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“Confía en mí y serás el próximo Messi”: las falsas promesas de un entrenador de Logroño para abusar sexualmente de adolescentes

El hombre se aprovechaba de su trabajo como ojeador de Osasuna para recibir fotos y vídeos pornográficos de los chicos, que accedían a sus peticiones a cambio de un potencial contrato en el equipo de primera división

Barrio de Varea
Las canchas de fútbol donde entrena el Club Deportivo Varea, en el barrio homónimo de Logroño.Clara Angela Brascia
Clara Angela Brascia

Un chavalito viaja en autobús hasta un barrio a las afueras de Logroño. Se baja en la última parada y empieza a andar hacia las canchas municipales. Con pantalón corto y botines de fútbol, sale de la carretera y ataja por los campos. Tiene prisa porque llega tarde a los entrenamientos. Deja en una silla la mochila roja con el logo del club y empieza a correr hacia sus compañeros del Varea, su equipo. Parece un entrenamiento normal y corriente, con los chicos dándolo todo para lucirse delante de la portería y marcar, pero algo ha cambiado respecto al día anterior. Las gradas están vacías y nadie está sentado en las mesas a la sombra del quiosco de bocadillos. Casi no hay padres y los jóvenes se largan con prisa en cuanto acaban su rutina. “No tengo ganas de volver a pasar por esto”, dice otro futbolista de 17 años que prefiere no ser identificado. Se refiere a la atención mediática y las preguntas que tuvieron que soportar el pasado verano, cuando su entrenador fue detenido por un presunto delito de abusos sexuales a un menor.

Diez meses después, la Policía Nacional ha confirmado que no se trataba de un caso aislado. Guillermo de Soto, de 38 años, a quien en el pequeño mundo del deporte riojano todos conocen como Willy, presuntamente abusó sexualmente de al menos ocho jóvenes de entre 15 y 18 años, a los que engañó con la falsa promesa de un futuro profesional en los grandes equipos del fútbol español. Su trabajo como entrenador del Varea, equipo de un barrio de Logroño, le permitía ganarse la confianza de los chavales, mientras su función de ojeador con Osasuna, equipo puntero de la primera división, le proporcionaba una mentira irresistible para cualquier joven jugador.

“Confía en mí y serás el próximo Messi”. Con esta promesa, que repetía a cada una de sus víctimas, lograba que los jóvenes jugadores le enviaran fotografías de sus genitales y se dejaran tocar. Incluso a alguno de ellos llegó a ofrecerle dinero por sexo. Luego les pedía que borraran los mensajes y que no hablaran de lo que había ocurrido, porque nadie se podía enterar de que les había prometido un contrato en un equipo de primera división. Ejercía una doble presión sobre sus víctimas. Por un lado, les halagaba, haciéndoles sentir únicos e importantes. Pero al mismo tiempo empezaba el chantaje emocional hacia unos menores llenos de ilusiones y dispuestos a todo por no ver escapar su oportunidad en un mundo altamente competitivo como el del fútbol profesional.

Los presuntos delitos se remontan a cuando De Soto trabajaba con los equipos del Varea —los juveniles y el semiprofesional que juega en tercera división—, cargo que dejó de ejercer cuando fue detenido en agosto de 2022. “Ese día íbamos a entrenar por la mañana, pero él no se presentó. Dijo que estaba enfermo, que se encontraba en el hospital. Pero como Logroño es un pueblo, no tardamos nada en enterarnos de lo que había pasado”, relata un miembro del club deportivo. Se le atribuyen un delito de pornografía infantil, cinco de corrupción de menores, tres delitos de abusos sexuales por tocamientos y otros tres de grooming, un delito sexual en el que un adulto acosa sexualmente a menores haciéndose pasar por un adolescente. Los últimos datos del Ministerio de Interior señalan que en 2021 la policía tuvo conocimiento de que 534 adolescentes habían sufrido grooming en España, mientras que un 23% de los menores entre 12 y 15 años asegura haber recibido alguna petición de carácter sexual en algún momento por parte de un adulto en internet, según un estudio realizado por varias universidades españolas.

La Policía había empezado a seguirle la pista tras la denuncia de una madre que había encontrado material pornográfico en el móvil de su hijo. Fotos y vídeos que el joven afirmó haber enviado al entrenador bajo su petición. No era la primera vez que De Soto pasaba por esto. Ya en 2015, cuando estaba trabajando en otro club de Logroño, recibió una denuncia por hechos similares, que fue retirada a los pocos días. La segunda llegó en 2021, meses antes de ser detenido, pero la policía tuvo que desistir tras no encontrar pruebas que la respaldaran. Esta vez, sin embargo, los investigadores estuvieron semanas detrás de él, vigilándole y hablando con su entorno, hasta el día que lo detuvieron en una pequeña aldea a las afueras de Logroño, cerca de la casa de sus padres. Llevaba encima el móvil y una tableta, dos elementos clave para las indagaciones.

“Era fundamental pillarle con los dispositivos electrónicos, que eran nuestra principal fuente de investigación en el futuro. Cuando los revisamos, no podíamos creer lo que veíamos”, recuerda el inspector jefe de la brigada provincial Eduardo Esteban, al mando de las operaciones. Casi 63.000 archivos multimedia, gran parte de ellos de contenido sexual de distinta índole, incluida pornografía infantil. Algunos habían sido grabados y enviados por los chavales a los que entrenaba, otros los había descargado de internet. “Eran una barbaridad de pruebas. No es normal encontrar tantos archivos en casos como este”, asegura el inspector.

Fue entonces cuando empezó la segunda parte de la operación: identificar a los jóvenes que aparecían en las fotografías y vídeos encontrados en los terminales del exentrenador. En algunos se veía la cara de los menores, pero la gran mayoría eran anónimos y difíciles de reconocer. “Estábamos en contacto con la gente del club. Nos decían con qué niños se relacionaba más, con quién menos. Nos dimos cuenta de que muchos de ellos eran del mundo deportivo y que participaban en los entrenamientos que dirigía. Estaba claro que había más de una víctima, que nos encontrábamos con un depredador sexual”, resume Esteban.

Diez meses después de la detención del entrenador —que actualmente se encuentra en libertad con cargos a la espera de que comience el proceso judicial—, se celebró una rueda de prensa que los mismos convocantes tildan de “inusual”. El jefe superior de la Policía Nacional en La Rioja, Manuel Laguna, y la delegada de Gobierno en esta comunidad, Beatriz Arraiz, comparecieron ante los medios el miércoles para dar a conocer los detalles de la investigación, que sigue abierta, con el objetivo de animar a otras posibles víctimas a denunciar. “Por la cantidad de archivos y los muchos años que esta persona ha trabajado con menores, es razonable pensar que el número de víctimas sea mucho más elevado”, explica Zita Cascallana, jefa del grupo de la unidad familiar y atención a la mujer.

El Polideportivo Municipal del Varea, este jueves.
El Polideportivo Municipal del Varea, este jueves. Clara Angela Brascia

Contacto a través de las redes sociales

A la conmoción que golpeó al pequeño mundo del deporte logroñés cuando se dio a conocer el primer caso de abuso, le ha seguido una mezcla de estupor y resignación tras el anuncio de que había más menores víctimas. Hace un año, nadie se lo podía creer. Hoy, la gente que lo conoce y ha trabajado con él tiene más que asimilado que no se trataba de un caso aislado. “Hay muchos, muchos chavales que no van a denunciar. Porque les da vergüenza, porque sus padres no quieren que se sepa. O porque igual no llegaron tan lejos, consiguieron ponerle un freno antes de empezar a enviar fotos”, opina un trabajador del Varea, que prefiere mantener el anonimato. Tras unas horas de silencio, ambos equipos han concedido escuetas declaraciones. El presidente del Varea, Daniel Arena, habló de “un daño muy grave para la imagen del club”, mientras que Osasuna decidió personarse como acusación contra el exentrenador.

“Tuvo problemas en el pasado con otros equipos, lo echaron por haberse llevado el dinero de los clubes. Pero nadie imaginó que podía llegar a tanto”, reconoce otra personalidad del mundo deportivo logroñés que trabajó con él. A pesar de tener una “excelente” relación con sus jugadores, los abusos no se perpetraban nunca en las instalaciones deportivas, según apuntan los investigadores. Aprovechaba todos los momentos posibles —como eran las cenas de equipo, los desplazamientos, el momento de la ducha o con el fisioterapeuta— para ganarse su confianza, pero sus peticiones las hacía solamente a través de las redes sociales.

De Soto empezó su carrera futbolística hace dos décadas, primero como jugador, aunque solamente unos poco años y nunca a nivel profesional, y luego como entrenador. Pasó por seis equipos regionales antes de acabar en el Varea, en 2019. “Con los niños se comportaba muy bien. Sabía cómo ganarse su atención y cómo hacerse querer. Le gustaba ir a todas las cenas y fiestas del equipo, creaba grupos de WhatsApp donde no estaban los padres. A veces, cuando llevaba a algún chico en coche a Pamplona para entrenar con Osasuna, paraban en la carretera para descansar un rato. ¿Qué necesidad hay de descansar en un trayecto de una hora?”, añade la misma fuente.

Los chicos tampoco saben qué pensar. Los mayores —los que tienen las mismas edades que los jugadores que denunciaron a De Soto— terminan el entrenamiento y se alejan de las instalaciones del barrio con la cabeza baja. Prefieren no hablar, y quien lo hace asegura que no le pasó a él, que nunca escucharon nada en los vestuarios, que ellos solo quieren jugar al fútbol.

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Sobre la firma

Clara Angela Brascia
Reportera italiana asentada en Madrid desde 2019. Después de pasar por las secciones de Local y Sociedad, ahora escribe reportajes de Tecnología y Salud. En eldiario.es ha escrito sobre temas sociales y económicos. Graduada en Literaturas Comparadas por la Universidad de Turín y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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