Un juez condena por maltrato habitual a la pareja de la mujer asesinada en Motril la semana pasada, pero no lo investiga por su muerte
El delegado del Gobierno en Andalucía informó hace unos días de que el hombre tenía una coartada que lo descartaba como culpable
Una semana después del asesinato de Irene, encontrada con señales de violencia en una caravana en Motril (Granada) el jueves 18 de julio, aún no se conoce quién la mató ni por qué. Su muerte, en cambio, ha servido para que un juez haya condenado por maltrato habitual a quien era su pareja en los meses previos. Ella nunca lo denunció, como ocurre en la mayoría de casos de violencia de género, pero ahora el juez ha tenido acceso a algunos mensajes que Irene envió a la presidenta de una asociación de ayuda a las víctimas, ha ordenado su detención y le ha impuesto una condena. El hombre, según ha explicado en un comunicado el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, ha aceptado una pena de 50 días de trabajo en beneficio de la comunidad e, inexplicable e innecesariamente a estas alturas, “ocho meses de alejamiento y prohibición de comunicación respecto de la víctima”. El comunicado menciona explícitamente que “el hombre ahora condenado era su pareja y convivían juntos, pero no está investigado” por su asesinato.
Irene, de 51 años, vivía desde hacía algún tiempo en una caravana alquilada a un amigo en un terreno a las afueras de Motril, según fuentes que conocen su vida en los últimos años. Allí convivía, aunque no de manera totalmente estable, con el ahora detenido, quien ha reconocido que la maltrataba. Pero Irene ya tenía una historia previa de violencia machista. Este diario ha tenido acceso a algunos mensajes que Irene envió a una asociación granadina de ayuda a mujeres y a víctimas de violencia, La Volaera, en la que ella expresaba sus dificultades actuales y pasadas: “¿Cómo pude salir de la relación con el padre de mi hija y ahora no puedo desengancharme de este personaje? No lo entiendo”. El delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, declaró esta semana que el hombre ahora condenado había presentado una coartada sólida que, en principio, le descartaba como culpable.
Irene vivía un periodo muy complicado. Sin trabajo, residía en una caravana y vivía con un hombre que la maltrataba. Desde la Volaera, su presidenta, María Martín, explica que el “maltratador se había metido en su cabeza sin que ella pudiera sobreponerse e ir a denunciarlo. A veces, el ciclo del maltrato y de la violencia funciona así. Ella no tenía el valor de denunciarlo, pero eso no la culpabiliza”.
Los mensajes enviados a esta asociación por Irene son los que han servido de base para detener en primer lugar y luego condenar a este hombre, del que no han trascendido los datos. En esos intercambios de WhatsApp, Irene muestra que se sabe agredida y violentada y que, aun así, no es capaz de tomar la decisión de echarlo de su vida. Le decía a la presidenta de La Volaera: “Lo que sí tienes que saber es que me cuesta mucho tomar decisiones firmes… pero cuando las tomo… nunca he retrocedido. Nunca un paso atrás ni pa coger impulso… Y mañana espero que mi cabezota se aclare porque a pesar de escribir lo que pueda esta noche no consigo ordenar nada de lo que me ha pasado. Solo pequeñas cosillas que para la denuncia no van a servir”.
Tras el asesinato, a Irene le practicaron la autopsia sin que hayan trascendido las causas de su muerte. Tras descartar a la pareja como culpable, el subdelegado del Gobierno en Granada, José Antonio Montilla, explicó que el caso era especialmente complicado y que se mantenían abiertas todas las líneas de investigación. Una semana después de la aparición del cadáver, no hay ninguna señal que advierta de una resolución inminente del caso.
Irene, en sus conversaciones con la presidenta de la asociación que le ayudaba sobre lo que le pasaba en los últimos tiempos con su pareja, mostraba momentos de fortaleza, mezclados con dudas sobre su actuación y con dudas sobre su propia personalidad. “Está aquí y ha vuelto a intentar hablarme. No he reaccionado. En el fondo, a pesar de no ser violenta, le arrancaría la cabeza. Ahora pienso así. Luego ya sabes, siento pena… ¿Esto es normal? Lo que sí sé es que necesito un psicólogo. Lo tengo muy cerca, está pegado a la caravana. Igual es obsesión, pero podría decirte que le escucho respirar… Lo que sí tengo claro es que voy a pelear. Creo que me estoy volviendo loca, María. Qué me está pasando, joder”.
Mientras la policía da con el culpable del asesinato de Irene, ya se conoce que su exmarido y su última pareja la maltrataba, que consumía drogas esporádicamente y que no tenía dinero para salir adelante. María Martín recuerda que Irene había pedido ayuda a los servicios sociales municipales sin éxito. Y que los amigos que tenía alrededor lo sabían. Pero nada de eso la definía en realidad, cuenta Martín. “Era una mujer amante de los animales que, por desgracia, tenía al maltratador en la cabeza. Un hombre que iba y venía cuando le apetecía”. Y será ahora cuando él lo pague con 50 días de trabajo a la comunidad.
El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.
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