Una iglesia protestante de Santander, atacada en Nochebuena con 30 ratas muertas por “traicionar” al catolicismo
El pastor evangelista denuncia ante la Fiscalía por un posible delito de odio de autoría desconocida
El pastor protestante Julio García Celorio se encontró con una terrible estampa cuando iba a abrir su iglesia Nueva Vida en Santander el día de Navidad: alguien había colocado 30 ratas muertas en el exterior del local entre carteles con insultos. “Cristo, María y España. Fuera ratas protestantes y luteranas”, “Dios no murió en la cruz para alimentar a traidores como tú” y “España católica, apostólica y romana: fuera ratas protestantes y luteranas”, rezaban los folios, con las ofensas escritas entre imágenes de la piadosa virgen María a todo color. El religioso, que ha sufrido numerosas descalificaciones durante sus 40 años al frente de sus fieles, consideró que era “la gota que colmó el vaso” y, animado por su parroquia, denunció lo ocurrido ante la Policía. Además, ha presentado el caso ante la Fiscalía para que investigue un posible delito de odio cometido en la noche en la los católicos celebran que nació Jesucristo.
García, de 59 años, afirma que cuando vio la escena sintió que regresaba a la Edad Media. “Parece que hay que andar siempre pidiendo disculpas por ser diferente”, sostiene, y reseña que “la diversidad enriquece y la uniformidad empobrece”. La fe protestante, añade, ha sufrido un sinfín de obstáculos en España como para retroceder a esos tiempos —no tan lejanos— en los que estas congregaciones eran perseguidas y cerradas. El guía espiritual cántabro defiende que tanto él como sus feligreses, en el barrio santanderino de Peñacastillo, llevan 26 años ayudando a la sociedad en forma de apoyo a mujeres víctimas de trata o el trabajo social con presos. La ONG Nueva Vida, que administra el templo, cuenta con 70 empleados y trabaja con el Ayuntamiento de Santander en labores de integración o en un albergue. Por eso no entiende el porqué de este ensañamiento y se centra en agradecer “el cariño y apoyo” que los suyos y los vecinos de la zona le han manifestado.
García admite que no quería denunciar porque siente que, “como al terrorismo”, darle difusión a esta clase de atentados brinda “la ventaja de la propaganda” a sus responsables. El simbolismo multiplica la carga de intolerancia del ataque al templo evangelista: además de ejecutarse antes de la Navidad, el número 30 simboliza las monedas de plata de sendas traiciones: las de Judas a Jesús y la del hermano de José, Judá, al padre del Mesías. “Nosotros no celebramos tanto la Navidad como la Iglesia católica, pero sí con solemnidad y respeto”, destaca el también capellán protestante de la cárcel cántabra de El Dueso (Santoña).
El pastor achaca esta clase de exhibiciones de odio, como las pintadas antisemitas realizadas también en Navidad en el mayor cementerio judío de España, en Madrid, al “auge de movimientos radicales, xenófobos y homófobos”. La ultraderecha y esa “comparsa intolerante a quien le estorban los que no son como ellos” suponen “volver a lo de atrás” mediante la falta de diálogo y discursos excluyentes, sostiene. Al menos los tiempos han cambiado y puede intentar que las autoridades hagan justicia: “Gracias a Dios ahora nos defienden”, dicen. Portavoces de la Policía Nacional en Cantabria aseguran estar “muy sensibilizados con estos temas” y que investigarán “el delito de odio”.
Charo Alises, abogada especializada en delitos de odio, cree que esos mensajes y las ratas muertas en un espacio de culto “denotan una hostilidad hacia una facción religiosa”. El lugar de los hechos marca un “indicador de polarización” y contribuye a dilucidar “si el ánimo del ataque tiene motivo discriminatorio”, sostiene. Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia, lo define “claramente” como delito de odio y tilda a los infractores de “fanáticos”. Ibarra alude a una “tendencia al alza” de ataques contra sinagogas, mezquitas o iglesias evangélicas en un ejemplo claro de “intolerancia religiosa”.
Corrientes de intolerancia
El catedrático en teología Juan José Tamayo, autor de La internacional del odio. ¿Cómo se construye? ¿Cómo se deconstruye? (Icaria), apunta que estas corrientes intolerantes están generadas por “el Cristo neofascismo”, una alianza entre la extrema derecha política y movimientos cristianos integristas fundamentalistas auspiciados por el neoliberalismo y obispos católicos. Tamayo critica esta “perversión de la religión”, pues estos radicales reprueban las creencias ajenas al catolicismo y actúan con violencia contra ellas.
La concentración religiosa hostigada aglutina a 450 de los 12.000 protestantes que hay en Cantabria, un colectivo que según Julio García estaba “mal visto” hasta hace muy poco. El párroco insiste en que la fe cristiana no exige homogeneidad en el pensamiento: “La mayoría es católica por cultura, pero se puede no comulgar en todo con la Iglesia y no pasa nada”. Debe ser compatible, recalca, pensar diferente y estar unidos pese a los intentos de someter a sus creencias.
La respuesta de la delegación diocesana de ecumenismo y el respaldo del obispado han reconfortado al líder del templo atacado. El Ayuntamiento, asimismo, ha habilitado una patrulla especial para que los agentes vigilen por si estos días se repiten incidentes de este calibre. García también se ha reunido con el presidente del Parlamento cántabro, Joaquín Gómez, en un “gesto increíble”. El objetivo del religioso es que los responsables de esta ofensa sean identificados y, ante todo, aprendan a respetar. El pastor concluye con un mensaje que considera uniforme para cualquier credo: “El pensamiento protestante es el de la libertad de conciencia, no tener que pensar todos lo mismo, ¡Concho!”.
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