Mónica Oltra: “El feminismo no puede ser solo de mujeres blancas con estudios”
La vicepresidenta de la Generalitat valenciana defiende un movimiento por la igualdad que se ocupe más de las mujeres que se quedan “enganchadas a los suelos de barro” que de las pioneras
Mónica Oltra Jarque (Neuss, Alemania, 51 años) intervino por primera vez en una asamblea política a los 10 años. La vicepresidenta, portavoz y consejera de Igualdad del Gobierno valenciano por Compromís desde hace seis años, recuerda que vino al mundo de pie, “pisando fuerte”. Y se forjó en la igualdad en su casa. Su madre, trabajadora fabril, le enseñó que las mujeres no tenían que depender económicamente de un hombre, pero también que debería esforzarse el doble. Aquel discurso de la igualdad chocaba un poco con la práctica. Era otra época. Recuerda cómo su padre (militante del PCE) le decía a su madre cuando pedía intervenir en las asambleas: ‘Bueno, Angelita, tú, si eso… luego’. Hoy, con motivo del próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, en la se manifestará “por todos los medios tecnológicos”, repasa su trayectoria política y como abogada desde su perspectiva feminista.
Cuando sus padres, emigrantes en Alemania, regresaron en 1984 a España, ella tenía 14 años y le chocaron muchas cosas, como la sanidad o la educación. Nació cuando el socialdemócrata Willy Brandt presidía el país. Siendo muy joven, recuerda cómo le influyeron las conferencias sobre feminismo de la abogada y política Cristina Almeida. “Es la primera que me abre la mente y me invita a explorar en la igualdad, a buscar escritoras. Contaba que el feminismo mejoraba la vida del conjunto de la sociedad, no solo de las mujeres. Y ponía el ejemplo de cuando ellas se incorporaron como carteras a Correos y, como no podían con el peso de las sacas de la correspondencia, se llevaron el carrito de la compra de casa para el reparto. Ahora hombres y mujeres lo llevan, hizo bien a todos”.
Oltra asegura no estar preocupada por si ha roto muchos o pocos techos de cristal. “Me preocupa mucho más contribuir al bienestar de mujeres que recogen los cristales que rompen otras mujeres, sinceramente. Me parece que el feminismo no puede ser solo una cuestión de mujeres blancas, de clase media-alta y con estudios superiores, que rompen techos de cristal. El movimiento por la igualdad debe ocuparse de los suelos de barro, donde muchas mujeres se quedan enganchadas”, sostiene. “Para mí, el feminismo ha de tener un componente de clase liberador y emancipador para todas, pero sobre todo para aquellas que menos oportunidades han tenido, entre otras cosas, por ser mujer. El reto está en dar una respuesta global a todas las mujeres y hablar de la redistribución de la riqueza, del tiempo y del poder. Tiene que interpelar al conjunto de la sociedad y trabajar todas las masculinidades igualitarias y ponerlas en valor”.
Sobre la presencia de “machirulos” en la política, la vicepresidenta opina que los había y los sigue habiendo en todos los partidos. No ve una gran diferencia en el campo de la justicia, donde confía en las nuevas hornadas de mujeres, cada vez más numerosas, para desterrar el machismo. Respecto a la evolución de la igualdad en ambos mundos, Oltra entiende que “progresan adecuadamente”. Admite sin rubor que, cuando militaba en el PCE, salió elegida para el comité central por la cuota reservada a las mujeres y la hicieron dimitir para que entrara un hombre. O bien se respetaban las cuotas pero las decisiones se desplazaban a círculos informales, “a las bodeguillas”, dice, donde los hombres se juntan cuando las mujeres se dedican a los cuidados.
Se ha avanzado mucho, sostiene, pero no hace tanto, en 1974, las mujeres españolas aún no podían realizar una compraventa válida si no era con el permiso del marido o del padre. “Los únicos negocios jurídicos válidos que podíamos celebrar era comprar el pollo en el mercado, todo lo demás tenía vicio de nulidad”. Y se ha avanzado en la medida en que las mujeres se han incorporado a los órganos de decisión de los partidos.
La consejera de Igualdad y Políticas Inclusivas valenciana ha impulsado diversas leyes de las que se siente orgullosa. Y si ha de destacar una, se queda con la Renta Valenciana de Inclusión por su repercusión sobre la gente, con especial atención en las mujeres. También resalta la ley trans valenciana de 2017, apoyada por el PSPV-PSOE, Compromís, Podemos y Ciudadanos, con una filosofía muy parecida a la de la proposición no de ley consensuada en el Congreso de los Diputados y el texto del ministerio de Irene Montero, que divide a los socios del Gobierno de España. Igualdad prevé la autodeterminación de género sin informe médico a partir de los 16 años. “Quien haya cambiado de opinión, tendrá que explicarlo. Es lo que está aprobando la mayoría de países que se incorporan a esos derechos”, dice Oltra. El borrador se ha topado con diferentes posturas dentro del feminismo pero advierte: “Feminismos hay muchos y con diferentes miradas”.
“Si hubiera sido un hombre, habría sido presidente”
Oltra ha cobrado menos que un hombre por hacer el mismo trabajo, se ha descubierto tics machistas, que intenta corregir y perdonarse, y ha sido objeto de comentarios y adjetivos que “a un hombre jamás” le hubieran adjudicado, explica. No olvida aquellas descalificaciones de “malísima, ambiciosa o insaciable”, cuando en 2015 se propuso para la Presidencia de la Generalitat valenciana sin que su partido fuera el más votado. “Si hubiera sido un hombre, habría sido presidente”, opina.
En aquellas negociaciones para que la izquierda gobernara la Comunidad Valenciana después de 20 años de hegemonía del PP, Oltra se postuló para presidir un Gobierno valenciano tripartito con el apoyo de Podemos, pero el PSOE, con 23 escaños frente a los 19 de Compromís y los 13 de la formación morada, apeló a que tenía más votos y amagó con un acuerdo con Ciudadanos. Oltra desistió en su empeño y al final hubo un tripartito presidido por los socialistas. “En Cantabria no se cuestionó que Miguel Ángel Revilla fuera presidente con muchos menos diputados que el PSOE [en las elecciones autonómicas de 2003], pero era hombre y no se le cuestionaba. Aquí había 32 diputados [la suma de de Compromís y Podemos] que optaban por no perpetuar el bipartidismo frente a 23 (los del PSPV-PSOE). Si yo hubiera sido un hombre, habría sido presidente, no tengo ninguna duda, entre otras cosas porque no hubiera cedido”. Y ¿por qué cedió? “Porque este país necesitaba un cambio, un gobierno, y nadie me iba a perdonar haber alargado aquello más. El imaginario colectivo, construido sobre todo desde los medios de comunicación, había sentenciado esto”.
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