¿Y qué pasa con las víctimas?
Domingo fue respaldado por instituciones y políticos en España que no repararon en el efecto de sus palabras sobre las denunciantes
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, le respaldó desde su cuenta de Twitter con las investigaciones aún abiertas. “Es el más grande”, escribió de Plácido Domingo junto con la portada de Abc, que ofrecía una entrevista al tenor. El entonces ministro de Cultura, José Guirao, apuntó a la credibilidad de las víctimas en su respaldo a la estrella de la ópera: “Las denuncias anónimas no me gustan”. Tras la investigación periodística de Associated Press, tanto la Ópera de Los Ángeles como el sindicato de artistas iniciaron sus propias pesquisas. En España no se abrió ninguna investigación. Algunas de las principales instituciones artísticas decidieron respaldarle. El Teatro Real, por ejemplo, mostró su “admiración y reconocimiento grandes por todo lo que representa su extraordinaria carrera para la lírica española e internacional, y por su ejemplar trayectoria en esta institución”. No hubo palabras ni consideraciones para las denunciantes.
Tras hacerse públicos los resultados de la investigación del sindicato estadounidense de los artistas de ópera, que concluye que el tenor Domingo acosó sexualmente a mujeres y abusó de su poder mientras era director de la Ópera Nacional de Washington y la de Los Ángeles, el propio tenor ha aceptado “toda la responsabilidad” y ha pedido perdón “por el dolor” causado. Durante más de siete meses, hubo voces destacadas para respaldar al tenor, que ahora empiezan a revisar su posición. Pero, ¿qué ha pasado mientras con las víctimas? Estos respaldos, ¿tienen efecto sobre las mujeres que señalaron a Domingo y sobre otras que se hayan planteado en algún momento denunciar casos parecidos?
“Plácido Domingo es el último eslabón de la cadena”, explica Miguel Lorente, forense y exdelegado contra la violencia de género. El apoyo que ha recibido en público, explica el forense, es el que le mostraron antes a otros hombres famosos denunciados como Bill Clinton o Roman Polanski o el recientemente condenado Harvey Weinstein. “El apoyo que reciben en todos estos casos parte de la base de que las mujeres no son creíbles y se les manda el mensaje de que la denuncia no sirve para nada”, explica Lorente, que defiende: “Apoyar a un maltratador o a un acosador no es apoyar a una persona en sentido abstracto. Muchos de estos apoyos cuestionan y critican a las mujeres”.
Encarna Bodelón, profesora de Filosofía del Derecho de la UAB y directora del grupo Antígona, defiende por su parte que respetar la presunción de inocencia de un potencial acosador o agresor (en el caso de Domingo no hay ningún proceso judicial abierto y la mayoría de los casos habrían prescrito) no es incompatible con otorgar “una presunción de credibilidad” a quienes les acusan: “Cuando las mujeres denuncian sea por agresión de su pareja o de una tercera persona, o en casos de acoso laboral, lo que pasa es todo lo contrario: hay una presunción de que la víctima está mintiendo. Partamos de que puede ser verdad, de que ellas no están mintiendo. Sobre todo en los casos en los que no hay solo una única denuncia sino que aparecen varias mujeres que no tenían un interés espurio en contar estos hechos. El problema social que tenemos con la violencia es esa justificación social”.
Tanto Lorente como Bodelón coinciden en la “enorme gravedad” que supone que instituciones y personajes públicos respalden a presuntos agresores o acosadores mientras están en marcha las investigaciones. “Sería igual que si el ministro de Justicia dijera ‘estamos contigo’ si se acusa a alguien de un asesinato. Deberían decir: 'hasta que no acabe la investigación no podemos decir'. Es gravísimo que las autoridades públicas hagan esas declaraciones, es perjudicial para las víctimas”.
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