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El cardenal Carles firmó la carta que permitió huir a Ecuador al cura acusado de abusos en 1990

Su sucesor, Martínez Sistach, era el obispo auxiliar. El clérigo imputado, localizado por EL PAÍS, declara que “todo es un montaje de la alcaldesa comunista” de Barcelona

El arzobispo de Barcelona de 1990 a 2004, Ricard Maria Carles, en una imagen de 1997.
El arzobispo de Barcelona de 1990 a 2004, Ricard Maria Carles, en una imagen de 1997.VICENS GIMENEZ

El arzobispado de Barcelona ayudó a huir de la justicia y salir del país a Jordi Senabre, un cura acusado de abuso de menores en 1990, tal como reveló EL PAÍS, que ha localizado en Ecuador al sacerdote, donde ha ejercido todos estos años. Sin embargo, no estaba claro quién tomó la decisión de enviarlo de misiones a una diócesis extranjera, pues ese año cambió el arzobispo de Barcelona y la archidiócesis catalana tampoco ha querido aclararlo. Ahora la diócesis de Santo Domingo de los Colorados, en el país sudamericano, ha confirmado a este periódico que recibió una carta firmada por el entonces arzobispo y luego cardenal, Ricard Maria Carles, ya fallecido. La fecha de la misiva es el 4 de diciembre de 1990, según ha informado el vicario judicial de esa provincia ecuatoriana, Jorge Apolo.

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En la carta, que pedía el traslado de Senabre a este lugar de Ecuador, no se mencionaba que estaba acusado en Barcelona de abusar de un menor de 13 años y a la espera de juicio. Los responsables de la diócesis ecuatoriana aseguran que desconocían hasta ahora sus antecedentes y que nunca les informaron desde Barcelona de estos detalles. Senabre siempre ha seguido perteneciendo al arzobispado catalán, que ha sabido en todo momento de su paradero, a pesar de que ha pasado años en búsqueda y captura. De hecho, el obispo auxiliar de la ciudad en 1990, en el momento del traslado del cura, era Lluís Martínez Sistach, que fue el sucesor de Carles en el arzobispado en 2004 y también es cardenal. Fue sustituido en 2015 por Juan José Omella, igualmente cardenal, que tampoco ha dado explicaciones sobre este asunto. El caso probablemente ya ha prescrito.

La fuga de Senabre salió a la luz cuando fue llamado a declarar en 1991 por la Audiencia de Barcelona y no se presentó. El arzobispado explicó entonces que se había ido “de misiones”. En 1994 fue detenido en Uruguay, donde había entrado desde Ecuador con un visado turístico, por una orden internacional de arresto de España, pero la extradición no prosperó. Luego desapareció, hasta hoy, aunque tanto Carles como Martínez Sistach sabían dónde estaba. La diócesis ecuatoriana, que dice haberse enterado del caso por EL PAÍS, indica que el obispo, Bertram Viktor Wick, ha visitado después a Senabre, ya jubilado con 82 años, para pedirle explicaciones. Esta ha sido su respuesta: “El reverendo Jorge Ignacio Senabre se mostró tranquilo con la noticia y negó diciendo que era un montaje que la alcaldesa le había hecho porque ella era comunista”. En Ecuador aclaran que suponen que se refiere a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Cuando este periódico habló con él por teléfono y le preguntó por su caso aseguró que se trataba de un error y colgó.

Roma investiga el caso

Consultado sobre la carta de traslado de Senabre, el arzobispado de Barcelona argumenta que “toda la documentación relacionada con Jordi Senabre, donde podría estar este escrito, no se encuentra en el arzobispado, se envió a Roma, donde se lleva el caso”. En efecto, la Congregación de la Doctrina de la Fe, encargada de investigar los casos de pederastia en el clero, reabrió el caso de Senabre en junio de 2016, en una operación de revisión de viejos expedientes no resueltos. “Normalmente, estas cartas de presentación eran bastante estándar para quienes se iban de misiones, pero no sabemos los detalles. Estamos hablando de un tema de hace 28 años. Como no tenemos acceso al contenido de la carta, no podemos hacer ninguna valoración”, declaran portavoces del arzobispado. En todo caso apuntan: “Si no se hubiera enviado la información necesaria, decir que actualmente nuestros protocolos de actuación hacen inviable cualquier traslado en esas condiciones”.

Pese a la gravedad del caso, después de la información de EL PAÍS, publicada el 9 de diciembre, la diócesis de Barcelona y la de Santo Domingo en Ecuador aún no han hablado entre ellas. “No nos hemos comunicado con Barcelona ni tampoco ellos lo han hecho con nosotros”, corrobora el vicario judicial ecuatoriano. “No se han puesto en contacto con nuestra diócesis para hacernos ningún comentario sobre Jordi Senabre durante este tiempo”, replican en Barcelona. Ambas diócesis se remiten a la investigación abierta en el Vaticano. Senabre sigue en Ecuador.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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