Los expertos ven inevitable cerrar colegios para evitar el colapso sanitario
El objetivo “ya no es parar el virus, lo que es imposible, sino ralentizar su propagación”
Cerrar colegios y universidades tiene un enorme impacto para las familias. Algunos expertos, incluso, alertan sobre los efectos colaterales negativos que puede tener si la medida no se aplica bien. Pero investigadores y autoridades coinciden en que hay un momento a partir del cual hacerlo es inevitable. “Es cuando queda acreditada la existencia de focos de transmisión no controlados”, explica Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). “Cuando esto sucede, es inevitable activar medidas de distanciamento social”.
Es lo que en España han hecho hasta el momento la Comunidad de Madrid y La Rioja, mientras el País Vasco lo ha decretado en Vitoria y Labastida. El objetivo en estos casos “ya no es parar al virus, lo que es imposible, sino ralentizar su propagación para evitar el colapso de los hospitales”, resume Luis Enjuanes, director del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC).
Una huelga de profesores que dejó sin clase a los niños de Israel en el invierno de 2000 da una idea del efecto barrera que puede suponer el cierre de colegios para un virus respiratorio, en este caso el de la gripe. “Las visitas al médico bajaron un 22%” y “las infecciones respiratorias diagnosticadas, un 43%”, recoge un artículo publicado en 2009 en The Lancet Infectious Diseases por investigadores del Imperial College de Londres.
Que haya consenso sobre la necesidad de aplicar la medida no significa que sea fácil definir cómo ni cuándo. Como muchas decisiones médicas, esta es un balance entre riesgo y beneficios. Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, ha recordado en las últimas semanas que hacerlo antes de tiempo “puede ser contraproducente” y facilitar que el coronavirus llegue antes a los mayores, el grupo más vulnerable, al propiciar la convivencia de los niños con sus abuelos.
Howard Markel, del Centro de la Historia de la Medicina de la Universidad de Michigan, ha avisado en The New York Times The del riesgo de hacerlo demasiado tarde: un estudio que hizo sobre la propagación de la gripe A en Estados Unidos en 2009, reveló que “el 83% de los 559 colegios estudiados cerraron tras haberse alcanzado el pico” de actividad del virus, por lo que la medida tuvo “un impacto muy reducido”.
Un documento del Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC) considera que el momento indicado para cerrar los colegios es cuando existe transmisión descontrolada pero “aún no se ha alcanzado el pico” de actividad del virus. Hacerlo entonces “tiene un impacto positivo en reducir la transmisión local”, publica la agencia en un reciente informe.
La afirmación está basada en la evidencia científica publicada, centrada en el virus de la gripe, lo que añade un punto de incertidumbre ya que se trata de un virus distinto al SARS-CoV-2. Para Pere Godoy, sin embargo, al estar acreditado que el coronavirus “tiene como principal vía de transmisión las gotitas que expulsa el infectado, que es la misma que la de la gripe, los estudios publicados son aplicables”. Luis Enjuanes admite que “el SARS-CoV-2 es un virus nuevo del que hay muchas cosas que no se saben, pero las investigaciones sobre la gripe son lo que hay disponible”.
Países como China y Canadá también practicaron algunos cierres de colegios durante el brote del primer SARS, más parecido —la similitud genética supera el 70%— al actual. Pero se trató de acciones más puntuales —la epidemia se controló en cinco meses— y los expertos coinciden en que las dimensiones de la actual impiden extraer conclusiones.
Una pregunta recurrente en los últimos días es por qué es necesario cerrar los colegios si los niños son el grupo de edad al que menos afecta el coronavirus y si esto, como advertía Simón, no podía favorecer la transmisión del virus a los mayores. Los expertos consultados admiten que ese “es un riesgo, pero los beneficios de la medida son superiores”.
“El cierre de los colegios debe ir acompañado de una formación sanitaria a la población”, explica Pere Godoy. “Los niños con síntomas no pueden estar con sus abuelos. Hay que lavarse las manos unas 10 veces al día. Nadie tiene que ir a trabajar enfermo”, detalla Godoy. “Son medidas sencillas y eficaces. Las autoridades deben transmitirlas a la población, que responde positivamente a este tipo de mensajes”, añade.
Ricardo Urbina es abogado en Madrid. Tiene un hijo de nueve años y agradece “la formación básica recibida desde el colegio” pero confiesa que tiene “muchas dudas sobre lo que se avecina”. “Mi mujer y yo trabajamos. Podemos tener una persona en casa hasta las tres, pero por las tardes no tenemos otra alternativa que dejar al niño con mis padres o mis suegros, que tienen todos unos 80 años. El niño tiene mocos, como todos los años. ¿Son eso síntomas? ¿Es un riesgo que estén juntos?”, se pregunta.
En línea de los epidemiólogos, los expertos en movilidad destacan la notable reducción de interacciones sociales que causará el cierre de los colegios. “Son un gran punto de encuentro y relación intergeneracional”, explica Miguel Mayorga, profesor de urbanismo de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) y de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). El docente suma a esto la importancia de los desplazamientos. “Los relacionados con los estudios son los segundos en importancia tras los laborales de la llamada movilidad ocupacional”, añade Mayorga. Esta categoría define aquellos desplazamientos que una persona está obligada a hacer, a diferencia de aquellos sobre los que tiene más margen de decisión como ir de compras, visitar a un familiar o quedar con un amigo, entre otros.
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