautelares. En cualquier caso, tanto el dicasterio de Doctrina de la Fe como el de los Obispos pueden intervenir forzando la decisión desde Roma.

El Tribunal de la Rota ya ha puesto en marcha una investigación preliminar, pero en todo este tiempo, unos cuatro meses, la Santa Sede y la Iglesia española han mantenido en el cargo a Zornoza, que ha seguido en contacto con menores.

Zornoza ha negado las acusaciones en un comunicado este lunes, donde también informaba que suspendía su agenda “para el esclarecimiento de los hechos”. También revelaba por primera vez que padecía un cáncer agresivo y que necesitaba tratarlo. “Las acusaciones que se hacen, referidas a hechos que tuvieron lugar hace casi treinta años, son muy graves y además falsas“, decía la nota de prensa.

Los abusos que la víctima relata en su denuncia, a la que tuvo acceso este periódico, comenzaron en 1994, cuando tenía 14 años y se alargaron hasta que cumplió los 21. Zornoza era por entonces rector del nuevo seminario de Getafe, en Madrid, una diócesis que se había fundado tres años antes. “Escribo esta carta solo con la intención de evitar que lo que me pasó a mí le pueda seguir pasando a otro niño”, se lee en las primeras líneas de la misiva que envió el denunciante. Las agresiones sexuales ―tocamientos, caricias en partes íntimas y besos en la boca― descritas por la víctima sucedían por las noches: “Venía a la habitación y sufría los abusos. Se metía en mi cama, me acariciaba y besaba”.

Los abusos siguieron después de que cumpliera la mayoría de edad e ingresara en el seminario mayor. En este tiempo, dice la misiva, Zornoza se metía en su cama “casi todas las noches y mañanas” para besarle y tocarle sus partes íntimas. “En varias ocasiones reclamé a Rafa que aquello que hacíamos no estaba bien. Él siempre me decía que era una amistad íntima”, escribe la víctima.

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