La noche en vela de los agresores de Samuel Luiz
Los seis acusados del crimen de A Coruña quedaron a solas y de madrugada al conocer que el joven había muerto en el hospital para, según la policía, destruir pruebas
La madrugada del 3 de julio fue muy larga para los presuntos agresores de Samuel Luiz. A las 3.04, al percatarse de que se acercaba un coche de policía, los principales acusados dejaron al joven herido de muerte en una acera del paseo marítimo de A Coruña y huyeron del lugar, primero juntos y después por separado. La inquietud por lo que había ocurrido los empujó a reunirse dos veces más esa noche, según ha reconstruido la policía a través de las cámaras distribuidas por la ciudad. En el primer reencuentro, en presencia de testigos ajenos al linchamiento, algunos de los encausados comentaron la brutal paliza con desdén y el hombre que la emprendió a golpes con Luiz llamándole “maricón” repitió insultos homófobos. Cuando se enteraron de que el muchacho de 24 años acababa de fallecer en el hospital, los seis detenidos improvisaron otra reunión, pero esta vez a solas. La policía sospecha que destruyeron pruebas.
Los avances de la investigación judicial que se desarrolla en el juzgado de instrucción número 8 de A Coruña están pendientes de demostrar qué fue lo que hicieron los acusados de la agresión mortal en ese último encuentro. Los responsables de las pesquisas han iniciado ya el volcado de los teléfonos móviles de los seis presuntos homicidas, vital para demostrar qué mensajes incriminatorios pudieron borrar. Esta labor es complicada por los miles de archivos que contienen los terminales y todavía no se han obtenido resultados.
Los testimonios y grabaciones contenidos en el sumario confirman que Samuel Luiz y sus presuntos agresores, una pandilla de amigos de entre 16 y 25 años, no se conocían de nada y que los seis minutos de linchamiento (entre las 2.58 y las 3.04) comenzaron por un fatal malentendido con uno de ellos, que ya había dado muestras previas de agresividad, explican fuentes de la investigación. Diego M. M., sin antecedentes penales entonces y ahora en prisión, estaba en el exterior del pub El Andén junto a su novia, Catherine S. B., también investigada por encubrimiento, después de haber protagonizado dentro del local un par de encontronazos. Uno se produjo con su propia pareja y, el segundo, con otros clientes del local que resultaron ser amigos de Luiz. Los investigadores restan importancia a este último incidente en el que no se vio envuelto el joven fallecido y descartan que tenga relación con la paliza posterior.
Diego M. M. vio a la víctima y a su amiga Lina apuntándole con el móvil y pensó que le estaban grabando. “Me estás grabando, maricón” y “deja de grabar, a ver si te voy a matar, maricón” son los insultos y amenazas que, según los testigos, espetó el acusado a Luiz encarándose con él. Ignorando sus explicaciones de que estaba haciendo una videollamada, Diego M. M. la emprendió a golpes con Luiz sin que su amiga Lina pudiese siquiera intentar evitarlo. Ella declaró, y así lo ratificaron otros testigos, que la novia del primer agresor, a la que la Fiscalía acusa de asesinato como al resto de investigados, la apartó a empujones diciéndole que “no pintaba nada allí” y la tiró al suelo.
El segundo agresor que se unió a la paliza fue Alejandro F. G., que se hace llamar Yumba. Fue avisado de que su amigo Diego estaba inmerso en una “pelea” y salió del pub con una botella escondida, tal y como grabaron las cámaras de El Andén e informó el periódico La Opinión A Coruña, que ha adelantado los detalles del sumario. Fue directo hacia Luiz y le practicó una llave llamada mataleón, señalan los investigadores, apretándole el cuello por detrás y derribándolo al suelo. La policía cree que Yumba usó como arma el envase que se llevó del local de copas porque los agentes encontraron cristales rotos con su ADN en la escena del crimen.
Los senegaleses Ibrahima y Magatte pasaban por el lugar al poco de iniciarse la agresión y se percataron de los golpes que estaba recibiendo Luiz. De la muchedumbre que pululaba por el paseo marítimo de A Coruña aquella madrugada, fueron las únicas personas que se lanzaron a defender al muchacho. “Estaban pegándole a un chico indefenso”, le contó Ibrahima a sus conocidos días después de la tragedia. Con estas palabras explicaba por qué no dudó en interponerse entre los agresores y la víctima pese a que, en su caso, corría más riesgos que el resto de los presentes: era un inmigrante sin papeles y se jugaba la expulsión si llegaba la policía.
Ibrahima protegió a Luiz con su cuerpo hasta el final y recibió multitud de patadas y puñetazos. Ahora la juez también imputa a los cinco acusados del crimen un delito de intento de homicidio al joven senegalés. Consiguió en un primer momento sacar al chico de la marabunta que se unió a los dos principales encausados, Diego M. M. y Alejandro F. G. Lo alejó como pudo de sus agresores cruzando la calle, con la ayuda de su compatriota Magatte. Pero nada frenó a la turba, que solo se dispersó cuando estaba a punto de aparecer el coche de la Policía Local, el primero en llegar tras las llamadas de varios testigos.
Más insultos homófobos
Los seis acusados, cuatro de ellos adultos y dos menores, abandonaron la escena del crimen primero juntos y después, por separado. Kaio A. S. C. se llevó consigo el móvil de la víctima que estaba tirado en la calle. Esa conducta le ha valido la imputación de un delito de apropiación indebida, unida a la de asesinato que la juez atribuye también a los otros cuatro que han sido enviados a prisión o recluidos en un centro de internamiento. A lo largo de la instrucción, o incluso ya en el juicio que se celebrará con jurado popular, se verá si se les atribuye también una agravante de odio, o bien un delito de este tipo, las dos opciones recogidas en el Código Penal para castigar la homofobia.
A las cuatro y media de la madrugada, hora y media después de la paliza, parte de los agresores volvieron a verse las caras en el parque Europa, situado a dos kilómetros de la calle donde los servicios de emergencias intentaron sin éxito reanimar a Luiz. A esa reunión asistió, además de algunos de los acusados y sus amigos, una mujer que tras la paliza mortal se topó con Diego M. M. y su novia, muy alterados, en un punto de la ciudad alejado del paseo marítimo de Riazor.
Esta testigo, según relatan a este periódico fuentes de la investigación, pensó que el acusado estaba maltratando a la chica, así que los siguió por si ella necesitaba ayuda y llegó incluso a unirse al encuentro en el parque. Allí escuchó cómo la pareja del primer agresor le decía a este: “Cómo lo dejasteis, algún día te van a dar a ti las hostias”. Diego M. M., con manchas de sangre en la ropa, le contestó a Catherine S. B.: “Puto maricón, si era un maricón de mierda”. Las mismas fuentes añaden que, después de que una de las asistentes declarara ser lesbiana, Diego M. M., afirmó: “Tengo un problema con los gais”.
No fue esta la última vez que los acusados se citaron aquella fatídica noche. Kaio A. S. C., aún con el teléfono de la víctima en su poder, acudió al Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (CHUAC) porque una amiga estaba siendo atendida allí por un coma etílico. En el centro hospitalario se enteró de que Luiz había muerto a causa de la paliza y avisó al resto. Fue entonces cuando los seis encausados improvisaron otra reunión, esta vez a solas y sin testigos, subraya la policía. Los agentes están convencidos de que, al percatarse de lo que se les venía encima, decidieron borrar mensajes incriminatorios de sus móviles.
El comisario Pedro Agudo, que dirige la investigación, calcula que en la salvaje marabunta que persiguió a Luiz a lo largo de unos 150 metros se implicaron de alguna forma una decena de personas, aunque solo seis han sido detenidas. De Diego M. M. y Alejandro. F. G. se han hallado además restos de ADN en el cuerpo y ropa de la víctima. La policía aún no ha encontrado pruebas que incriminen al resto, pero está a la espera de los resultados de más análisis y del volcado de los teléfonos móviles de los acusados, por lo que no se descartan más arrestos. El teléfono de Luiz que se llevó Kaio A. S. C. no se ha podido recuperar. La defensa del acusado, el único que ha accedido a declarar ante la juez, alega que lo tiró a un contenedor de basura porque tuvo miedo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.