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Descuartizar un cadáver solo se castiga con una multa: la defensa de Jorge Ignacio Palma

El detenido por la desaparición de Marta Calvo reconoce una acción brutal que puede ayudarle a salir indemne

Óscar Fernández, abogado del detenido Jorge Ignacio Palma, en el cuartel de la Guardia Civil de Carcaixent (Valencia). En vídeo, la versión de su cliente.Foto: atlas | Vídeo: MÒNICA TORRES
Ignacio Zafra
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Cuando el miércoles trascendió que Jorge Ignacio Palma había reconocido ante la Guardia Civil el descuartizamiento de Marta Calvo, dio la impresión de que había confesado el crimen y el caso estaba prácticamente cerrado. Pero no es así. Si, como muchos sospechan, empezando por los investigadores, el detenido en realidad mató a la joven y se deshizo del cuerpo, su declaración constituye en realidad una línea de defensa que, según admiten un juez, un fiscal, una catedrática de Derecho Penal y un abogado sin relación con el caso que piden no ser identificados, puede resultar difícil de tumbar si la Guardia Civil no halla el cadáver de la joven o no consigue otros indicios, como la declaración de testigos. El objetivo de tal defensa es salir indemne de un proceso en el que probablemente será acusado de asesinato.

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Lo primero que resulta chocante es que descuartizar el cadáver de una persona a la que no has matado y lanzarlo, como sostiene Palma que hizo, en varios contenedores puede ser brutal, pero no constituye en sí mismo un delito, sino en todo caso una infracción administrativa por infringir el reglamento de policía mortuoria.

Según ha declarado el detenido, la joven murió tras realizar una práctica sexual de riesgo con cocaína. De ser así, aunque la droga hubiera sido de Palma, tampoco habría delito de tráfico de drogas, señalan las fuentes, al considerarse un consumo compartido "en el ámbito de la intimidad".

La versión de la muerte accidental resulta a primera vista endeble, porque lo normal en tal caso habría sido avisar de lo sucedido para que lo confirmara un forense. Pero a favor del sospechoso juega, paradójicamente, una muerte anterior: en abril otra mujer empezó a convulsionar mientras tenía sexo con él en un prostíbulo de Valencia después de consumir cocaína en una práctica similar a la que Palma sostiene que realizó con Marta. Aquella chica, brasileña, falleció días después. Y Palma ni siquiera fue acusado entonces de omisión del deber de socorro, a pesar de que salió a toda prisa del lugar cuando la mujer empezó a convulsionar.

Blindarse ante los restos de sangre

Haber declarado que la descuartizó puede, en otra oscura paradoja, protegerlo del descubrimiento de vestigios orgánicos de Marta, como manchas de sangre, en su casa o en su coche, afirman las fuentes, y hace más necesario hallar indicios de violencia para probar su culpabilidad.

Y haberse entregado antes de que se hiciera público formalmente que existía un procedimiento contra él puede, además, servirle de atenuante si se considera, mediante una interpretación extensiva, que el descuartizamiento entra dentro del delito que castiga violar sepulturas, penado con solo cinco meses de cárcel. Las fuentes creen que en el paso que Palma dio la madrugada del miércoles no hay nada improvisado. El abogado del detenido, Óscar Fernández, es un penalista que defiende con frecuencia a acusados por narcotráfico y organización criminal. Y Palma fue detenido en 2008 en Italia y condenado por tráfico de cocaína.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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