Los obispos eligen como presidente a Luis Argüello y perfilan cuatro años de gobierno conservador
La Conferencia Episcopal nombra como líder a un negacionista sobre los abusos en un momento de división en la Iglesia sobre cómo afrontar la verdad del escándalo de la pederastia
El arzobispo conservador Luis Argüello regresa poco más de un año después a la Conferencia Episcopal a ocupar la presidencia, el puesto de mayor poder dentro de la jerarquía eclesiástica española. El que fuera secretario general de los obispos desde finales de 2018 hasta noviembre de 2022, ha sido elegido por los prelados españoles como su presidente. O lo que es lo mismo, su rostro ante la sociedad y sus manos para tratar con el Estado. El hasta ahora presidente, el cardenal Juan José Omella, cede su puesto a Argüello en un momento en el que los obispos aún tienen pendiente afrontar la verdad sobre el escándalo de la pederastia, cuya gestión ha dividido a la Iglesia española en dos bloques: los que apuestan por sacar los trapos sucios y los negacionistas. Argüello pertenece a este último grupo. Ha sido elegido por mayoría en primera votación (48 votos de los 78 electores), algo que no ocurría desde la época del cardenal Antonio María Rouco Varela. El segundo candidato, el cardenal y arzobispo de Madrid, José Cobo, hombre del papa Francisco en España, de ideología aperturista y con un discurso contrario a Argüello sobre pederastia, no ha recibido el apoyo suficiente para encabezar la renovación en España que desea el pontífice. En su lugar, ha sido elegido vicepresidente. En cualquier caso, su derrota refleja que los obispos españoles han elegido entrar en un búnker.
Mientras los obispos votaban a sus líderes dentro de la sede de la CEE, en Madrid, un grupo de víctimas se manifestaba por segundo día consecutivo a sus puertas. Siguen con pancartas reclamando justicia y responsabilidades a la jerarquía eclesiástica. Supieron los resultados por los medios. “Ninguna sorpresa con la elección de Argüello. Aunque por lo menos han elegido también a Cobo. A ver si hace algo”, dice Juan Cuatrecasas, padre de una víctima y miembro de la Asociación Nacional Infancia Robada (ANIR).
A diferencia de este lunes, que salvo un obispo nadie de la CEE se paró a hablar con las víctimas, Argüello y Cobo, antes de entrar en la sala de prensa para presentarse ante los medios, han salido a escucharlos. Cobo ha abrazado a Cuatrecasas y el nuevo presidente ha acariciado la cara de Paula, una víctima emocionada. Ambas familias, la de ella y la de Argüello, se conocen desde que eran pequeños. Ella le ha mirado a la cara empapada en lágrimas y le ha preguntado si se acordaba de ella.
—Nos reuniremos con vosotros —, ha prometido Argüello, visiblemente afectado.
—A ver si es verdad —, ha contestado por detrás un afectado.
Los obispos también han nombrado al resto de los seis cargos de la Comisión Ejecutiva —relativo al Consejo de Ministros de la CEE—, la mayoría de los nombres elegidos son de corte conservador, como Mario Iceta, arzobispo de Burgos, y a Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo con un discurso próximo a la ultraderecha española. Este último está acusado de encubrir dos casos de abusos sexuales en su diócesis.
Ya ante los medios, Argüello ha subrayado que su intención como presidente será “impulsar la sinodalidad en la Iglesia” y estar del lado de los más desfavorecidos. Cobo ha sido el que ha respondido a las preguntas sobre su encuentro con las víctimas que estaban fuera. “Hemos querido recoger la protesta y seguir esforzándonos en la transparencia, en cambiar nuestra cultura, poniendo la centralidad en las víctimas. No tanto en los números, sino en la escucha”, ha explicado. Las declaraciones de Cobo definen el trabajo que en los últimos años ha hecho sobre la pederastia: creó la oficina de atención a víctimas Repara, de las más transparentes de España, se ha reunido con víctimas —de hecho, tiene una buena relación con algunas de las que protestaban a las puertas de la sede— y ha sido crítico con muchos obispos y su forma de silenciar el problema.
En cuanto al perfil ideológico de Argüello, ya se ha visto durante sus cuatro años de mandato como secretario general. Siempre negó el escándalo de la pederastia con frases duras ante la sociedad y los medios: “Son solo pequeños casos”, dijo; “No realizaremos un informe. No hay datos. ¿Qué hacemos? ¿Coger un túnel del tiempo?”; “Quizá en la sociedad española, por la misma manera de vivir de los sacerdotes en la vida parroquial, es que el número de abusadores eclesiásticos ha sido menor”.
Como presidente, Argüello tendrá ahora que responder a las últimas polémicas que han sacudido a la CEE sobre la gestión del escándalo. Como la publicación de un informe propio, Para dar luz, en el que excluyó 325 casos reconocidos por las diócesis y órdenes religiosas. Hasta ahora, la Conferencia Episcopal guarda silencio sobre esta ocultación, mientras que algunos obispados acusan a “los fontaneros de la CEE” de manipular las cifras. Su único movimiento ha sido rectificar silenciosamente los datos en su web. Los casos ascienden ahora a 1.056. La forma de redactar el informe, que no fue consultado con las órdenes religiosas —las entidades con mayor número de casos— ha provocado un gran descontento entre ellas: “Las congregaciones estamos cansadas de cómo los obispos toman las decisiones sobre este tema unilateralmente”, señaló una fuente religiosa.
Otro de los temas que tendrá que abordar Argüello es el de las indemnizaciones a víctimas. De hecho, esta semana los obispos votaran la creación de un plan integral de reparación, aunque todavía se desconoce cómo se pondrá en marcha. No obstante, si se analiza el informe Para dar luz, está clara la línea de acción que quiere marcar la CEE: solo admite como probados 154 casos de los 1.460 que se conocen en este momento, según la contabilidad de EL PAÍS, la única que enumera caso por caso. Las cuantías tampoco están claras, aunque la media del resto de países católicos es de 35.000 euros.
A los abusos se les han sumado otros temas de actualidad relevantes, como la ley de eutanasia, la de educación, las inmatriculaciones de la Iglesia, la identidad de género o las terapias “de conversión” a homosexuales. Sobre la orientación sexual y la elección de sacerdotes, Argüello dijo a los pocos días de ser elegido secretario general: “Pedimos candidatos que sean enteramente varones, o sea, heterosexuales”. Frase por la que tuvo que pedir disculpas públicamente.
Su ambigüedad en la forma de responder a la prensa le valió una pequeña broma del papa Francisco durante la visita del prelado al Vaticano en 2020: “Cuando te jubiles tienes que venir a Roma para participar en el equipo de fútbol, porque gambeteas [regateas] muy bien a los periodistas”.
El discurso de Argüello también ha estado enfocado durante estos casi cuatro años en la necesidad social de ayudar a los pobres, a los refugiados y, especialmente, a los enfermos con cuidados paliativos. “Los desafíos de un mundo en guerra, mercantil y militar, exigen grandes acuerdos. El evangelio de hoy nos da claves: soltar las piedras de las manos y no pecar más. Buscar juntos el bien común y abandonar luchas por el poder e ideologías que prescinden de los hechos y de los pobres”, publicó hace unos años en Twitter.
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