El monje de Montserrat Andreu Soler fue un “depredador sexual y un pederasta” impune durante años
La comisión independiente que ha investigado los abusos concluye que "había rumorología suficiente" para actuar contra el monje y destapa dos casos desconocidos
El monje Andreu Soler fue "un depredador sexual y un pederasta" que abusó de menores en la abadía de Montserrat, con total impunidad, durante casi tres décadas. Es una de las principales conclusiones de la comisión independiente creada por el abad de Montserrat para investigar los abusos de Soler, que fueron destapados por EL PAÍS. Durante 40 años, el monje dirigió la agrupación scout católica Els Nois de Servei de la abadía de Montserrat. La comisión constata que Soler actuaba cada vez con mayor agresividad y que "había rumorología suficiente" entre las paredes del monasterio sobre su comportamiento como para que se hubiese actuado antes contra él.
El informe, breve pero contundente, revela dos casos de abusos que hasta ahora permanecían en las sombras. Su autor fue el responsable de la Escolanía de Montserrat, identificado por las siglas V. M. T. Ambos abusos fueron cometidos en 1968. La comisión ha documentado que Cassià Maria Just, que ocupaba entonces el cargo de abad, informó "con transparencia" a las familias y apartó de inmediato al monje. Este dejó el monasterio y la orden religiosa en 1980 y contrajo matrimonio. El documento constata las diferencias entre el caso de V. T. M., que fue capaz de un "cambio de conducta", y el de Andreu, que hizo del abuso "un modo de vida, un patrón de conducta sin arrepentimiento, ni propósito de cambio, ni admisión de culpa".
La comisión, que ha recibido 12 denuncias en el correo electrónico que habilitó para ello, reprocha que en los abusos a los scouts, que Soler cometió entre 1972 y 2000, "se omitió cualquier tipo de actuación", aunque no ha podido concluir si Sebastià Bardolet, abad del monasterio entonces y que ahora tiene 85 años, "escondió lo que sucedió o simplemente actuó por desconocimiento de la situación, ya que existen versiones contradictorias".
Sin embargo, reconoce que "había rumorología suficiente para justificar una acción encaminada a reunir a los padres, actuar contra el hermano Andreu o haberlo apartado preventivamente" de la agrupación scout Nois de Servei que él mismo había fundado.
El informe constata que las declaraciones de las víctimas son "muy similares" entre sí. La relación comenzaba, de forma general, con un "acercamiento" de Soler al menor para "ganarse su confianza" y así "poder abusar sexualmente de él". Pero no siempre hubo esa fase previa. El documento reconoce que el monje -fallecido en 2008- "utilizó la violencia" contra algunas de sus víctimas y, en ocasiones, no conocía a los menores cuando cometió los abusos. El paso del tiempo solo empeoró las cosas: se observa, sigue la comisión, un "agravamiento del delito" y "más urgencia en su realización".
Una "huella imborrable" en las víctimas
Una buena parte del relato está dedicado a las víctimas. Lograran o no escapar de los abusos del monje, la "huella" que dejó en los menores la figura de Soler fue "imborrable", así como también lo han sido las "consecuencias emocionales y psicológicas".
La comisión propone que el monasterio de Montserrat celebre "un acto público de reconocimiento" de los hechos y de "petición de perdón" a las víctimas. También, que ayude en la "reparación emocional" de los menores -hoy adultos- que sufrieron abusos. Y exigen que el centro se someta a un protocolo de detección de abusos a menores.
El portavoz del monasterio de Montserrat, el padre Bernat Juliol, dice que hacen suyos los hechos y conclusiones del informe. "La comunidad se siente muy dolida. Pedimos perdón por los errores que se hayan podido cometer. Nos duele en el corazón el daño que dos monjes de nuestra comunidad han hecho a personas de fuera del monasterio", dice el portavoz, que asegura que se tomarán las medidas propuestas por la comisión. "En pocas semanas, se nombrará un delegado de protección de menores. Se va a poner a disposición pública una dirección de correo electrónico y se elaborará un protocolo".
El informe "se queda corto"
Miguel Hurtado, la primera víctima que denunció los abusos sexuales cometidos en Montserrat, considera que el informe tiene elementos positivos pero “se queda corto”. “Es bueno que la abadía de Montserrat admita al fin que el hermano Andreu fue un depredador sexual que llevó a cabo sus abusos gracias a la protección de los responsables de la institución. También que reconozca que ha habido un segundo abusador, V. T. M., que agredió a dos menores”, relata Hurtado. “Pero creo que a nadie se le escapa que esto es solo la punta del iceberg. Este ha sido un informe hecho por una comisión de la casa, con personas de confianza cuyo objetivo es minimizar daños. Pudieron investigar los hechos en el año 2000, cuando empecé a denunciar los abusos. Pero no lo han hecho hasta ahora, cuando se han visto forzados por las circunstancias”, lamenta esta víctima.
Para Hurtado, “es obvio que debe haber muchas más víctimas”. “Esto ha durado cuatro décadas y es impensable que solo les ocurriera a 14 menores. Nosotros solo íbamos los fines de semana, pero… ¿qué pasó con quienes vivían allí? ¿Qué debió ocurrir en la escolanía?”. Hurtado, que vive en Londres, no supo hasta el jueves que el informe iba a hacerse público en la mañana de este viernes. A primera hora ha cogido “el primer avión para estar presente en Barcelona”. “Quiero estar aquí para evidenciar que lo único que cambia las cosas, lo que rompe el silencio de la Iglesia, es levantar la voz y denunciar todo lo ocurrido”, añade Hurtado.
La víctima acusa al abad de Montserrat de “tratar de tapar el informe”. “Es la única explicación que tiene que lo presente el mediodía de un viernes de septiembre, justo antes de la Diada, cuando él lo tiene desde julio. Es una manera de intentar que se hable poco de esto y que pase todo rápido”, denuncia. Para Hurtado “ya es hora de que los partidos, el Gobierno y el Congreso asuman de una vez que hay que cambiar la ley para acabar con las prescripciones en los casos de abusos”. “Las víctimas pueden necesitar décadas para denunciar y es atroz que ya todo esté prescrito entonces. Hemos recogido 500.000 firmas y hasta ahora solo hemos recibido promesas incumplidas. Ya basta”, concluye.
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