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España aprueba la primera estrategia de salud mental en 12 años

La mayoría de sociedades científicas rechazan avalar un plan “poco ambicioso” y sin “objetivos medibles”, pero algunas celebran el paso adelante

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, el miércoles, en un acto por el Día Mundial de Acción contra el VIH en Madrid.
La ministra de Sanidad, Carolina Darias, el miércoles, en un acto por el Día Mundial de Acción contra el VIH en Madrid.A, Pérez Meca. POOL (Europa Press)
Pablo Linde

El Ministerio de Sanidad ha presentado este viernes la primera estrategia de salud mental de España en 12 años. Sustituye a la última, de 2009, y fue aprobada el jueves por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud con el voto favorable de todas las comunidades autónomas. El proyecto pretende ser una herramienta para mejorar la salud mental de los españoles, aunque la mayoría de las sociedades científicas han rechazado avalarlo; lo consideran “poco ambicioso” y critican que no establezca objetivos medibles.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha defendido esta “hoja de ruta” en un contexto de pandemia en la que se ha “hablado mucho” del impacto en los sistemas sanitarios, la economía y sociedad, pero “poco en la salud mental”, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud ha advertido que en 2030 serán la primera causa de discapacidad en el mundo.

El plan tendrá vigencia de 2022 a 2026 y algunas de sus líneas maestras ya fueron presentadas por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en octubre: recibirá un aporte de las arcas del estado de 100 millones de euros para este periodo y pondrá en marcha un teléfono de atención al suicidio activo 24 horas al día.

El suicidio es uno de los aspectos que toca por primera vez la estrategia, según ha resaltado Darias, tras el Consejo de Ministros de este viernes. “No solo hemos pasado del silencio al debate, sino que ahora pasamos del debate a la acción”, ha dicho.

El suicidio fue la primera causa de muerte no natural en España en 2020, con 3.941 fallecimientos, de los cuales 2.930 fueron hombres y 1.011 mujeres. La nueva estrategia contempla la mejora del acceso a los servicios de salud mental de las personas con conducta suicida y pretende promover la formación de los profesionales para detectar el riesgo, completar un adecuado diagnóstico y mejorar el abordaje de la conducta suicida.

Otra de las grandes novedades de la nueva estrategia es el enfoque de género. “La mujer desarrolla más problemas psiquiátricos que el hombre a partir de la adolescencia y presenta índices más elevados de depresión, ansiedad, estrés y trastornos en la alimentación”, justifica Sanidad.

La estrategia se cimenta en 10 pilares: autonomía y derechos de los pacientes con atención centrada en la persona; promoción de la salud mental y prevención de sus problemas; prevención, detección precoz y atención a la conducta suicida; atención basada en el ámbito comunitario; un foco en la infancia y la adolescencia; atención e intervención familiar; coordinación interinstitucional; participación ciudadana; formación y, por último, investigación, innovación y conocimiento.

Críticas de las sociedades científicas

El resultado es, en opinión de Celso Arango, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, un texto “lleno de obviedades y nimiedades”. Esta sociedad ha accedido a aparecer en el documento como consultada, pero no a prestar su aval, algo que no han hecho la mayoría de las consultadas. Arango es crítico con la elaboración de la estrategia: “Conseguimos que se incluyeran algunos medidores, que en un principio no estaban, pero no establece objetivos. No sabemos a dónde quieren ir, dónde queremos llegar”.

Arango asegura que su sensación con esta estrategia es “agridulce”. “No es la que habríamos escrito, pero al menos hay intención de hacer algo. Ahora lo importante son los planes de acción de las comunidades autónomas, que son las que realmente van a implantarlo y tienen los presupuestos”, apunta.

Néstor Szerman, de la Sociedad Española de Patología Dual (que incluye adicciones y otros trastornos mentales) reconoce que en las consultas se han incorporado algunas mejoras, pero no suficientes para su aval. “No se avanza en integración de adicciones en salud metal, a la que la estrategia casi no hace referencia; y cuando la hace es de forma estigmatizante. Sabemos que el 75% de los trastornos mentales cursan con alguna adicción y esto es ignorado”, censura.

La principal reivindicación de la Sociedad Española de Psiquiatría es mayor dotación de personal. En España hay 11 psiquiatras por cada 100.000 habitantes, casi cinco veces menos que en Suiza (52) y la mitad que en Francia (23), Alemania (27) o Países Bajos (24). También los psicólogos clínicos escasean y en 2018 apenas eran unos seis por cada 100.000 habitantes en la red pública (tres veces menos que la media europea).

Carlos Losada, de la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes, considera esta estrategia una buena noticia, pese a su “falta de ambición en algunos puntos”. “Nosotros sí que vamos a apoyar esto de formar crítica, porque tampoco participamos, simplemente aportamos algunas sugerencias una vez que estaba hecho. Seguramente si hubiera sido elaborada por gente más pegada al terreno habría salido mejor, pero no deja de ser un paso adelante”, razona.

Las principales mejoras que aporta la estrategia, en opinión de Losada, son una visión más amplia de la salud mental, que se ve como un problema social y que habla de la necesidad de más recursos, si bien no los aporta. Esto, como señalaba Arango, es cosa de las comunidades autónomas, que serán las que tengan que implantar la estrategia en sus territorios.

Nel Anxelu González, vicepresidente Confederación Salud Mental Española y uno de los redactores de la estrategia, la defiende como un marco sobre el que avanzar. “Es cierto que algunos sectores muy progresistas creen que se queda corta y otros más cartesianos piensan que es muy social. Eso seguramente la sitúa en un buen punto intermedio”, justifica. En su opinión, algunos de los avances clave que se lograrán con este texto son el teléfono del suicidio y rebajar al máximo el uso de las contenciones mecánicas en los hospitales.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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