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El médico ‘inseminador’ holandés no preguntaba por el historial genético de los demás donantes

Una veintena de hijos nacidos de donaciones anónimas en la clínica de Karbaat tienen diversas enfermedades y han pedido una compensación por la falta de control

Isabel Ferrer
A la izquierda, Joey Hoofdman, presunto hijo de Karbaat. A la derecha, el médico de joven.
A la izquierda, Joey Hoofdman, presunto hijo de Karbaat. A la derecha, el médico de joven.

Los métodos de Jan Karbaat, el médico holandés que utilizaba su propio semen para inseminar a las pacientes de su clínica de fertilidad, siguen en entredicho. No solo las engañó durante años y acabó engendrando así 49 hijos. Cuando usaba las muestras de donantes anónimos, no se preocupaba de investigar la herencia genética familiar del varón. Una veintena de estos descendientes atribuye ahora las dolencias que les aquejan a dicha falta de controles, y han pedido una compensación. Su abogado ha dicho este viernes que tienen, entre otras afecciones, problemas pulmonares, autismo o reumatismo, y esperan que la familia de Karbaat se haga responsable de los gastos que ello ocasiona.

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El ginecólogo falleció en 2017 a los 89 años. Los inspectores sanitarios habían cerrado su clínica en 2009 porque no tenía la documentación en orden. Sin embargo, solo en 2016 pudo comprobarse el efecto del desbarajuste de su oficina. Los 49 hijos nacidos de las inseminaciones propias se han encontrado porque consiguieron que los tribunales ordenaran el cruce de muestras de su ADN con el de Karbaat. Para los otros no es tan fácil porque las fichas de los donantes no están completas, pero ya saben que el médico no les pedía análisis de sangre. Tampoco preguntaba si había enfermedades hereditarias en su entorno cercano. Todo lo hacía deprisa con la promesa de buenos resultados. En algunos casos, la inspección comprobó a su vez que había mezclado el semen de varios donantes “para aumentar las posibilidades de embarazo”.

Tim Bueters, el abogado que representa a estos nuevos demandantes, ha indicado que Karbaat presentaba su clínica como un centro serio que indagaba el historial genético en las donaciones de semen. Lo decían sus folletos informativos, y lo aseguraba de palabra a las futuras madres. Pasada la mayoría de edad, algunos de los clientes de Bueters han podido encontrar a sus padres biológicos y han comprobado que tienen la misma enfermedad. Nathalie de Jong, por ejemplo, es una de las afectadas. Padece reumatismo, como su progenitor, y lo supo porque en 2014 grabó una conversación donde Karbaat admitía que no analizaba nada. Esa cinta ha sido examinada en los tribunales.

Las cribas genéticas que podían hacerse en los años ochenta y noventa, cuando nacieron los litigantes, no estaban tan avanzadas como ahora, pero los donantes debían rellenar al menos un formulario sobre el particular. No se ha podido encontrar ninguno en el archivo del médico, y según el rotativo De Volkskrant puede estallar aún otro escándalo: Karbaat enviaba semen a varias clínicas en Europa y Estados Unidos, y es posible que haya más hijos en otros países.

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