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Póngase en cuarentena, forastero

Una matrícula de una ciudad foco de la Covid-19 puede ser suficiente para despertar la suspicacia de los vecinos de zonas rurales de EE UU. Algunos se han tomado la justicia por su mano

Pablo Guimón
Una calle de Greensburg, en el Estado de Indiana.
Una calle de Greensburg, en el Estado de Indiana.Darron Cummings (AP)

Póngase en cuarentena, forastero. Y si no lo quiere hacer por las buenas, puede que alguien decida imponerle la medida por las malas, por miedo a que usted lleve el coronavirus a su territorio. Esa, según el sheriff del condado de Knox, en Maine, es la idea que llevó a unos vecinos de la isla de Vinalhaven a talar un árbol y atravesarlo en medio de la calle para impedir a tres vecinos de Nueva Jersey alejarse de la casa en la que vivían alquilados desde septiembre. El viernes 27 de marzo, a media tarde, uno de los forasteros salió de su residencia para intentar averiguar por qué no funcionaba la televisión por cable. Pero se encontró con que la calle Cripple Creek estaba cortada por un enorme tronco atravesado de lado a lado.

“Cuando se acercó al árbol caído, un vecino comenzó a gritarle y un grupo de personas se empezó a reunir a su alrededor”, explica el sheriff en un comunicado. “Varias personas con armas habían talado un árbol y les estaban diciendo que tenían que ponerse en cuarentena”.

El forastero volvió a su residencia y les contó lo ocurrido a sus compañeros de piso. Llamaron a la guardia costera, según el sheriff, y utilizaron un dron para controlar al grupo hasta que llegó la policía a ayudarlos. No tenían síntomas de Covid-19. Llevaban 30 días en la isla y, por tanto, no entraban en las recomendaciones de las autoridades de guardar cuarentena si se había pasado por el área de influencia de la ciudad de Nueva York, que incluye una pequeña parte de Nueva Jersey. Pero la matrícula de su coche fue suficiente para que los vecinos decidieran forzarlos a encerrarse antes que arriesgarse a que el coronavirus se propagara por su isla.

No son los únicos que han decidido pasar a la acción. Aunque cada vez más generalizada, la pandemia afecta de manera muy desigual a la vasta geografía del país, golpeando con mucha fuerza en las zonas urbanas y, muy particularmente, en la ciudad de Nueva York. Así, aunque a menudo los visitantes son el principal motor de sus economías, muchas comunidades rurales sin casos confirmados están dando pasos para pedir a los forasteros que se queden fuera.

En Cape Cod, península en el extremo oriental de Massachusetts famosa por albergar la famosa propiedad de la dinastía Kennedy, más de 12.000 residentes han firmado una petición para que las autoridades cierren el paso a los no residentes en los dos puentes que dan acceso a la zona. Las autoridades de Massachusetts han asegurado en un comunicado que no van a cerrar los puentes, pero señales luminosas por toda la carretera piden a los forasteros que se sometan a 14 días de cuarentena.

Otras autoridades locales han sido más expeditivas. En el condado de Rensselaer, en el norte del Estado de Nueva York, pidieron al gobernador Andrew Cuomo que prohibiera cualquier desplazamiento no esencial desde la ciudad de Nueva York. Ante la negativa del gobernador, el 27 de marzo, la directora de Salud Pública del condado, Mary Fran Wachunas, firmó un decreto en el que se obliga a “cualquier persona que pretenda entrar en los límites del condado” desde la ciudad de Nueva York y otras localidades especialmente golpeadas por el coronavirus a informar de sus intenciones a las autoridades locales, antes de tener contacto alguno a menos de dos metros con cualquier persona, y “colocarse en una cuarentena de 14 días”. No fueron tan lejos como algún vecino que pedía, en la página de Facebook del condado, "que se despliegue a la Guardia Nacional en el maldito río Hudson”.

Localidades turísticas de todo el país están pidiendo a los forasteros que no vayan. En los cayos de Florida se ha prohibido la entrada a los visitantes. También en los Outer Banks, en Carolina del Norte, donde la prohibición de acceder se extiende incluso a los propietarios de segundas residencias en el lugar. Durante la pandemia, el Gobierno federal publica directrices, pero son los gobernadores las que deciden las medidas que se adoptan en casa Estado para prevenir la propagación el virus.

El derecho a viajar no está recogido en la Constitución, pero en el pasado ha sido invocado por los jueces para revocar leyes que restringían los desplazamientos, como las dictadas en California durante las grandes sequías del Dust Bowl en los años 30 del siglo pasado. Pero la rapidez con la que avanza la pandemia convierte en poco seria la posibilidad de acudir a los tribunales.

Estados Unidos es hoy el país con más casos de Covid-19 del mundo. Ya son pocas las regiones en las que no se ha constatado la llegada del coronavirus. Por mucho que los erigidos en vigilantes locales corten carreteras con árboles caídos. “No es el momento de desarrollar la mentalidad de nosotros contra ellos”, decía en Facebook la congresista de Maine Genevieve McDonald. “Atacar a la gente por la matrícula de su coche no nos hará ningún bien”.

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Sobre la firma

Pablo Guimón
Es el redactor jefe de la sección de Sociedad. Ha sido corresponsal en Washington y en Londres, plazas en las que cubrió los últimos años de la presidencia de Trump, así como el referéndum y la sacudida del Brexit. Antes estuvo al frente de la sección de Madrid, de El País Semanal, y fue jefe de sección de Cultura y del suplemento Tentaciones.

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