El arzobispo de Canterbury presenta su dimisión por ocultar a un abusador de menores
El primado de la Iglesia Anglicana, Justin Welby, evitó tomar medidas contra el abogado John Smyth, que agredió hasta a 130 niños
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, primado de la Iglesia Anglicana y figura máxima de la institución, solo por debajo del rey Carlos III, se ha visto obligado a presentar este martes su dimisión, después de las múltiples acusaciones en su contra de muchos prelados por ocultar un escándalo de abusos sexuales a menores de dimensiones históricas.
El abogado John Smyth, que trabajaba como voluntario en los campamentos infantiles de la iglesia, a finales de los años setenta y principios de los ochenta, llegó a abusar sexualmente y someter a graves vejaciones a un total de hasta 130 menores, según un informe independiente publicado la semana pasada. Los abusos continuaron cuando el abogado se trasladó a Zimbabue y posteriormente a Sudáfrica.
“Después de solicitar el permiso a Su Majestad el Rey, he decidido dimitir como arzobispo de Canterbury”, ha comunicado Welby a través de un escrito. “El Informe Makin [por el nombre del jurista que lo ha elaborado, Keith Makin] ha expuesto una conspiración de silencio sostenida durante largo tiempo respecto a los odiosos abusos de John Smyth. Cuando me informaron de ello en 2013 y me dijeron que la policía había sido notificada, creí erróneamente que el asunto sería resuelto del modo apropiado. Está muy claro que me corresponde asumir la responsabilidad personal e institucional por este prolongado y traumático periodo comprendido entre 2013 y 2024″, concluía el primado.
Varios de los miembros del Sínodo General, el cónclave que toma las decisiones más relevantes de la Iglesia Anglicana, habían llegado a recabar hasta cinco mil firmas que respaldaban la petición de que Welby dimitiera.
El abogado Smyth, que falleció en 2018 a los 75 años en Ciudad del Cabo, fue, según el informe, el “abusador sexual más prolijo” en la historia de la Iglesia de Inglaterra (la denominación oficial de la Iglesia Anglicana). Fue investigado por la policía, pero nunca llegó a enfrentarse a un proceso penal.
Welby, de 68 años, tomó posesión del arzobispado de Canterbury en 2013. En ese mismo año surgieron a la luz pública las acusaciones contra Smyth de varias de sus víctimas. Ni el arzobispo ni otros prelados de alto rango demostraron mucho interés en solucionar el asunto, “con tendencia incluso a minimizar el problema”, según el informe.
La semana pasada, Welby insistía en que “no tuvo idea de los abusos hasta 2013″. Las presiones de sus pares, en cualquier caso, seguían aumentando. “Me temo que ha perdido totalmente la confianza de los sacerdotes y de muchos de sus obispos, su posición es completamente insostenible”, había anticipado en la BBC el vicario de la parroquia de St. Anne, en Londres, Giles Fraser, una de las voces más firmes contra la cobertura del escándalo por parte de Welby.
Smyth abusó con prácticas de sadismo de decenas de niños y adolescentes que participaban en los campamentos religiosos de verano. Muchos de ellos sufrieron traumas físicos, sexuales, psicológicos y espirituales que arrastraron el resto de sus vidas, relata el informe.
Welby estaba a dos años de alcanzar su jubilación. Desde que fue proclamado arzobispo de Canterbury en 2012 ha sido una figura muy relevante en el debate público, con posiciones progresistas que le han llevado al enfrentamiento con los gobiernos conservadores y con parte de los obispos. Fue una de las voces más críticas contra el intento de deportar a Ruanda a los inmigrantes irregulares. Su presencia fue clave durante el funeral de Isabel II o durante la coronación de Carlos III.
Welby sorprendió a muchos al revelar públicamente, en 2016, que era hijo de Sir Anthony Montague Browne, el último secretario privado de Winston Churchill. El arzobispo supo de su historia personal a través de una prueba de ADN que descartó que fuera hijo de Gavin Welby, el hombre que le crio desde pequeño, y del que quiso retener el apellido.
Welby, cuando todavía no se había ordenado como sacerdote, trabajó en los mismos campamentos que Smyth, en Iwerne, a finales de los setenta y principios de los ochenta. El informe cuenta que un sacerdote ya le avisó entonces de que Smyth “no era un buen hombre”.
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