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Muere el oso Cachou, famoso por sus ataques a caballos en el Pirineo

El año pasado se aplicó fungicida en la carroña de una yegua para provocarle vómitos y que no volviera a matar ganado equino

Esther Sánchez
Cadáver del oso Cachou localizado en una zona de difícil acceso del valle de Aran.
Consejo General de Arán

El jueves apareció muerto Cachou, un oso macho de la población del Pirineo, conocido en el valle de Aran por su voracidad con el ganado equino. En septiembre del año pasado, se le atribuyeron cinco ataques a yeguas y potros, en tan solo 15 días. El cadáver de Cachou, un ejemplar joven de seis años, fue localizado por los agentes de medio ambiente del Concejo de Aran y de la Generalitat de Cataluña en una zona de la Soberpera de difícil acceso. Los restos se trasladaron a la Universidad Autónoma de Barcelona para realizarle la necropsia y conocer las causas de su muerte. Hacía mes y medio que el plantígrado había abandonado la cueva donde hibernaba y se había comenzado a mover por Mijaran (Francia) y el Bajo Aran, sin provocar ningún ataque.

Los agentes lo localizaron al comprobar que llevaba varios días sin moverse del sitio -algo completamente inusual- por las señales que emitía el collar GPS que portaba. El macho fue capturado hace aproximadamente un año en Francia, en el entorno de Montcorbau (valle de Aran), para instalarle el dispositivo de localización debido a su conflictividad. Los ganaderos, por su parte, exigían su extracción inmediata. Para disuadirle de su actitud depredadora, la Consellería de Territori y Sostenibilitat decidió aplicar en otoño pasado un fungicida (un producto químico, que ya se ha usado con lobos) en los restos de una yegua que había matado Cachou que provoca vómitos y conseguir así que ese tipo de carne le provocara rechazo. La Generalitat está valorando si volverá a aplicar el mismo sistema para evitar ataques si aparecen osos tan agresivos.

Este año, el oso no había provocado ningún daño, “pero todavía era pronto", asegura Francés Boya, Sindic de Aran, que añade que el año pasado tuvieron que trasladar los caballos a otra zona. “Estábamos a la expectativa, a ver qué pasaba, porque la temporada anterior fue muy conflictiva y Cachou mostró una actitud muy virulenta”, explica Boyá. Cuenta que el producto químico que se aplicó a la carroña el año pasado “ejerce como revulsivo y provoca un malestar físico para tratar de que el oso lo asocie a la carne de caballo”. “Hemos tenido problemas con Cachou y con Goiat [otro de los osos famosos por su agresividad con el ganado] y no sabemos por qué hay algunos que atacan y otros no, su comportamiento es muy irregular”, comenta. Por ese motivo, pide “una gestión más ágil y un protocolo claro de actuación para saber qué hacer cuando llegan los problemas, para que no empiecen las vueltas entre la comunidad autónoma, los ministerios, el grupo de expertos...”.

La población de los Pirineos se encuentra en unos 40-50 osos, lo que ha provocado un proceso de aprendizaje entre los ganaderos. “Hemos cambiado el manejo de los rebaños de ovejas, hay más pastores y cercados, quizá por eso van a por los caballos, pero esto conlleva más gastos”, reflexiona Boyá. Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo, describe que llevaban años intentando mejorar la convivencia de la especie, que es omnívora, con los ganaderos “cuando aparecen Goiat (de origen esloveno) y Cachou (nacido en España de padres eslovenos) que matan caballos y ponen muy nerviosa a la población”. “Al localizar muerto a Cachou se han disparado todas las alarmas, pero afortunadamente está entero y podrá hacerse un buen análisis toxicológico para determinar la causa de la muerte”, concreta. En cuanto a las medidas disuasorias con sustancias químicas, indica que “no debe ser agradable para el oso, pero tampoco lo es dispararle con una bala de caucho [otra medida para alejarlos]". Palomero cree que hay que investigar métodos para mejorar la coexistencia, porque “siempre será mejor que matar a los ejemplares complicados".

Una visión que no comparte Roberto Hartasánchez, presidente del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS), que no se explica cómo se le puede administrar un producto químico a una carroña que se va a comer un oso. “Le va a hacer daño y se trata de una especie protegida, ¿qué manejo es ese? Es inadmisible que una administración cree un precedente semejante”, plantea. En su opinión, tanto a Cachou como a Goiat se les ha usado para criminalizar a la especie.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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