El imputado por la desaparición de Madeleine McCann sale en libertad tras cumplir otra condena en Alemania
La Fiscalía germana no ha logrado encontrar pruebas sólidas para acusar a Christian Bruckner tras cinco años de investigación

Christian Bruckner, el alemán de 49 años al que la Fiscalía de su país había señalado desde 2020 como principal sospechoso de la desaparición de la niña Madeleine McCann en 2007, ha salido en libertad este miércoles después de cumplir siete años de prisión en la cárcel de Sehnde (Alemania) por la violación de una estadounidense en 2005 en el Algarve, la misma región del sur de Portugal donde se esfumó la niña británica. Bruckner fue imputado por la Policía Judicial portuguesa en 2022, que trató de impedir así la prescripción del caso, al tiempo que apostaba por la nueva vía abierta por los investigadores alemanes con una contundencia verbal que no han logrado sustentar en pruebas sólidas. El fiscal Hans Christian Wolters llegó a afirmar en una entrevista en 2022 que estaba seguro de que Bruckner era “el asesino de Madeleine McCann” y dejó entrever que en su autocaravana se habían encontrado restos de ropas de la pequeña.
A pesar del empeño de los investigadores, no se han encontrado hasta el momento pruebas concluyentes para incriminar a Bruckner, un delincuente habitual con un historial de delitos sexuales y robos en Portugal y Alemania, en la desaparición de Maddie. El último gran intento ocurrió a principios de junio, cuando la policía alemana impulsó en colaboración con la portuguesa una gran operación de rastreo en la zona de Praia da Luz, lugar del suceso que conmocionó al mundo en el verano de 2007. La búsqueda no dio los resultados deseados para impedir la excarcelación del sospechoso. No obstante, los investigadores mantienen el foco sobre él y han solicitado a la justicia alemana que le imponga una tobillera electrónica para controlar sus movimientos, según el británico The Guardian.
Madeleine McCann dormía la noche del 3 de mayo de 2007 junto a sus hermanos mellizos de 18 meses en el cuarto de un apartamento turístico alquilado por sus padres, Kate y Gerry McCann, en una urbanización de Praia da Luz, en el Algarve, destino vacacional muy frecuentado por los británicos. Mientras sus progenitores cenaban junto a siete amigos en un restaurante del complejo, en una rutina que se había repetido cada noche, la menor desapareció. Su caso desató una expectación mundial sin precedentes en tiempos previos al impacto global inmediato que facilitan las redes sociales. Maddie fue la niña más buscada del planeta sin que eso facilitase la resolución del enigma.

En el caso, sometido a presiones políticas y mediáticas sin precedentes en Portugal, estuvieron imputados los propios padres y un residente británico del Algarve. Los tres finalmente serían eximidos por falta de pruebas por la policía portuguesa, que abandonó la causa y solo la retomó para imputar a Christian Bruckner tras la irrupción en el asunto de la Oficina Federal de Investigación Criminal de Alemania (Bundeskriminalamt, BKA) en 2020.
En este tiempo, la policía portuguesa ha renunciado a explorar las pistas que apuntan hacia otras líneas de investigación. Una de las grandes incógnitas que sigue sin respuesta rodea el trabajo de perros adiestrados enviados desde Londres. Los animales detectaron sangre y olor a cadáver en el apartamento y el coche alquilado por la familia. Gonçalo Amaral, ex inspector que dirigió los primeros pasos de la investigación en el Algarve, recordaba en declaraciones a EL PAÍS que “en un primer momento, se dice que los fluidos corporales son de un descendiente de los McCann y una semana después deja de decirse. Ese cambio se produce después de una visita del padre al laboratorio”.
Los elementos que apuntan hacia Bruckner, que residió varios años en el sur de Portugal, son testimonios de antiguos colegas, la detección de su móvil en el área de Praia da Luz la noche de la desaparición y un historial de pedofilia y violencia sexual. Hace casi un año un tribunal de Braunschweig le absolvió por insuficiencia de pruebas de cinco delitos (tres de violación y dos de abuso sexual) cometidos entre 2000 y 2017, también en el Algarve. Esta absolución es la que ha abierto la puerta a su excarcelación actual, tras cumplir los siete años de pena por otro delito.
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