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Alerta contra el calor en las aulas

Los picos de temperatura, cada vez más frecuentes, obligan a renovar los colegios mal aislados. Ante el coste del aire acondicionado, se proyectan edificios con vegetación que permitan la ventilación

Miembros de la plataforma Escuelas de Calor se manifiestan delante de la Junta de Andalucía, en Sevilla.
Miembros de la plataforma Escuelas de Calor se manifiestan delante de la Junta de Andalucía, en Sevilla.Paco Puentes
Javier Martín-Arroyo

El cambio climático se deja notar en la escuela. Desde el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) alertan de que los centros educativos deben transformarse para hacer frente a las olas de calor, que cada vez serán más frecuentes. Sobre el terreno, algunas aulas del colegio Nuestra Señora del Rosario en Torre Pacheco (Murcia) alcanzaron los 34 grados a finales de septiembre, una temperatura que hizo saltar el sensor de sobrecalentamiento en una época del año que excede la estival. "Nos apañamos con ventiladores que mueven el aire caliente, pero los dolores de cabeza son terribles”, cuenta Raúl Moreno, secretario del colegio, que describe el sofoco que destilan la decena de aulas orientadas al este y expuestas por completo al sol cada mañana por sus paredes de cristal —“desde el suelo al techo, de izquierda a derecha”— del centro, construido hace solo nueve años.

La subida generalizada de las temperaturas y la dilatación de los veranos ha espoleado el problema del estrés térmico en las aulas. La mayoría de los edificios educativos fueron construidos hace cuatro décadas tras los Pactos de La Moncloa, con estructuras sólidas pero graves problemas de aislamiento. Lo sufren los alumnos —con mayor incidencia los más pequeños, de educación infantil y primaria— y los docentes de muchos de los 28.816 colegios españoles, sobre todo en regiones como Andalucía, Extremadura, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Murcia. Pero también en otras más al norte como Cantabria y Madrid, donde el pasado julio se desvanecieron un bebé y un profesor por una ola de calor.

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A principios de año Extremadura aprobó la primera ley de eficiencia energética en los colegios y Andalucía tramita ahora otra, aunque está en el aire su dotación económica. La Comunidad Valenciana invertirá 1.000 millones en acondicionar la mitad de sus 1.420 colegios el próximo lustro. Entre las mejoras, se analizará cómo reducir la temperatura en las aulas. Mientras, arquitectos e ingenieros exploran modelos que eviten instalar un aparato de aire acondicionado por clase, una factura inasumible para los Ejecutivos autonómicos. “En los últimos años las quejas por el calor de los niños están creciendo. Pero me niego al aire acondicionado por principio”, afirma tajante Alicia Argüello, jefa de la oficina técnica de la Consejería de Educación de Cantabria, con 350 colegios a su cargo.

El centro de Torre Pacheco, diseñado por el arquitecto Martín Lejárraga, quedó finalista de los premios de arquitectura FAD en 2011, a pesar de su difícil habitabilidad. “Visto el resultado, haría cambios para disminuir la exposición al sol. Estimamos que los frentes acristalados tendrían cargas de calor admisibles, pero la realidad es que las temperaturas son más altas”, admite el arquitecto. Tras las protestas de los padres y madres, de la dirección del centro y del alcalde, por fin el Gobierno de Murcia ha prometido instalar aparatos de aire acondicionado en los próximos meses.

El Real Decreto 486/1997 fija la temperatura máxima en el interior de los centros de trabajo en 27 grados, tope que se supera en muchos colegios e institutos poco después de abrir sus puertas a las nueve de la mañana. “Notamos mucho el sangrado por la nariz de los alumnos, a mediados de mayo y junio es insoportable porque llegamos a 38 y 40 grados. Los niños pequeños no tienen la conciencia plena para estar siempre en la sombra y beber mucha agua cuando salen a jugar”, incide Toni García, directora del colegio Gabriela Mistral, en Solana de los Barros (Badajoz). “La solución que nos da la Junta es que los padres se lleven a los niños a la una de la tarde, pero ¿cómo concilia una familia que trabaja para recoger a sus hijos a esa hora?”, plantea.

El Gabriela Mistral ha sido seleccionado junto a otros dos colegios de Oporto y Évora para transformar su fisonomía y bajar su temperatura mediante vegetaciones que provoquen corrientes de aire fresco. Serán los tres ejemplos del proyecto Mybuildingisgreen, que busca fijar un patrón de costes e infraestructuras para otros colegios en España y Portugal que quieran rebajar el mercurio, con investigadores del Real Jardín Botánico y del CSIC.

Fachadas y cubiertas verdes, ventilaciones cruzadas y pavimentos fotocatalíticos —para reducir la contaminación por gases— y drenantes —para recoger el agua y guardarla en aljibes—, además de plantaciones exteriores. Es decir, replicar de manera masiva la corriente del bioclimatismo (arquitectura que tiene en cuenta el entorno y se beneficia de lo que este ofrece) y hacer números para los directores de colegios y Gobiernos autonómicos que quieren atajar el problema sin aumentar la factura eléctrica, con la naturaleza como materia prima. “Los profesores desconocen que una barrera vegetal puede generar que el aire entre más frío en las clases, y los colegios acumulan calor continuamente porque no tienen ventilación inducida y sigue almacenándose día tras día, también por las tardes”, resume Salustiano Torre, gestor del proyecto.

“El objetivo es darle criterios, pautas y presupuestos a los colegios, que deberían tomarse en serio las olas de calor porque serán más frecuentes. En definitiva, una auditoría energética con pistas para mejorar el confort térmico y reducir las facturas mediante medios pasivos”, ilustra Borja Frutos, arquitecto del Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja, perteneciente al CSIC, y colaborador del proyecto. El año que viene ejecutarán las obras tras las mediciones sobre el terreno.

La ley andaluza, en el aire

Hace dos años la plataforma Escuelas de Calor, formadas por padres y madres de alumnos, inició en Andalucía unas movilizaciones para frenar las asfixiantes temperaturas en las aulas cuando se acerca el verano y arranca el otoño. En ciertas zonas del interior de esta región, el estrés térmico provoca desmayos, sangrados en las vías nasales y desatención por parte de los alumnos en clases mal ventiladas.

Tras recabar el apoyo de los grupos políticos de la oposición cuando gobernaba el PSOE, sus protestas mutaron en la Ley de Bioclimatización de Centros para detener el estrés térmico en clase, pero decayó por el adelanto electoral que decidió Susana Díaz hace un año. Ahora la norma está en trámite de alegaciones en el Parlamento andaluz. “Es positivo haber llegado a una ley desde un movimiento asociativo, pero ahora la mayoría parlamentaria [formada por PP, Ciudadanos y Vox] no está por la labor y las enmiendas presentadas buscan desvirtuar esta ley”, censura Teresa Pablo, de Escuelas de Calor.

Miguel Ángel Ruiz, del PP, rebate que existe voluntad de que la ley salga adelante: “La idea es que haya financiación, preferentemente fondos del Estado y de Bruselas. Ahora partimos de eso y nos queda la negociación, que implica lleva a acuerdos”, opina sobre el intercambio de pareceres entre grupos políticos para sacar adelante la norma. "Son cuestiones abiertas. Es una ley de Adelante Andalucía, pero apoyamos su tramitación porque desde la Junta hay voluntad para que salga adelante. Estamos para ser constructivos”, añade sobre las enmiendas presentadas junto a Ciudadanos.

El portavoz de Adelante Andalucía, José Ignacio García, incide sobre el posible acuerdo: "Estamos dispuestos a negociarlo todo, pero apostamos porque la Junta financie los centros públicos y no los privados. Queremos encontrar una fórmula de acuerdo para una ley bien financiada, que no sea meramente declarativa, y con obligaciones para la Junta".

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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