_
_
_
_
_

La precaria vida de un enfermero: 300 contratos en cinco años

Las comunidades no convocan suficientes oposiciones y contratan por días pese a que España necesitaría 125.000 profesionales más para acercarse a la media de la UE

Concentración de eventuales en el Hospital Universitario de Santiago.
Concentración de eventuales en el Hospital Universitario de Santiago. ÓSCAR CORRAL

“En los últimos cinco años acumulo 300 contratos, alguno de tres horas y media”, se queja Jorge Novo, lucense de 29 años, que acabó Enfermería en 2011. Como la mayoría de sus compañeros, se apuntó a la lista de la que tira el Servicio Gallego de Saúde (Sergas) para cubrir vacantes. Novo empezó a pasar los días, desde las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde, pegado al teléfono móvil a la espera de recibir una llamada que le informase de que podía trabajar.

Este enfermero no recibió la primera llamada hasta 2014, asegura este miembro del colectivo Enfermeiras Eventuais en Loita, que lucha por acabar con la eventualidad (que se cumpla la tasa de reposición) y detalla la dificultad añadida que esto supone para quienes quieren tener familia.

El pasado 12 de mayo, tras años, décadas en algunos casos, sin oferta de empleo público, 140.000 enfermos y enfermeras eventuales acudieron a las oposiciones que convocaban 13 comunidades autónomas. Se ofertaban 20.500 plazas fijas. Por eso, ninguno de los aspirantes a una plaza contestó ese domingo la llamada telefónica de sus respectivos servicios de salud. Y eso pese a que miles de profesionales viven obsesionados con una llamada: el método por el que son contratados (por semanas, días e incluso horas) y que obliga a estas personas a vivir años enteros pendientes del teléfono. Sin opción de programar su vida, sin planes, sin posibilidad de conciliación. El colectivo, que es mayoritariamente femenino, tiene grandes dificultades de conciliación.

Novo vive pegado al móvil: “Lo llevo hasta a la ducha”. Una voz al otro lado puede informarle de que tiene un contrato en cualquier especialidad de cualquier hospital o dependencia de la red pública de su área geográfica. En su caso, la provincia de Lugo.

Jorge Novo, portavoz de Enfermeiras eventuais en loita.
Jorge Novo, portavoz de Enfermeiras eventuais en loita.ÓSCAR CORRAL

En una ocasión lo enviaron a Pedrafita, a 256 kilómetros de la capital, en donde vive. “Gasté más en combustible que lo que cobré ese día”, asegura.

Atender la llamada del Sergas no es baladí: “Tenemos que aceptar todo lo que nos propongan. Si no lo hiciésemos en una primera ronda pasaríamos al último puesto de la lista y si la llamada da la vuelta sin que la atendamos, nos apearían un año y empezaríamos desde cero”, se queja este enfermero. De momento, tiene un día libre cada dos meses. “No generamos derechos; nadie nos da una hipoteca y la cotización tras años de trabajo es mínima”, agrega.

El domingo 12 de mayo quedó claro que el personal temporal es un pilar fundamental de la enfermería: algunos hospitales tuvieron que recurrir a enfermeras de otros turnos o plantas para poder mantener el servicio.

Sin embargo, la Oferta Pública de Empleo (OPE) que se celebró ese día no cumplió el objetivo inicial que se habían marcado las comunidades autónomas, que tienen transferidas las competencias, de reducir al 8% la temporalidad del sistema sanitario público. Tampoco sirvió para aumentar la plantilla, ya que solo supuso la consolidación de los puestos de trabajo de temporales e interinos.

Eventuales

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en España hay 5,3 enfermeras por cada 1.000 habitantes, cifra que dista del 8,8 de la media de la Unión Europea. Para estar al mismo nivel de países comunitarios de economía similar, el sistema público español necesitaría incorporar al menos a 125.000 enfermeras más. Así consta en el informe del Consejo General de Enfermería que alerta de que España es, junto con Bulgaria, el quinto país de Europa por la cola en el ratio de enfermeras por habitante, solo por delante de Letonia, Chipre y Grecia.

A esta situación se añade otro agravante: tres de cada diez enfermeras que trabajan en un hospital público en España son eventuales: no tienen plaza fija. La cifra se eleva a cuatro de cada diez en el caso de las urgencias extrahospitalarias, según revela un estudio elaborado por un equipo de expertos, a instancias del sindicato de enfermería (Satse), que analizó la situación del personal en más de 9.000 unidades y servicios de 300 hospitales de la red pública en distintas comunidades.

“La elevada tasa de temporalidad es gravísima: no solo destruye la vida de los profesionales pendientes cada día de una llamada para firmar un contrato que a veces es de horas, sino que pone en riesgo la salud de los ciudadanos”, sostiene Mar Rocha, portavoz de Satse, explicando que en un mismo día se contrata a enfermeras para cubrir vacantes en distintos servicios, de forma que pueden pasar de neonatología a quirófanos aunque en realidad estén especializadas en geriatría.

En opinión de Rocha, los pacientes no llegan a percibir la gravedad de la situación “por la profesionalidad y esfuerzo” de este personal.

Mediante este sistema, las enfermeras van acumulando a lo largo de los años cientos de pequeños contratos, tan pequeños que juntando montones de ellos tardan en conseguir cotizar un mes y, si lo hacen, es “porque no han descansado ningún día”.

La portavoz del Satse asegura que hay comunidades autónomas que en 15 años no han convocado una oferta pública de empleo. Las enfermeras finalizan sus carreras y se apuntan en las listas de los respectivos servicios de salud de sus comunidades a esperar a que suene el teléfono. Pasan décadas en esa situación de temporalidad y precariedad.

“Me paso el día pegado al móvil. Lo llevo hasta la ducha”

El enfermero lucense Jorge Novo admite que vive pegado al teléfono, en espera de una llamada que muchas veces se sustancia en un contrato de unas pocas horas. “Llevo el móvil hasta la ducha”, afirma.

Las constates trabas para mantener una vida organizada llevan a muchos de estos profesionales a abandonar España para trabajar en distintos países de Europa, “en donde se los rifan y les ofrecen estabilidad y buenas condiciones”, sostiene Mar Rocha, portavoz del sindicato de enfermería Satse. Aunque la situación es similar en la mayoría de las comunidades españolas, destaca positivamente Navarra, que iguala prácticamente el ratio europeo de enfermeras por habitantes. Detrás, País Vasco y Castilla y León, que superan la media española, según el Consejo General de Enfermería.

En Galicia, pese a que la Xunta sostiene que supera la media española, el personal eventual se ha organizado en un colectivo, Enfermeiras eventuais en loita (Enfermeras eventuales en lucha), que protesta con concentraciones periódicas contra la precariedad y la temporalidad. El Consejo General de Enfermería sostiene que esta comunidad alcanza el mayor índice de paro de España. El Servicio Galego de Saúde (Sergas) acaba de pactar con los sindicatos un modelo de contrato que se pondrá en marcha en septiembre y con el que asegura que garantiza mayor estabilidad: tendrá una duración de entre uno y tres años con el mismo régimen de descansos, permisos y vacaciones que el personal fijo. Un contrato del que recelan las Enfermeiras eventuais en loita. Sostienen que es el mismo que rechazaron los médicos eventuales por entender que perpetuaba la precariedad.

“Obligará a las enfermeras que lo suscriban a estar cambiando constantemente de servicio con una disponibilidad sin límites, obligadas a aceptar a cualquier hora del día o de la noche la incorporación inmediata a cualquier punto geográfico”, sostiene el colectivo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_