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Australia arde al calor del carbón de sus minas

El 75% de la electricidad del país proviene del mineral. Los incendios aumentan la presión sobre el Gobierno en favor de energías limpias

Manu Granda
Descarbonizar ciudades
Manifestantes contra las minas de carbón en la ciudad de Brisbane, Australia. Glenn Hunt

Las llamas que han arrasado más de 11 millones de hectáreas en Australia estos meses y matado a 33 personas han avivado un viejo debate nacional: la necesidad de reducir su inmensa dependencia energética del carbón. Este mineral altamente contaminante es uno de los grandes culpables del cambio climático, uno de los factores desencadenantes de la feroz oleada de incendios que ha sufrido el país —el pasado 13 de febrero las autoridades de Nueva Gales del Sur, la zona más afectada por las llamas, anunciaron por primera vez que los incendios están bajo control—. Del carbón proviene el 75% de la energía eléctrica que se produce actualmente, según datos del Gobierno. La actual Administración ha defendido en numerosas ocasiones la explotación de este mineral con medidas como la apertura, en abril de 2019, de la polémica mina de Adani, en tierras de los aborígenes.

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Pero debido a los incendios, el primer ministro australiano Scott Morrison ha comenzado a cambiar levemente su discurso. ScoMo (como se le conoce popularmente) aseguró en enero que el Gobierno continuará desarrollando de manera progresiva su política energética para “reducir aún más” las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero inmediatamente después se apresuró a descartar la posibilidad de imponer una tasa a la emisión de dióxido de carbono como la que impulsó en 2011 el Gobierno laborista de Julia Gillard. Una ley que dos años después fue derogada por la coalición, la unión de partidos de derechas que ahora lidera Morrison.

“La derogación de esta ley, que convirtió a Australia en el primer país del mundo en quitar un impuesto nacional al carbono, se produjo a pesar de que demostró tener un gran éxito en la reducción de las emisiones de CO2”, explica Penelope Crossley, profesora asociada en la facultad de Derecho de la Universidad de Sídney. Actualmente, el país es el tercer exportador mundial de combustibles fósiles, según datos del laboratorio de ideas Australia Institute. Las presiones para que Morrison tome medidas que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero provienen sobre todo de la oposición (con los verdes y los laboristas a la cabeza) y de los grupos ecologistas; pero también del seno de su propio partido, que reúne a conservadores y liberales. Estos últimos vieron como una victoria el cambio de discurso del primer ministro. “Estoy emocionada de que empecemos a avanzar en la dirección correcta, pero tenemos mucho más que hacer”, dijo Katie Allen, diputada liberal, tras las declaraciones de Morrison.

Uno de los argumentos más utilizados por el Gobierno actual es que Australia es responsable de tan solo el 1,3% de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo. Por lo que, cualquier acción que se lleve a cabo tendrá que ser global, no por parte de un solo país. “Muchos sostienen que las emisiones de Australia son pequeñas a escala mundial, pero esta investigación muestra todo lo contrario. Nuestras emisiones domésticas son grandes y las emisiones de nuestras exportaciones son aún mayores”, indicó Richie Merzian, director del programa de clima y energía de Australia Institute, en un estudio publicado por este laboratorio de ideas en el mes de agosto.

Australia es hoy el país de la OCDE que más gases de efecto invernadero emite per cápita. En el mundo solo lo superan algunos pequeños Estados que se dedican fundamentalmente a la producción de petróleo como Qatar, según datos de Australia Institute.

El desafío del Acuerdo de París

Australia, al firmar el acuerdo por el clima de París de 2016, se comprometió a reducir sus emisiones entre un 26% y un 28% para 2030, respecto a sus niveles de 2005. Desde el Gobierno aseguran que alcanzarán ese objetivo gracias a los "carry-over credits", que representan la cantidad de dióxido de carbono en que Australia sobrepasó los objetivos que le exigía el anterior pacto climático, el protocolo de Kioto. De ser así, sería el único país que vaya a utilizar esta herramienta para cumplir con objetivo de reducción de emisiones, admitieron desde el Ejecutivo.

“Estamos tomando medidas reales sobre el cambio climático y obteniendo resultados. Los críticos internos y globales de Australia voluntariamente pasan por alto o ignoran nuestros logros”, dijo el primer ministro, Scott Morrison, en la ONU el pasado septiembre.

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Sobre la firma

Manu Granda
Redactor de la sección de empresas especializado en el automóvil e industria pesada. Como 'freelance', cubrió la temporada de incendios del verano 2019-2020 en Australia para EL PAÍS. Es graduado en periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos y cursó el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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