Rosario Porto, madre de Asunta, recibe sepultura en el cementerio de Santiago
El cuerpo fue trasladado desde Ávila, donde permanecía desde que la mujer, condenada por la muerte de su hija en 2013, se suicidó en la prisión de Brieva en noviembre

La madre de Asunta Basterra, Rosario Porto Ortega, ha sido enterrada este sábado al mediodía en el cementerio municipal de Boisaca, Santiago, en una sepultura propiedad de su familia materna y, después de siete años, con las cenizas de su hija. El abogado que se hizo cargo de su defensa y de su representación desde poco después de su detención y hasta la actualidad, José Luis Gutiérrez Aranguren, estuvo presente en el sepelio, llevado a cabo con discreción. Los restos de la compostelana condenada a 18 años de prisión, junto a su exmarido Alfonso Basterra, después de que un jurado popular los considerase autores del asesinato de su hija de 12 años en 2013, descansan ya en una tumba en tierra. Fueron trasladados de madrugada desde Ávila. Permanecían desde el 18 de noviembre en el instituto forense de la provincia, primero a la espera de unas pruebas ordenadas por el juzgado, y después pendientes de los escasos parientes y amigos que se han encargado de tomar decisiones.
Rosario Porto, de 51 años, apareció muerta en su celda de la cárcel abulense de Brieva el pasado 18 de noviembre, ahorcada con el cordón de su bata cuando ya no se le aplicaba ningún protocolo antisuicidio. La madre de Asunta Yong Fang, adoptada por el matrimonio en China cuando era solo un bebé, ya había intentado quitarse la vida en repetidas ocasiones en las anteriores prisiones en las que había cumplido su pena (Teixeiro en A Coruña y A Lama en Pontevedra). Finalmente lo consiguió meses después de llegar a Ávila (fue trasladada allí en vísperas de decretarse el estado de alarma). Su abogado explicó tras su muerte que las autoridades del centro penitenciario jamás contestaron a la reclusa cuando solicitó que la pudieran visitar en la cárcel el psiquiatra que seguía su caso ya en Galicia y su letrado.
La mujer, que padeció periodos de depresión desde que apenas tenía 20 años, falleció sin llegar nunca a aceptar la condena que le fue impuesta. Hasta el último instante negó rotundamente haber matado a su hija, que apareció en una pista forestal a pocos kilómetros del chalé familiar con señales de asfixia mecánica. El juez instructor del caso ordenó detener a Porto horas antes del funeral, cuando la madre velaba el cadáver de su niña precisamente en el tanatorio de Boisaca, a escasos metros del cementerio en el que hoy ha sido enterrada.
A pesar de que tanto sus padres, fallecidos con poca distancia entre 2011 y 2012, como su pequeña (21 de septiembre de 2013) fueron incinerados, Porto no dejó escrita ninguna voluntad sobre su propia inhumación. En su testamento, depositado desde 2014 en una notaría de Betanzos (A Coruña), no da instrucciones al respecto.
En el documento se limita a repartir las propiedades (pisos y un chalé) entre Teresa S., la amiga ourensana que no le dio la espalda tras su arresto y que se hizo cargo de las cenizas de Asunta hasta ahora, y un buen amigo de Francisco Porto, su padre. Este heredero, Juan Guillán, el primer abogado que designó Rosario Porto al ser detenida (hasta que este rechazó seguir por no ser penalista), anunció tras conocer el contenido del testamento que renunciaría a su parte. Por voluntad de la fallecida, otras personas debían recibir también una porción del legado, como objetos artísticos de la colección familiar. Entre estos últimos herederos figuraba el letrado coruñés que sí acompañó a Porto hasta la actualidad, pero igualmente ha renunciado. La madre de Asunta Basterra, abogada de profesión, dejó por escrito, además, su deseo de que una parte del dinero que ha dejado en herencia sea destinada a varias ONG.
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