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Un hombre que retuvo tres días a su antigua pareja en un bosque de Valladolid, condenado a 18 años de cárcel

El exmilitar de nacionalidad búlgara maltrataba y amenazaba a la mujer, a la que secuestró en 2021 en un pinar con ayuda de tres cómplices

Juan Navarro
Fachada de la Audiencia Provincial de Valladolid en una imagen de archivo.
Fachada de la Audiencia Provincial de Valladolid en una imagen de archivo.Google Maps

La Audiencia Provincial de Valladolid ha condenado a 18 años y siete meses de prisión a un exmilitar de nacionalidad búlgara por retener a su expareja, de la misma nacionalidad, durante tres días en una zona boscosa de Corrales de Duero (Valladolid). El hombre, de nombre Kiril B., secuestró a la mujer cuando ella conducía hacia su trabajo y la mantuvo sin opción de huida en un pinar, atrapada en un coche con las puertas bloqueadas entre dos árboles. La víctima aseguró en el juicio que los maltratos eran habituales en forma de violencia física y amenazas hacia sus dos hijos, residentes en Bulgaria.

Los hechos ocurrieron en julio de 2021, cuando el exmilitar y tres compinches interceptaron al vehículo de la mujer cuando esta acudía a cumplir su jornada laboral. Entonces la dirigió al lugar donde la mantuvo oculta hasta que las autoridades lograron encontrarla. El magistrado lo ha considerado culpable de un delito de lesiones, tres de coacciones, otro de amenazas continuadas, uno de detención ilegal, uno de acoso y otro de obstrucción a la justicia y maltrato habitual. Además, ha agravado las penas por motivos de género y parentesco. El varón tampoco podrá acercarse o comunicarse con ella en 28 años y deberá acudir a programas para reinserción y rehabilitación de maltratadores. Además, deberá indemnizarla con 3.050 euros por las lesiones y el maltrato frecuente, así como otros 3.000 junto a las tres personas que lo asistieron en la retención, que no han comparecido en el juzgado y se encuentran bajo orden de búsqueda.

La mujer, que habló protegida por un panel para no ver a su captor, reiteró que el exmilitar la amedrentaba asiduamente verbal y físicamente, con amenazas mortales hacia sus hijos pequeños. “Dijo que me iba a cortar una mano y que se la iba a mandar a mi jefa y también amenazó de muerte a mis hijos”, afirmó la mujer búlgara, que aseguró que apenas recibió agua y pan como sustento durante su cautiverio. También rechazó que ella aceptara esta reclusión de tres días y declaró que tenía una dolencia en una pierna que la imposibilitaba huir. “El acusado le exigía en todo momento que volviera con él y al contestarle ella que no le decía que la iba a matar con una piedra y la iba a enterrar en el bosque e iba a mandar a unos amigos para que mataran a sus hijos”, escribe el magistrado en su resolución como muestra del infierno que aguantó la víctima durante esos días.

El condenado trató de defenderse alegando que había mantenido una relación de un año con ella pero que él enfermó de coronavirus y estuvo ingresado, fechas en las que según él, la mujer estuvo con otro compañero del ámbito agrario en el que ambos trabajaba. Así, alegó que empezó a consumir alcohol en exceso pero negó que la coaccionara, insultara, amenazara o vejara, algo que ella ha insistido ante el tribunal. Kiril B. la ha acusado, sin ser atendido por el juez, de permanecer en aquel coche voluntariamente y ha negado que la secuestrara al atravesar su vehículo en el camino que ella seguía. Las declaraciones de los demás testigos han anulado esta posición, más aún cuando el automóvil estaba escondido en el bosque cubierto con hojas para dificultar su visualización cuando el varón ya sabía que la Guardia Civil buscaba a la secuestrada. Además, la víctima ha expuesto que le prohibió usar el móvil para que no se localizara su señal.

El pronunciamiento de la Audiencia Provincial revela el tormento que tuvo que sufrir la mujer durante su relación con el penado. El juez alude a llamadas “insistentes” a la víctima para que volviera con el hombre una vez ella le comunicó la ruptura; el exmilitar también llegó a ir a buscarla a su puesto de trabajo para exigirle su retorno a la vivienda que compartían, un domicilio que la víctima tuvo que abandonar y dirigirse al de una amiga ante las amenazas de muerte que asegura que había recibido. Incluso la retuvo, junto a otras personas, en el piso. Un episodio previo de violencia del arrestado se tradujo en un puñetazo que le rompió un diente a su expareja, que no denunció por temor a represalias.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.

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