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La epidemia global de dengue y el repunte del zika se ciernen sobre los viajes de Semana Santa

La mayoría de países de América sufren una grave epidemia de la primera enfermedad, mientras la incidencia de la segunda crece en destinos turísticos populares como Tailandia

Dengue
Trabajadores participan en una jornada de fumigación en zonas propensas a la proliferación de los mosquitos transmisores del dengue en Acapulco (México).David Guzmán (EFE)
Oriol Güell

Hace medio siglo, el dengue era un problema de salud pública en apenas media docena de remotas zonas tropicales del planeta. Los españoles que las visitaban eran pocos y, en caso de contraer la enfermedad, el riesgo de contagiar a otras personas a su regreso era nulo. La situación, sin embargo, ha dado un vuelco en los últimos tiempos. El virus que causa la enfermedad se ha expandido hasta hacerse endémico en más de 100 países. Cada año, cientos de miles de españoles pasan sus vacaciones en ellos, como ocurrirá en esta próxima Semana Santa. Y la presencia del mosquito tigre en buena parte de España, donde se estableció por primera vez en 2004 y que es capaz de transmitir el virus, hace que los brotes autóctonos causados por personas que vuelven infectadas sean ya una realidad.

“En un mundo sometido a un proceso de transformación global, las formas de viajar también cambiarán para siempre”, sentencia Manuel Linares Rufo, presidente de la Fundación iO, especializada en medicina tropical y del viajero. El cuidado de la salud de uno mismo y de los demás será fundamental: “Un ejemplo sencillo, pero que ilustra la magnitud de los cambios que se avecinan, será lo que hacer al regreso. Era un momento en el que podías relajarte y descansar. Pero ahora, si has viajado a alguno de los múltiples destinos con dengue, debes seguir alerta una semana. Que no te pique el mosquito tigre, porque esto puede ser el origen de un brote local en tu barrio o pueblo”.

La llegada de viajeros infectados a los hospitales españoles les convierte en una especie de observatorio informal que permite seguir la evolución de la enfermedad en el mundo. En septiembre de 2022, detectaron un aumento de la incidencia del dengue en zonas tropicales tras la pandemia que era especialmente virulento en Cuba. El año pasado, el impacto de esta enfermedad había adquirido magnitudes epidémicas en la mayoría de zonas cálidas del globo.

“La incidencia sigue disparada. En todo el mundo en general, pero en las Américas en particular”, afirma Marta Díaz, responsable de la Unidad de Patología Importada y Salud Internacional del Hospital Carlos III (Madrid), en referencia a destinos turísticos en zonas tropicales y de algunos con climas templados en verano. “Hemos tenido unos meses de enero y febrero con mucha actividad, cuando lo normal es que descienda el número de casos que nos llegan. Ha sido algo muy llamativo”, destaca esta experta.

Un operario fumiga el patio de un centro escolar en Brasil.
Un operario fumiga el patio de un centro escolar en Brasil.Associated Press/LaPresse (APN)

Una reciente publicación del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC), con datos del trimestre comprendido entre noviembre de 2023 y enero de 2024, alerta de las elevadas incidencias registradas en buena parte del globo, con “más de medio millón de nuevos casos y más de un centenar de muertes notificadas”. América es el continente más golpeado, con más de 550.000 casos en enero, el triple que en el mismo mes de 2023. Todos los países de México a Argentina, salvo Chile y Uruguay —Venezuela y Cuba no han publicado datos— presentan incidencias mayores a 100 casos por cada 100.000 habitantes.

La magnitud del brote ha llevado a Brasil a ser el primer país del mundo en poner en marcha una campaña de vacunación frente a la enfermedad en la sanidad pública. La vacuna utilizada es la comercializada con el nombre de Qdenga, de la farmacéutica japonesa Takeda y aprobada en Europa desde finales de 2022. “Es una vacuna que se administra en dos dosis separadas por tres meses, aunque el primer pinchazo ya ofrece una buena protección a partir de los 14 días y durante varios meses”, explicó el pasado martes Natividad Tolosa, de la Asociación Española de Vacunología (AEV), en un acto informativo sobre la enfermedad celebrado en Barcelona por la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS).

Según los datos disponibles, la vacuna tiene una efectividad ligeramente superior al 61%, aunque este porcentaje es mucho mayor frente a los serotipos 1 y 2 de la enfermedad y menor para el 3 y el 4 (los cuatro están circulando actualmente en los países americanos). Esta vacuna apenas ha empezado a utilizarse en España y está indicada para viajeros viajen a zonas con una elevada incidencia y que puedan sufrir cuadros graves por sus antecedentes clínicos.

La infección por dengue, que puede cursar de forma asintomática, se manifiesta con síntomas pseudogripales y sarpullido. Cerca de uno de cada 20 casos, sin embargo, desarrollará un cuadro grave o hemorrágico, que se asocia con una elevada mortalidad. El virus se contagia por la picadura de mosquito y no entre persona y persona. En los países tropicales, la especie responsable de los contagios es el Aedes aegypti, que es un vector más eficiente que el mosquito tigre (Aedes albopictus).

Tras el dengue, el chikungunya es la segunda enfermedad en número de casos importados detectados en España. Esta dolencia es transmitida por los mismos mosquitos y se caracteriza por un intenso dolor en las articulaciones. De hecho, su nombre significa “hombre doblado” en una lengua de Tanzania. En el último año, el virus está circulando en algunos países americanos como Brasil y Paraguay, especialmente, aunque también en otros de África (Malí y Burkina Faso son los más afectados) y de Asia, como India. Según el ECDC, en el primer mes de 2024 se han registrado unos 10.000 casos en el mundo y ningún fallecimiento por esta enfermedad. La incidencia chikungunya no presenta grandes cambios respecto a 2023.

El gran cambio de tendencia lo está protagonizando en los últimos tiempos un tercer virus transmitido por los mismos mosquitos, el del zika, cuya circulación era prácticamente anecdótica desde la gran epidemia que causó en América en los años 2015 y 2016. “El número de casos que se están registrando es todavía pequeño en términos absolutos, pero la tendencia es claramente al alza. En países como Tailandia, un importante destino para los viajeros españoles, ha crecido cerca de un 300%”, alerta Marta Díaz.

Nerea Irigoyen es investigadora especializada en el virus del zika y jefa de grupo en el Departamento de Patología de la Universidad de Cambridge. “Las incidencias han sido muy bajas tras la gran epidemia de hace ocho años, lo que se explica por la inmunidad natural desarrollada por la población. Pero esta decae con el tiempo y los estudios muestra que lo está haciendo más rápido de lo esperado, así que no es descartable que estemos a las puertas de un incremento de casos”, afirma.

El zika es considera un virus que causa en general una sintomatología más leve que el dengue y el chikungunya, aunque parecidos. “Pero es un riesgo importante durante el embarazo, porque puede causar microcefalia y otros daños en el cerebro del bebé en gestación. Además, es un virus que se transmite por vía sexual”, añade Irigoyen.

Al compartir vía de transmisión, las picaduras de mosquito, los tres virus —dengue, chikungunya y zika— se previenen de la misma manera: uso de repelentes, mosquiteras, llevar ropa larga y, preferiblemente, dormir en lugares con aire acondicionado (lo que evita hacerlo con las ventanas abiertas y facilitar el acceso del mosquito).

El sarampión es la otra enfermedad infecciosa cuya incidencia está creciendo en buena parte del mundo, también en Europa. “No tiene nada que ver con las enfermedades tropicales, pero el aumento de casos que estamos viendo nos recuerda la necesidad de mantener unas elevadas coberturas vacunales, por encima del 95%, para evitar brotes como los que ya ha empezado a haber iniciados por casos importados”, concluye Linares Rufo.


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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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