Carla Vizzotti: “En esta pandemia los egoístas son mucho más egoístas, tanto los individuos como los gobiernos”
La ministra de Salud de Argentina, al frente de la lucha contra la covid-19 en su país, asegura en esta entrevista que el virus servirá para revitalizar los sistemas públicos de salud en América Latina
Carla Vizzotti (Buenos Aires, 48 años) asumió como ministra de Salud de Argentina en febrero pasado, un mes antes de que se cumpliese el primer aniversario de la pandemia. Hasta entonces, había tenido a su cargo la coordinación de la compra y suministro de vacunas contra la covid-19. De perfil bajo, Vizzotti recibe a EL PAÍS junto a otros dos medios internacionales en un amplio salón del Ministerio de Salud, ubicado a unas pocas calles del Obelisco que es icono de la capital. “En Argentina siempre vemos la mitad del vaso vacío, y ahora estamos con que no llegan las segundas dosis”, se queja, en alusión a las críticas que el plan de vacunación recibe desde la oposición al gobierno de Alberto Fernández. Casi el 40% de los argentinos ha recibido al menos una dosis, mientras la cifra de muertos se acerca a los 95.000, con una tasa por millón de habitantes que está por encima de la media sudamericana. Vizzotti defiende la compra de vacunas rusas y chinas, un día antes de anunciar un decreto que elimina una traba de la legislación local que impidió hasta ahora la llegada de viales estadounidenses, como Pfizer, Moderna y Janssen.
Pregunta: Tras un inicio auspicioso, Argentina está hoy entre los países con más contagios del mundo. ¿Qué ha pasado?
Respuesta: Argentina es un país inmenso, con grandes conglomerados urbanos y una situación social que no permite a la población no salir a trabajar. Hemos tenido además dificultades en los acuerdos políticos y eso ha tenido impacto. Pero, al mismo tiempo, el sistema ha duplicado y hasta triplicado el número de camas y tenemos un personal de salud que ha dado una respuesta inmensa. Además, Argentina lleva adelante un registro de casos y muertes muy sensible. Con el tiempo se podrá comparar con análisis más técnicos, como el exceso de muertes, con países que no tienen registro del número de muertos por millón de habitantes por covid. Ahí se podrá ver donde fueron más. Eso no nos soluciona a nosotros el problema, pero son comparaciones que habrá que hacer.
P. Se ha hablado mucho en Argentina de la compra de vacunas a China y Rusia en detrimento de las estadounidenses ¿Qué responde a eso?
R. Nosotros elegimos qué vacunas comprar. Tenemos una comisión de trabajo que desde antes de que estuvieran los resultados de fase tres ya analizaba las plataformas y la experiencia con otras vacunas, la seguridad y la posibilidad de contar rápido con esas vacunas y su producción local. Sabíamos que los países ricos iban a comprar la mayor cantidad de vacunas, incluso más dosis que su población. Eso ya nos pasó con la gripe A y ya estábamos prevenidos. En ese sentido, la vacuna rusa Sptunik fue muy importante no solo para Argentina, sino para toda la región.
P. ¿Argentina es el peor país para pasar la pandemia, como publicó días atrás la agencia Bloomberg?
R. Todas las evaluaciones son subjetivas y tienen parámetros que no necesariamente reflejan un ranking. En el marco de buscar indicadores no hay ninguno que refleje cuál es el peor país para pasar la pandemia.
P. ¿Cómo describiría el clima político interno frente a la pandemia?
R. Pensamos que íbamos a poder, como país, sortear la grieta política en la pandemia. Hemos tenido cierto éxito durante la primera ola y los primeros meses de este año, pero ahora estamos en un momento de mucha tensión. Se busca siempre lo que falta desde un lugar muy violento, tanto que se genera angustia e incertidumbre en la población. Nos preocupa que en este momento se esté pensando en las elecciones [Argentina celebra elecciones legislativas en noviembre] y no en salir de la crisis sanitaria.
P. Han cerrado las fronteras para prevenir el ingreso de la variante delta. ¿Será suficiente?
R. Nos cuesta transmitir a la gente que no hay una sola estrategia que solucione el problema de la pandemia. Con la variante delta no alcanza con cerrar las fronteras, porque ya ha entrado en 73 países. Lo que tenemos que hacer es retrasar la posibilidad de que ingrese y, si ingresa, mantener los cuidados para que se transmita lo menos posible. Y vacunar a la población.
P. Hay países que han vacunado más que Argentina y, sin embargo, no logran detener el número de casos. ¿Qué explicación encuentra?
R. Este tipo de vacunas, con este tipo de virus, nunca van a interrumpir la circulación viral. Nadie que conoce de epidemiología pensó que con la vacuna no iba a haber más casos. El mejor ejemplo son Reino Unido e Israel. Lo que tenemos que ver es que aunque haya casos no suban las internaciones y las muertes. A mayor eficacia y efectivad de la vacuna vas a tener menos casos y menos muertes, pero de ninguna manera la vacuna previene el 100% de las infecciones y la inmunidad no dura para toda la vida.
P. En la región tenemos de Chile y Uruguay, que han vacunado más que Argentina y tienen aún una tasa de contagios muy alta.
R. No son casos comparables con Argentina por su cantidad de habitantes y su extensión territorial. Aclarado esto, ambos hicieron una vacunación muy rápida con medidas de confinamiento importantes. Vacunar rápido sin circulación de personas hizo que los casos bajaran, pero cuando volvió la circulación el virus volvió a aumentar.
P. América Latina es hoy el epicentro de la pandemia por número de casos por millón de habitantes. ¿Qué enseñanza dejará esta crisis sanitaria?
R. Lo que vimos en esta pandemia es que los solidarios son mucho más solidarios y los egoístas mucho más egoístas, tanto desde lo individual como desde los gobiernos. Tenemos gobiernos que priorizan la salud y gobiernos que subestiman el virus. En ese sentido, tenemos que transformar este virus en una oportunidad y nunca más dudar de la salud pública como una prioridad y de la importancia de un Estado presente para gestionar una crisis de esta magnitud.
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