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Francia suaviza el confinamiento pero no habrá desescalada completa hasta finales de enero

Macron establece un calendario progresivo de reapertura de la actividad: comercios reabrirán este sábado, pero los museos y teatros deberán esperar al menos hasta el 15 de diciembre. Bares, restaurantes y gimnasios seguirán cerrados hasta el 20 de enero.

Una familia francesa escucha el nuevo discurso sobre el coronavirus del presidente Emmanuel Macron. En vídeo, las declaraciones del presidente galo.Vídeo: PASCAL ROSSIGNOL / REUTERS
Silvia Ayuso

La normalidad no volverá de inmediato a Francia. El presidente, Emmanuel Macron, ha confirmado este martes que el nuevo confinamiento nacional que viven los 67 millones de franceses desde el 30 de octubre será “suavizado”, pero no acabará del todo pronto. La desescalada —palabra que ni siquiera fue pronunciada— será muy progresiva, en tres etapas y, como pronto, culminará a finales de enero. Por el momento, y como se esperaba, los comercios “no esenciales” cerrados desde hace casi cuatro semanas, como tiendas de ropa o librerías, podrán reabrir a partir del sábado, al igual que los lugares de culto. Museos y teatros deberán esperar hasta el 15 de diciembre como mínimo. La fecha es más lejana aún para restaurantes o gimnasios: solo podrán abrir a partir del 20 de enero, “si es posible”, ha advertido el mandatario en el mismo día en que el país superó la barrera de los 50.000 muertos por covid-19.

“Tenemos que continuar los esfuerzos (…) Debemos de hacer todo lo posible para evitar una tercera oleada y un tercer confinamiento”, ha dicho Macron en un nuevo discurso a la nación centrado en el coronavirus, el octavo desde el comienzo de la crisis en marzo.

En lo inmediato, desde la mañana del próximo sábado 28, aunque la consigna seguirá siendo permanecer lo máximo posible en casa y habrá que seguir firmando una declaración jurada para cada desplazamiento, se abrirá una “nueva etapa” en la que los franceses podrán desplazarse con algo más de libertad: el límite de salir a hacer ejercicio o pasear un máximo de una hora a un kilómetro del domicilio ha sido ampliado a 20 kilómetros y hasta tres horas. Todos los comercios podrán además reabrir, aunque con un protocolo sanitario reforzado y como máximo hasta las 21.00. Desde el sábado, también se volverá a poder celebrar misa y otros cultos, aunque con un límite de 30 personas. Igualmente, vuelven a estar permitidas las actividades extraescolares al aire libre.

El objetivo declarado de Macron era ofrecer una mínima hoja de ruta a una población que, al contrario que en la primavera, ha vivido con mucha más impaciencia y tensión este segundo confinamiento. En las últimas semanas, se han sucedido las protestas de los pequeños comerciantes, pero también de movimientos católicos que exigían poder volver a celebrar misa. “Nada es peor que la incertidumbre y la impresión de vivir una tristeza sin fin. Hace falta coherencia, claridad, un objetivo. Es difícil porque la pandemia es imprevisible y mundial, pero esa es la llave de la confianza, que a su vez es la llave del éxito”, reconoció el domingo al Journal du Dimanche. Dos días después, ha llamado a los franceses a “no caer ni en la resignación ni en la cólera” y a adoptar, colectivamente, un “espíritu de responsabilidad”.

El plan para las próximas semanas y meses se ha ido trazando a medida que se confirmaba no solo que el pico de la segunda oleada ha pasado ya, sino que se vuelve a cifras epidémicas controlables: el lunes, con 4.452 casos nuevos confirmados en 24 horas, fue el primer día desde el 28 de septiembre que no se superaban los 5.000 contagios, límite establecido como meta por Macron. El 7 de noviembre, se superaron los 86.000. Aunque las cifras se han reducido drásticamente, este mismo martes Sanidad Pública anunció, poco antes del discurso presidencial, 9.155 nuevos contagios. Además, aunque los datos menguantes procedentes de los hospitales confirman también una bajada de la tensión, la epidemia sigue causando estragos: este martes, Francia contabilizó 50.237 víctimas mortales desde el comienzo de la crisis.

Con todo, Macron se mostró confiado en que, para el 15 de diciembre, se logrará mantener la meta de 5.000 contagios diarios máximos y una ocupación en reanimación de hasta 3.000 pacientes. Si se consigue, se abrirá una segunda etapa de la desescalada que permitirá “pasar las navidades en familia”, aunque el presidente ha dejado claro que estas fiestas “no serán como las otras”. La idea es cambiar a mediados de diciembre el confinamiento por un nuevo toque de queda entre las 21.00 y las 07.00 de la mañana, aunque el 24 y 31 se podrá circular libremente hasta más tarde. Eso sí, las aglomeraciones masivas en la calle “no se tolerarán”, ha adelantado Macron. También podrán reabrir cines, teatros y museos, con protocolos sanitarios reforzados.

La tercera y última etapa tendrá lugar el 20 de enero. Si la epidemia sigue controlada, bares, restaurantes y gimnasios, que llevan cerrados un mes, podrán volver a operar. Consciente de su sacrificio económico, Macron ha anunciado nuevas ayudas para esos sectores: una compensación equivalente al 20% de su volumen de negocios de 2019 o una ayuda de 10.000 euros del fondo de solidaridad.

En esa fecha, los liceos de secundaria, algunos de los cuales actualmente solo acogen en clase al 50% de los alumnos, podrán volver a abrir del todo y, a comienzos de febrero, está previsto que también vuelvan las clases presenciales en las universidades.

Macron ha subrayado en varias ocasiones la importancia de la “responsabilidad colectiva” y ha llamado a seguir respetando las medidas básicas: mascarillas, uso de gel hidroalcohólico y distancia social. El mandatario ha adelantado su convicción de que las primeras vacunas estarán disponibles a finales de diciembre o principios de enero, especialmente para la población más vulnerable, y que una “segunda generación” llegará en primavera. Aunque Francia quiere realizar una campaña de vacunación “rápida y masiva”, vacunarse no será, en ningún caso, obligatorio, ha asegurado Macron.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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